Confinamiento, crisis económica y organizaciones criminales en tiempos de coronavirus
En opinión de Aura Hernández
(...)P. ¿Qué consejo le darías a la gente que está encerrada en sus casas?
R. Disciplinarse con los tiempos, tener horarios. Intentar alargar el día, sin ensancharlo. Vive todo con más intensidad, escucha música con atención, lee. (...)
Roberto Saviano, entrevista Agencia Efe, 17 de abril 2020.
En los últimos días, varios medios de comunicación del estado reportaron detenciones de cabecillas de organizaciones criminales que operan en regiones del estado de Morelos y dejaron, en quienes los leímos, una cierta expectativa de que estas acciones contribuirán a la tranquilidad de los morelenses.
Pero por otro lado también tuvimos noticias de actividades delincuenciales del crimen organizado como secuestros y enfrentamientos, no solo en Morelos sino también en otros puntos del país. Tuvimos también noticias de personas, presuntamente ligadas a este tipo de organizaciones, que repartieron despensas y dinero en zonas marginadas de algunos estados de la República
Noticias como esta, en medio de vidas regidas por el temor a la transmisión del coronavirus, ya no ocupan los principales espacios en los medios de comunicación, lo cual no significa que no ocurran. La inseguridad que prevalecía cuando nuestra vida cambió por la epidemia nos parece ahora algo lejana, sin embargo ahí está.
Indudablemente, la nueva forma de vida que se creó con el Covid 19 ha traído como consecuencia ciertos “beneficios” en relación con otros problemas apremiantes de la sociedad contemporánea como son la inseguridad pública, la contaminación ambiental y los horarios de trabajo que impiden conciliar la vida laboral con la vida familiar.
Y eso se explica porque al quedarnos mayoritariamente en casa las personas nos exponemos mucho menos a la inseguridad pública; al dejar de usar millones de vehículos en el mundo la polución disminuyó de manera significativa y se dio un respiro a nuestro planeta; y, no menos importante es que el trabajo a distancia demostró que es posible cambiar para siempre la cultura laboral.
Sin embargo, no hay que olvidar que estos “logros” no han sido fruto de la voluntad humana, sino el resultado afortunado de una tragedia mundial que ha costado muchas vidas. Cuando la pandemia se vaya, vendrá la crisis económica que afectará más o menos a todas las personas del planeta, incluyendo a las organizaciones criminales.
En este contexto, se hace necesario llamar la atención de las autoridades para que en el proceso de recuperación económica que vendrá después de la pandemia, se consideren acciones para contrarrestar el posible uso que las grupos criminales podrán hacer de nuestra devastada economía en su propio beneficio. El Presidente de la República se refirió a este hecho en su conferencia mañanera de ayer y pidió a los criminales que en lugar de regalar despensas “mejor le bajen”.
Es evidente que la actividad del crimen organizado no ha parado en medio de la epidemia. La demanda continúa, el consumo en la cuarentena posiblemente no ha disminuido, y es bien cierto que las organizaciones criminales se preparan para entrar en actividad una vez que termine el estado de distanciamiento social decretado por las autoridades.
Hemos tenido noticias de la actividad de miembros del crimen organizado en comunidades y zonas marginadas no sólo generando violencia, sino también donando despensas y bienes, utilizando las redes sociales para promover su actividad benefactora.
En entrevista con el periódico español El País, Nicola Gratteri, afirmó que las recesiones económicas son ventanas de oportunidad para las mafias, la crisis evapora el dinero líquido y las organizaciones criminales lo tienen a manos llenas.
Gratteri sostiene también, que además las organizaciones criminales hacen donaciones de alimentos y dinero a las personas que lo necesitan en medio de la contingencia y entonces, se da el fenómeno del “hombre fuerte” que puede pedirte el voto en próximas elecciones, o cobrarse los intereses por algún préstamo hecho a algún comerciante en apuros, o hacerse socio de tu negocio legal, o también arrebatarte tu actividad comercial para legalizar sus propias actividades ilícitas.
Al respecto, el escritor y periodista italiano Roberto Saviano quien por más de 20 años ha vivido confinado por las amenazas que ha recibido por la mafia del sur de Italia, ha declarado a diversos medios de comunicación en el mundo que una de las modalidades de las organizaciones criminales durante la epidemia del coronavirus, es la venta de droga de casa en casa y ha sido la heroína la más demandada.
El autor de Gomorra, sostiene que otra estrategia “es la de llevarte la compra a casa, un mecanismo que usan en campañas electorales. Con la pandemia se dan cuenta de que una inversión mínima es suficiente: con 50.000 euros ya me he ganado a todo el barrio. Luego está el mundo de la legalidad criminal. Las mafias son potentisimas en los sectores legales. Hay empresas que lavan las sábanas en los hospitales, que proporcionan ambulancias, pompas fúnebres, distribución alimentaria. Ya están ganando dinero, porque han invertido en sectores que están creciendo mucho”.
Saviano advierte que, aunque suene drástico, la fórmula para contrarrestar esta acción de las bandas criminales es el dinero. “No hay otra propuesta a corto plazo. Dar dinero a empresas e individuos para que no malvendan su vida, para que no recurran a formas económicas de supervivencia. El trabajo negro existe porque no hay un Estado que permita mejorar la situación”.
En México, miles de familias estarán en esta situación de vulnerabilidad frente a las organizaciones criminales, que además en algunos países están inyectando recursos a una diversidad de actividades que tienen auge en medio de la pandemia como los servicios funerarios, la fabricación de mascarillas. Su modelo de negocio se diversifica con mucha eficiencia, por ello, es fundamental y urgente la acción diligente del Estado para llenar esos espacios.
Estamos frente a un momento histórico del que, como se señaló aquí en este espacio la semana pasada, podemos emerger como una mejor sociedad, cuidar el planeta, combatir la inseguridad y terminar con la cultura laboral que nos demanda la sociedad del cansancio como bien le llamó el filósofo coreano Byu-Chul Han.
Y ya encaminados en las lecciones que nos dejó la epidemia podríamos exigir gobiernos diligentes, políticos más sensibles y menos arrogantes.