Repaso - De cómo cada quien llegó y fue vacunado
En opinión de Carlos Gallardo Sánchez
Ella se levantó a las cinco y media de la mañana. Tuvo que dejarle preparado el desayuno a su hijo, quien desde la noche anterior le había deseado que le fuera bien cuando la vacunaran contra el virus pandémico que tantas desgracias ha provocado.
Sabía que recibir la vacuna, con todo y sus incertidumbres, le iba a sentirse responsable consigo misma y con los suyos. Supuso que experimentaría cierto optimismo, sin saber cómo se manifestaría, cuando llegase el momento de regresar a la escuela donde trabaja.
No anduvo con apuros. No pensó en algún artificio para acudir fuera de la fecha que se le asignaría para inmunizarse. Menos pensó, ese día que llegó a formarse, en faltarle el respeto a los otros que llegaron antes. Ocupó su lugar a las siete de la mañana y salió a las tres de la tarde. No subió ninguna imagen a su “face”, ni comentó nada al respecto. Eso sí, se divirtió viendo lo que otros hicieron y respetó sus simplezas.
Tranquila, cansada, con hambre, emprendió el regreso al hogar, pero antes pasó a comprar algo de comida porque ya era tarde y, la verdad, ninguna gana tenía de cocinar.
Al estar compartiendo los alimentos con sus familiares, estando a un lado su pequeño hijo, muy atento a lo que decía su mamá, supo que hubo algunas inconformidades, pero ella no se percató de nada irregular, si bien lamentó el calorón que debió soportar, al igual de los demás que mantuvieron el orden y acataron las reglas establecidas.
Supo de los intentos de abusos de algunos que buscaron meterse a la brava, de manera indecente, tanto donde estaban dentro de su auto, como los que llegaron a pie. Escuchó, sin que se mostraran evidencias, que ciertos personajes influyentes metieron a varios conocidos. “Allá ellos", dijo, como dando a entender que en la conciencia de cada quien quedará grabada la actitud asumida. “De todos modos -también dijo- los tramposos presumirán lo que hicieron; esos son sus no valores”.
Por eso le restó importancia a las muy pocas acusaciones que se hicieron en contra de Eliacín Salgado de la Paz, director general del IEBEM, o a las también muy pocas críticas que recibió Gabriela Bañón Estrada, secretaría general de la Sección 19 del SNTE.
Eso sí, lamentó lo que sucedió en la Secundaria 13, a donde sólo tenían que acudir los maestros que no alcanzaron dosis el día anterior, pero ocurrió que acudieron también otros y se suscitaron algunos forcejeos. Esos incidentes fueron aprovechados por la mala leche de quienes, generalizando vilmente, opinaron en las redes de manera negativa y descalificando a “todos” los maestros por “revoltosos”.
El problema es más complejo. Vivimos en una sociedad derruida por tantos años de corrupción. La cultura del pez grande que se come el chico impera en todos los estratos sociales y en todas las profesiones y actividades de los seres humanos. Infortunadamente muchos continúan con actitudes reprobables, pero otros muchos son ciudadanos con la voluntad y la esperanza de ser mejores, empezando por el respeto a los demás.
En el caso de los maestros así sucedió y ella, en esta ocasión, atestiguó que la inmensa mayoría de los docentes actuó con civilidad y madurez. Con la frente en alto, quienes así se comportaron, seguramente podrán, con calidad moral, orientar a los alumnos en ese y otros aspectos, en donde deben prevalecer los principios y los valores.
Ella terminó su día preparando una cena frugal y después de charlar con un hermano y un primo que todavía no son vacunados, se retiró a descansar con su hijo amado.
“Mañana será otro día -comentó-, pero hay que seguirse cuidando”.
¿Cómo se irían a dormir aquellos que desataron sus emociones para terminar vacunados, pero con rencores y acusaciones al mayoreo?
De refilón
Este opinador y su consorte, ambos jubilados, fuimos vacunados en un ambiente de cordialidad y sin sobresaltos. Hay que reconocer la organización y esmero de los responsables.