Repaso - RIVA PALACIO: HISTORIA DE UN LIBRO DE TEXTO

En opinión de Carlos Gallardo Sánchez

Repaso - RIVA PALACIO: HISTORIA DE UN LIBRO DE TEXTO

En vísperas de la próxima aparición de un nuevo libro de texto de Morelos para tercero de primaria que editará la SEP, creo pertinente recordar cómo surgió la iniciativa de publicar hace años, durante el gobierno de Antonio Riva Palacio López, el libro “Somos Morelenses”, porque reflejó el particular interés de un mandatario estatal por promover el arraigo y sentido de pertenencia al patrimonio natural y cultural de nuestra entidad. Hasta donde estoy enterado, no ha habido otra experiencia de ese tipo impulsada personalmente por quien haya dirigido los destinos de Morelos.

En un discurso pronunciado el 13 de diciembre de 1989, Riva Palacio López expresó: “invito a los maestros a elaborar un libro de texto del estado, que desarrolle en los niños el amor a la patria y su sentido de arraigo a esta tierra morelense”.

La encomienda recayó en César Uscanga Uscanga, a la sazón titular de los Servicios Educativos a Descentralizar. Para ese efecto se integró a un equipo de profesores coordinados por el Consejo Estatal Técnico de la Educación (CETE), hoy desaparecido. Recuerdo sus nombres: Óscar Montealegre Castillo, Marina Quiroz Vite, María de Lourdes Flores López, Mayra Martínez Ruiz, María Eugenia Vázquez Martínez, María Esther Cortés Pérez, María Araceli Campos Mejía, Beatriz Durán Fraga, Alberto Valenzo Mesa, Jaime López Ordaz, Ana Martínez Espinobarros, Patricia Medellín Hernández, Aurelio Sandoval Trahyn, Fidel Serrano Alemán, Cirenio Estrada Aguilar y Roberto Aguilar Villalobos.

Su participación fue variopinta. Unos asumieron el compromiso con verdadero entusiasmo y otros no; unos hicieron bastante y otros menos; unos tenían algo de experiencia en esos menesteres y otros casi nada. La coordinación técnica y la elaboración del proyecto, así como la bibliografía consultada, sobre todo de temas regionales, fue responsabilidad de Carlos Gallardo Sánchez. En aquel tiempo dirigían el CETE, primero Pedro Puebla Cardoso y después Gregorio Lara Román.

A Antonio Riva Palacio López se le entregó la versión primera del libro “Somos Morelenses”, en un acto conmemorativo del Día del Maestro. Fue entonces que el gobernador se comprometió a revisarlo y en ello se demoró varios meses, dados los múltiples compromisos que tenía. Se llegó a suponer, entre los participantes de la obra, que había desechado el asunto. Pero no fue así. Llegó el día en que se citó a los autores y a quien dirigía el CETE, para una reunión con Antonio Riva Palacio.

En esa ocasión, formuló varias preguntas e hizo algunos comentarios. Se comprobó que lo había leído y revisado a detalle, y que era un conocedor solvente de la realidad morelense y de su historia. Fue en marzo de 1991 cuando el libro se terminó de imprimir y posteriormente se distribuyó durante dos o tres ciclos lectivos, principalmente a alumnos de tercero y cuarto grados. El editor, Miguel Ángel Porrúa, registró un tiraje, para la primera edición, de 50 mil ejemplares, lo que habla del compromiso de Riva Palacio López para destinar los recursos suficientes en ese proyecto

Vale la pena comentar que, durante ese periodo en los programas de estudio autorizados por la SEP, no había un espacio curricular para una asignatura local, lo que permite valorar aún más la iniciativa del referido mandatario estatal.

Años más tarde se modificó la propuesta curricular de educación primaria, en donde la SEP abrió, ahora sí, un espacio de tres horas semanales para el estudio de la entidad federativa, en este caso Morelos. La iniciativa fue bien recibida. El correspondiente libro de texto gratuito fue promovido y financiado por la autoridad federal. En primera instancia cubrió los gastos por la autoría del libro y las “regalías” por los años que se mantuviera en uso, así como destinó recursos para su edición a cargo de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos. Años después, en otro momento, dejó que en cada entidad se contratara y pagara a quienes pudieran escribir el libro sobre la entidad respectiva, para continuar absorbiendo los gastos de la impresión.

A gobernadores posteriores poco interesó e interesa el tema. Mucho menos tuvieron la sensibilidad para fomentar el apego a lo morelense desde la educación básica. Y mucho menos, menos, menos, se preocuparon por financiar un libro de texto morelense de ese nivel. Para ellos es un gasto ocioso o que no contemplan como parte de sus deberes hacia el pueblo. Por ello les cae como anillo al dedo que “mamá” SEP se haga cargo del asunto.

Es por todo lo anterior que, a mi parecer, a Antonio Riva Palacio López debe reconocérsele su indudable querencia hacia lo morelense. Otros, que le siguieron y siguen, fueron y son un verdadero fraude.

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