Juego de Manos - Remedios mágicos

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - Remedios mágicos

El momento que nadie deseaba, pero que era cuestión de tiempo, ha llegado. Oficialmente, el Covid-19 (o Coronavirus) se ha dado de alta en el país con cuatro casos de personas contagiadas confirmadas hasta el cierre de esta columna. A partir del anuncio de la primera persona infectada en la Ciudad de México –y en el país–, que se dio en un brevísimo comentario durante la conferencia matutina del presidente de la República, bastaron unas cuantas horas para que el caos en las tiendas se desatara. Así, para cuando culminó el día, los tapabocas, los pañuelos húmedos y el gel antibacterial se encontraban agotados en la mayoría de los comercios de la capital.

Todo ello, a pesar de que los tapabocas poco sirven para las personas sanas. Son útiles para que las personas enfermas no sean foco de contagio; sin embargo, no previenen que se quienes los usan contraigan enfermedades. Por otro lado, el gel antibacterial funciona siempre y cuando se le dé el uso debido, es decir, que se aplique en toda la superficie de la mano y se deje actuar por un lapso de 15 a 20 minutos sin limpiar. Quizá, un jabon líquido portatil hubiese sido una mejor opción…

Entonces, la entrada del coronaviruso al suelo mexicano fue noticia nacional, temática de memes, tópico infaltable de las conversaciones y la peor pesadilla para quienes estornudan (y quienes están a su alrededor). La Ciudad de México entró en un estado de alerta, pero ¿qué tan necesario era este frenesí colectivo? Poco, pero está bien justificado. Me explico.

Hasta el momento, existen casos confirmados en China (lugar de origen del virus), Corea del Sur (segundo país con más casos registrados), Japón, Italia, Estados Unidos, Brasil, Ecuador y México. De acuerdo con especialistas en enfermedades infecciosas del Imperial College London, dos tercios de los casos de Covid-19 en el mundo no han sido detectados —ya que para presentar sintomas el virus tiene que desarrollarse— por lo que el número de personas infectadas podría escalar en el corto plazo, así como el esparcimiento de la enfermedad.

Para finales de febrero, los números ascendían a más de 78 mil personas infectadas, 2,400 víctimas mortales y un índice de mortalidad del 2.3%, porcentaje que se eleva al 14.8% para las personas mayores de 80 años.En México, el director general de Epidemiología, José Luis Alomia, confirmó los 4 casos de Covid-19 en el país, de los cuales 1 solo es portador (o sea que tiene el virus pero aún no desarrolla los síntomas).

Entonces, ¿por qué la preocupación? Esta se explica a partir del contexto nacional y las noticias internacionales. China, al darse cuenta del rápido esparcimiento de una enfermedad nueva y, por ende, sin cura, tomó medidas para contenerla en la comunidad en donde se originó y lanzó una campaña para informar a la ciudadanía acerca de las medidas de prevención y salubridad. En 10 días construyó un hospital para albergar a las personas enfermas y, utilizando su tecnología, monitoreó el problema y ha luchado para solucionarlo.

Nuestro país, por otro lado, no cuenta con la teconología e infraestructura para hacerle frente a una crisis de esa magnitud y –para bien o para mal– está envuelto en una reconfiguración del sistema de salud nacional, lo que implica desabasto de medicamentos, conflictos políticos, reglas de operación poco claras, además de una ciudadanía que se siente en el peor momento para enfermarse. Y, de cierto modo, tienen razón.

 

Placebo social

A un semana del Día Mundial de la Mujer, integrantes de colectivas feministas y usuarias de redes sociales comienzan a compartir información respecto a los protocolos de seguridad para la manifestación, recomendaciones para la vestimenta, objetos necesarios para portar y medidas de reacción ante cualquier incomveniente. Todo esto, previniendo agresiones por parte de las autoridades y agentes “externos” a la protesta.

Respecto a la fecha, hay un par de puntos que señalar. Será interesante observar la asistencia a la protesta y su posible comparación con otras manifestaciones de la misma naturaleza, tales como #NoMeCuidanMeViolan, puesto que las medidas de “protección” a las asistentes se han intensificado con el paso del tiempo, lo que lleva a muchas interesadas a cuestionar las intenciones de los agentes encargados de su seguridad dentro de la movilización. Además, es interesante observar cómo la viralización del Paro Nacional de Mujeres convocado el 9 de marzo está robando los focos del día que lo origina.

Por último, es preocupante la falta de comprensión que se le da al problema que enfrentan las mujeres. La urgencia no está en cursos de defensa personal o herramientas de protección para las víctimas, que apenas rascan la superficie del problema y que, además, lo hacen mal. En un país en el que la violencia de género prevalece y se fortalece, es imperativo trabajar en mecanismos de conscientización y acción para abordar el problema de manera correcta: sin culpabilizar a las víctimas, sin mitificar a los agresores, sin revictimizar a las mujeres, sin vender acciones superficiales como soluciones profundas y sin buscar protagonismos que no tienen siquiera la disposición de enfrentarse a los esqueletos que todas y todos tenemos en el clóset.

Como se ha mencionado en Juegos de Manos anteriores, la participación en la lucha contra la violencia de género comienza desde la individualidad, es una batalla íntima y dolorosa que da pie a una crítica social de nuestro entorno. Es fundamental que, para atender esta problemática, nos enfoquemos en sus causas y no caigamos en distracciones o remedios mágicos. Este es un conflicto que empieza y concluye con la estructura.

 

Por cierto

Échale un ojo al video de “Sé una dama”, difundido por la revista Girls, girls, girls. Protagonizado por Cynthia Nixon, quien narra las letras de Camile Reinville. Este pequeño clip resalta la forma en que las mujeres son juzgadas y criticadas por sus formas de vestir, acuar, pensar, lucir y hasta comer. Para quienes no vivimos ese tipo de violencia cotidiana, vale la pena tratar de empatizar con la narrativa, tratar de comprender que ser mujer implica estar en constante examinación y reprobación.

 

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