Repaso - ¿HAY MAESTROS ILUSTRES EN MORELOS?
En opinión de Carlos Gallardo Sánchez
Es buena idea la creación de la “Sala de personaje ilustres del magisterio morelense”, a iniciativa de Gabriela Bañón Estrada, secretaria general de la Sección 19 del SNTE. Supongo que será un espacio físico digno, en el cual puedan realizarse diversas actividades que en común contribuyan a valorar en su justa dimensión los empeños de quienes se han dedicado o se dedican dignamente a la tarea educativa, así como de recuperar la memoria histórica que se alimenta de la cotidianeidad de las escuelas. Sería loable que allí se montaran exposiciones, se organizaran presentaciones de libros o se promovieran reuniones de análisis sobre temas pedagógicos relevantes.
El caso es que el plazo para presentar propuestas se mantiene abierto y, de acuerdo con la convocatoria, pueden participar “todas las trabajadoras y trabajadores de la educación, activos y jubilados, pensionados, de apoyo y asistencia a la educación y homologados”.
Como todo proyecto que inicia, podrá afinarse para convocatorias posteriores y, desde luego, esperar que tenga continuidad. Se convertiría en suceso permanente que permitiera de alguna manera, pasar lista ante la sociedad en que los docentes se desenvuelven, para puntualizar, una vez más, la dedicación y el profesionalismo de muchos que se dedican a formar a las nuevas generaciones.
¿Hay personal educativo que en Morelos se haya destacado por sus méritos en el desempeño de su ejercicio profesional? Sin duda. Y no solamente por los créditos académicos obtenidos, ni únicamente por la suma de años en servicio, sino, sobre todo, por su trabajo en el aula, en la escuela o en la supervisión, en donde sean evidentes e inobjetables los resultados obtenidos, el compromiso social inherente a sus funciones, la creatividad y la innovación, etcétera.
En particular conozco a muchos en activo o jubilados, aunque me reserve sus nombres porque no tengo el propósito de candidatear a nadie en este espacio de opinión. Son, principalmente, docentes que, sin tanto relumbrón ni alturas jerárquicas, han dejado huella en las generaciones de alumnos que han tenido bajo su encomienda.
Es deseable que haya una buena cantidad de propuestas, dada la intencionalidad de este certamen, tras del cual sólo advierto (y creo no estar equivocado) la transparente intención, una más, de dimensionar cabalmente el esfuerzo y el papel del personal educativo, en el contexto del cumplimiento de un deber socialmente trascendente.
En la convocatoria se habla también de que las propuestas pueden considerar reconocimientos post mortem, en el entendido de que los candidatos gozaron de un prestigio bien ganado y se les recuerda por sus acciones y sus logros sobresalientes.
Creo que en estos casos no necesariamente se tendría que pasar por el filtro de una convocatoria, Quienes sumaron resultados, acreditaron con su trabajo vocación y cumplimiento de excelencia, su legado es aval para que el comité organizador u otra instancia, debería tener entre sus facultades hacer ese tipo de selección, desde luego con absoluta probidad.
La lista sería larga. Entre otros, recuerdo a Sergio Jiménez Benítez, oriundo de Xoxocotla, quien supo amalgamar sus deberes educativos, las responsabilidades políticas que tuvo y su reconocida trayectoria como escritor; a Celia Muñoz Escobar, quien también incursionó en actividades políticas, fue pionera de la educación preescolar en Morelos, directora de escuelas y poeta; a Alma Celia Sotelo Adán, también educadora empeñosa, funcionaria educativa, y directora de escuelas: a Juan Pina Aranda, nativo de Amacuzac, quién sobresalió como asesor técnico pedagógico a nivel nacional, fue catedrático de la Normal Rural de Oaxtepec, hace ya muchos años, y autor de dos o tres libros pedagógico; a José Nárez Álvarez, de larga trayectoria sindical, desde luego maestro de escuela, supervisor y funcionario educativo; a Abraham Rivera Sandoval, supervisor y ameritado poeta cuautlense;
a Carlos Pérez Guerrero, docente de origen oaxaqueño que anduvo por estos rumbos morelenses, fue jefe del Departamento de Instrucción Pública del Cuartel General Zapatista, así como maestro en escuelas de Cuautla y Cuernavaca.
En fin, la lista, repito, podría ampliarse como no se imaginan. Hay mucha tela de dónde cortar. Su evocación en esa “Sala de personajes ilustres” es obligada.
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