La impunidad y la defensa de los derechos humanos ¿Quién defiende a los defensores de derechos humanos?

Hay que tener mucha estima por sí mismo para ser capaz de sacrificarse a sí mismo.

Héctor Abad Faciolince en “El Olvido que seremos”

El 25 de agosto de 1987 en Antioquia, Colombia, un sicario le quitó la vida al médico Héctor Abad Gómez y desde entonces se ha convertido en un referente en la lucha por la defensa de los derechos humanos en su país. Su historia  es un ejemplo de que lo más importante en la defensa de los derechos humanos, es la vocación y el compromiso.

Don Héctor Abad, un médico epidemiólogo, profesor universitario que ejercía la medicina con pasión y humanismo promovió y organizó en su natal Colombia, en los años 80 sobre todo, la defensa de los derechos humanos con todo en contra.

Él vivía la defensa de los derechos humanos con igual pasión y compromiso que su ejercicio de la medicina, en un país azotado no solo por la violencia del narcotráfico y de los grupos paramilitares financiados por los terratenientes, sino también con la presencia de la guerrilla más antigua de América Latina, y aun así nada lo detuvo, por eso lo mataron.

La vida de este icono de los derechos humanos quedó inmortalizada en el libro “El olvido que seremos” escrito por su hijo Héctor Abad Faciolince y antier,  se cumplieron 32 años de ausencia, sin embargo su memoria lo mantiene vivo en las personas a las que su vida sirve de inspiración. La que esto escribe se encuentra entre ellas.

La reconfiguración sociopolítica y la pacificación, relativa si se quiere,  en la Colombia de hoy, se explica a partir de personajes como el Doctor Abad quienes ofrendaron su vida para que a su país regresara un poco de paz, también se explica por la reforma a su Constitución que se realizó a partir de 1992. Carlos Gaviria un protagonista fundamental en esta transición y quien llegó a presidir el Tribunal Constitucional colombiano, fue una persona muy cercana al médico antioqueño, juntos organizaron el Comité Regional por  la defensa de los Derechos humanos en los años ochenta y lucharon contra viento y marea.

En el México de hoy, hay también, sobre todo en las comunidades y espacios alejados de las urbes, personas que están luchando a brazo partido por una vigencia auténtica de los derechos humanos. Como nunca tenemos una Constitución robusta en cuanto a protección de derechos humanos y como nunca hoy estos se violan

Veracruz, las madres de Solecito o Las Patronas, Tlachinollan en la montaña de Guerrero, el Centro Por de Derechos Humanos son ejemplos inspiradores de la defensa de los derechos humanos con todo en contra, defensoras de realizan su trabajo bajo amenaza y sin ayuda de las agencias del estado, bajo asedio del crimen organizado y con una letal indiferencia ciudadana

La oficina del Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, desde el año 2009 realiza evaluaciones sobre la situación de las y los defensores de derechos humanos en México. En ese estudio la Oficina registra  la incidencia de casos de agresiones contra las y los activistas de derechos humanos y aunque reconoce la disposición y apertura del Estado mexicano en la coyuntura del cambio de administración federal, hace un llamado por la adopción e implementación de las recomendaciones emitidas desde el año 2009.

En uno de sus informes, la a OACNUDH registró, por lo menos hasta el   2013 el asesinato de los defensores, Nepomuceno Moreno, Pedro Leyva, Quetzaolcoalt Leija, Trinidad de la Cruz, Eva Alarcón y Marcial Bautista además de tres familiares de defensores de derechos humanos. El año 2011, fue uno de los años donde más se agredió a los defensores de Derechos Humanos, precisamente el año de la reforma constitucional de derechos Humanos.

Ese mismo informe ubica a los estados de Oaxaca, Chihuahua, Coahuila, Guerrero y el Distrito Federal como los estados de la república en los que se reportó un mayor número de agresiones a defensores de derechos humanos.

El panorama para los defensores de derechos humanos en este momento en México, no es nada halagüeño, aun cuando tengamos algunos aciertos de parte del Estado en la designación de personas que nos dan un poco de luz y esperanza.

Me refiero al nombramiento de Karla Quintana como Comisionada Nacional de Búsqueda de personas que tiene ante sí un trabajo “abrumador” como bien lo ha apuntado ella misma. Y más recientemente la designación de Omar Gómez Trejo como Fiscal especial del caso Ayotzinapa, dos personas con un talante humanitario similar al del Doctor Abad y que esperamos tengan las armas necesarias para enfrentar la tarea titánica a la que se han comprometido.

En mejores manos no podrían estar,  eso nos llena de esperanza, pero el camino es largo todavía y nosotros como parte de la sociedad civil, debemos acompañarlos y defenderlos porque en su permanencia está un poco de nuestro futuro.