Sistemas de información: La Biblioteca Pública y su relevancia

En opinión de Juan Carlos Jaimes

Sistemas de información: La Biblioteca Pública y su relevancia

En la arquitectura invisible de la educación, los sistemas de información son los cimientos que pocas veces se miran, pero sin los cuales todo se tambalea. Bibliotecas, archivos, centros documentales: espacios que suenan viejos en la era de la inteligencia artificial, pero que siguen siendo indispensables para la formación de cualquier sociedad que aspire a la justicia y al desarrollo. En México, se ha ido relegando dichos sistemas, siendo en el caso de la Biblioteca Pública, un claro ejemplo de que es momento de su reinvención, y más en el Estado de Morelos.

La educación, decía Durkheim, es la acción de una generación sobre otra. Si lo pensamos en clave contemporánea, no basta con transmitir conocimientos, necesitamos preservarlos, organizarlos y democratizarlos. Allí entra la biblioteca, ese “sistema dentro del sistema” que, como espejo de la sociedad, refleja tanto su grandeza como sus carencias.

En México existen 7,476 bibliotecas públicas, pero su realidad es desigual. Entidades Federativas como el Estado de México o Puebla concentran cientos de espacios, tienen 674  y 618 bibliotecas públicas respectivamente; la Ciudad de México cuenta con 379, Nuevo León tiene 314, Jalisco 282, Guanajuato 194;  Morelos apenas alcanza 155. Y si bien la cifra puede sonar digna a nivel nacional, no lo es tanto comparada con países como China con 51,311 bibliotecas, seguida de Rusia con 46,000 bibliotecas públicas. Por ende, no es que se trate de una competencia por tener más bibliotecas públicas, pero sí se muestra que la biblioteca pública tiene un rol importante en las sociedades de grandes potencias mundiales, donde las bibliotecas con más artículos distribuidos en diversos formatos, desde libros y periódicos hasta manuscritos y grabaciones, se encuentran en Estados Unidos, Gran Bretaña y por supuesto Francia (lugar donde yacen los restos del poeta americano James Douglas Morrison). En el caso de las bibliotecas mexicanas, la verdad es que muchas de ellas sobreviven con estantes polvosos, sin internet y con personal sin capacitación suficiente. Pareciera que se quedaron detenidas en el tiempo, como si fueran reliquias de un mundo que ya no existe.

No por el hecho de que estemos inmersos en una sociedad donde la digitalidad está manifiesta en cada aspecto de nuestras vidas, y con la llegada de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC´s) que han permeado en la educación e investigación, nos engañemos: el rezago de las bibliotecas es también el rezago de la educación. Una sociedad sin espacios para leer, investigar y dialogar con las ideas de otros, es una sociedad condenada al cortoplacismo político y a la precariedad cultural. No es casualidad que las grandes potencias mundiales tengan también las bibliotecas más grandes y mejor equipadas como se mencionó líneas arriba. El conocimiento es poder, y el poder se administra desde los libros, recordando la Gran Biblioteca de Alejandría, en la Antigüedad.

En Morelos, donde la vida cotidiana parece más absorbida por las urgencias políticas que por la reflexión, las bibliotecas podrían ser semilleros de transformación, no solo depósitos de libros, sino ágoras modernas: lugares donde convivan los estudiantes con los maestros, los investigadores con los curiosos, los adultos con los niños. Porque una biblioteca viva no es un mueble, es un puente entre generaciones.

Hoy, en plena era digital, lo fácil es pensar que todo se resuelve con un clic en Google. Lo difícil, pero lo necesario, es repensar la biblioteca como un sistema de información capaz de dialogar con la tecnología sin perder su vocación humanista. Internet nos da velocidad, pero la biblioteca nos da raíces. Y sin raíces, ningún árbol crece.

El reto es grande: se necesita inversión pública, capacitación de bibliotecarios, fomento a la lectura y, sobre todo, voluntad ciudadana. La biblioteca no se moderniza sola; se moderniza con quienes la habitan. Y en ese esfuerzo compartido se juega también el destino de nuestra educación.

Porque al final, hablar de bibliotecas es hablar de futuro. Y el futuro, o se escribe con libros, o se escribe en el vacío. Morelos tiene una gran oportunidad en esta era digital para reinventar las bibliotecas. Se habla hoy en día de televisores inteligentes (smart tv) y por supuesto de celulares inteligentes (smart pone), e inclusive es hoy en día la IA lo que está en el escaparate, entonces, ¿por qué no podemos pensar en bibliotecas inteligentes también?

Facebook: Juan Carlos Jaimes

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