Repaso - Morena en Morelos necesita refundarse
En opinión de Carlos Gallardo Sánchez
En Morelos, el llamado Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no es el partido en el poder. Ya se sabe que el gobernador Cuauhtémoc Blanco, amparado aún en su cada vez más deteriorada popularidad, ha desestimado ese tipo de vínculo y por ello se proyecta como un mandatario estatal sin el respaldo de partido político alguno, porque en realidad el Partido Encuentro Social (PES), al que está afiliado, es una insignificancia, cuyos operadores en la entidad, eso sí, han sabido comprar conciencias entre diputados locales y presidentes municipales, al más puro estilo de los viejos políticos, que por viejos no quiere decir que ya sean piezas de museo.
Salvo ciertas excepciones, cada vez menos, a los “morenos” ni los quieren en palacio de gobierno, ni sus dirigentes estatales parecen tener la intención de constituirse en una fuerza política renovadora, demandante, crítica. Como que están muy subordinados a las decisiones de su dirigencia nacional, hoy en fiera disputa entre grupos hegemónicos.
En consecuencia, el papel histórico que en nuestro estado le tocaba jugar a Morena, enfrenta una triste realidad: siendo el partido que obtuvo una votación ampliamente mayoritaria, no es preponderante en la toma de decisiones públicas y políticas del estado. Muy pocos los toman en cuenta.
Eso, hasta donde estoy enterado, no había ocurrido. Cuando Morelos fue gobernado por dos panistas consecutivamente, Sergio Estrada Cajigal y Marco Adame Castillo, pese a cualquier desavenencia interna, se incorporaron a la estructura gubernamental muchos militantes y simpatizantes blanquiazules, cuestión que les permitió saborear las mieles de ser gente del respectivo mandatario estatal, y en su mayoría fueron hombres y mujeres que lograron un bienestar financiero que los sacó de penurias. Antes, el PRI lo hacía como parte de su cultura de “salpicar” hacia todos lados, pero sin olvidar a sus huestes cupulares o de cercanías bien calculadas. En la administración pasada, Graco rompió con algunos perredistas históricos, pero se apoyó en otros que estuvieron dispuestos a venderse al mejor postor para, igualmente, salir de pobres.
Los “morenos” no están en esas condiciones, ya no para pensar en hacerse de dinero fácilmente, como sus antecesores de indistinto partido, sino solamente para ganar bien durante el sexenio en curso, pues Cuauhtémoc y su cohorte han configurado una administración variopinta, tirándole a mescolanza fétida, en donde incluyeron a individuos procedentes de los más diversos pantanos públicos y políticos.
Así las cosas, Morena está obligado a revisarse. A ponderar su propia estructura y fisonomía, su cohesión indispensable, para que en Morelos supere sesgos, evite más errores, cierre el paso a los advenedizos, para que no se convierta en flor de un día, en frustración de un trienio o sexenio.
El problema parece que lo tienen bien focalizado. En pasadas declaraciones Gerardo Albarrán Cruz, el opaco líder “moreno”, anunció sanciones severas para los traidores o claudicantes. Dijo que esas medidas las tomó la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia. Obviamente, dejó en claro que esas medidas se aplicarán en Morelos.
Para bien de Morena, esa rigurosidad es conveniente. Entraron a sus filas verdaderas alimañas o gente sin el convencimiento real de la aspiración de transformar prácticas viciadas que tanto daño han hecho a nuestro país y nuestro estado.
Si nos diéramos a la tarea de hacer una lista de quienes, no distinguiéndose desde siempre como comprometidos con el cambio verdadero, sin duda que sería considerablemente larga. Allí estarían quienes encontraron acomodo facilón en Morena y consiguieron algún cargo o puesto de representación popular. Alcanzado su propósito, de inmediato han enseñado el cobre y eso, como se ha visto, proyecta a Morena con un perfil nada convincente, porque ha habido ya desempeños reprobables para los colores del partido fundado por Andrés Manuel López Obrador.
Para los “morenos” verdaderos, convencidos, con trayectoria reconocida, congruentes, urge decirle a la sociedad que cerrarán el paso a los convenencieros y que reprueban a aquellos que de inmediato claudicaron, como el protagónico y saltimbanqui José Casas González y su homólogo Andrés Duque Tinoco, entre otros.
Le urge también a Morena, un órgano revisor de los nombramientos que en espacios institucionales reciben sujetos comprobadamente contrarios a las acciones y políticas anunciadas desde antes de campaña por los candidatos de ese partido. Se han colado un montón.
Sí, desde luego, Morena en Morelos necesita refundarse.
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