Serpientes y escaleras - Amilcingo, focos rojos

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Amilcingo, focos rojos

Las normales rurales no son escuelas cualesquiera: tienen historia, arraigo y capacidad de movilización

 

Amilcingo, focos rojos

La normal rural Emiliano Zapata de Amilcingo Morelos no es una escuela común, es un símbolo de lucha que durante décadas ha sido escenario de protestas que comienzan en el aula y terminan en las calles, convirtiéndose en ocasiones en problemas de estado. Las señales de tensión en ese plantel están a la vista y se combinan con la intervención de actores que tratan de sacar provecho a costa de las alumnas. Cuidado y el conflicto escale.

Historias de lucha en torno a la normal rural hay varias: algunas con marchas y expresiones de reclamo y otras con bloqueos carreteros, toma de plazas y enfrentamiento con policías. Las estudiantes de Amilcingo tienen su identidad reflejada en las frases que ilustran los muros de su escuela “Las normalistas estamos más destinadas a dar la vida por la educación que a darla por una misma”.

Quien no conoce su historia ni entiende su ideología está destinado a repetir los errores del pasado; en tiempos de Lauro Ortega, un gobernador querido y poderoso, ocurrieron episodios complicados que obligaron al ejecutivo a sentarse a dialogar en los términos que las estudiantes fijaron; lo mismo pasó con el general Jorge Carrillo Olea, a quien las alumnas doblegaron a pesar del uso de la policía.

Los reclamos que cotidianamente hacen las normalistas son legítimos, quizá no siempre expuestos de la manera correcta, pero válidos. Cuando las peticiones no se escuchan, los problemas escalan, arrastran a las autoridades y pegan en la gobernabilidad. Hoy estamos a punto de ver cómo la historia se repite.

Las estudiantes de Amilcingo no necesitan mucho para explotar, son jóvenes de carácter fuerte, listas para salir a las calles y decididas a actuar de cualquier forma con tal de defender su causa, aún cuando ello implique realizar actos de violencia o poner en riesgo su integridad.

El clima en la escuela Emiliano Zapata está enrarecido por la intervención perversa del líder de la sección 19 del sindicato de maestros y de un grupo de profesores que buscan hacer de la normal un botín personal. Las acciones que llevan a cabo son delicadas porque no solo alteran la paz del plantel, también ponen en riesgo la salud y la seguridad de los estudiantes: les proporcionan alimentos en mal estado y retiran al personal que cuida la institución, dejándolas sin resguardo durante la noche.

El terreno es fértil para que un problema estalle y se contamine con otras historias, como la que se vive actualmente en la normal rural Carmen Serdán de Teteles, en Puebla, donde las alumnas han salido a las calles exigiendo la destitución del cuadro directivo porque no están capacitados para ejercer sus funciones y hostigan a las alumnas. Justo lo que ocurre en Amilcingo.

Recordemos que las normales rurales del país (16 en total) mantienen vasos comunicantes y se unen cuando alguna de ellas salta en pie de lucha; la Emiliano Zapata es muy importante en el mapa nacional, querida por las demás escuelas, guarda una relación estrecha con la de Ayotzinapa, forma parte de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México y es ejemplo de lucha en el país.

Las normales rurales de México son herederas de un modelo educativo con una alta carga ideológica y comunitaria, desde su creación en los años veinte, fueron concebidas no solo como un espacio de formación docente, sino como auténticos centros de formación social y política; en los estados donde están, simbolizan un permanente movimiento de lucha.

La de Morelos es una escuela donde periódicamente surgen demandas por temas internos, como presupuesto, equipamiento, plazas y condiciones de vida en el internado, pero sus peticiones rápidamente trascienden la vida académica y se convierten en un problema social que involucra al gobierno, llama la atención de la sociedad y puede requerir la intervención de las fuerzas de seguridad.

Lo delicado en la normal rural de Amilcingo, además, es su simbolismo: representa a sectores marginados, comunidades indígenas, campesinas y populares, todas relacionadas con movimientos de izquierda y representativas de núcleos sociales que el obradorismo y el gobierno estatal quieren ayudar.

Los conflictos en esa normal han obligado en ocasiones al gobierno estatal a tomar medidas equivocadas o represivas, lo que derivó en violencia y crisis; eso ocurre cuando no atienden las señales previas y reaccionan tarde o cuando las alumnas ya están en las calles. Igual que Ayotzinapa en Guerrero, Tenería en Edomex o Tiripetío en Michoacán, la de Amilcingo es espacio que debe atenderse con cuidado, porque tiene el apoyo de las normales de otros estados.

Si el gobierno morelense no advierte a tiempo esta situación, estaremos de nueva cuenta en la antesala de un conflicto que puede escalar y llamar la atención nacional; el malestar de Amilcingo no es nuevo, pero si creciente y avivado por actores del SNTE que no entienden el riesgo que provocan sus acciones.

Una figura clave en esta historia es Leandro Vique, no solo por ser la cabeza del IEBEM, sino por su conocimiento del sector y su capacidad de acción en el magisterio. El profesor Vique es una figura querida y respetada por propios y extraños, con ascendencia entre sus homólogos y buena capacidad de diálogo con las estudiantes de Amilcingo; si lo dejan actuar y lo apoyan, la buena relación con las normalistas prevalecerá. De no ser por él, el problema ya habría explotado y quizá requerido de intervención policiaca.

Hasta ahora las autoridades han logrado contener la crisis a base de diálogo, pero se enfrentan a los intereses del sindicato magisterial y la actitud provocadora de Joel Sánchez Vélez, a quien parece no importarle que la situación se salga de control y se ponga en riesgo la integridad de las estudiantes.

La lección histórica de las normales rurales en el país, particularmente en Morelos, es clara: no son escuelas cualesquiera, son instituciones con historia en la lucha social, vinculadas fuertemente a sus comunidades y capaces de detonar crisis que trascienden sus muros.

En Morelos donde hoy la gobernabilidad enfrenta presiones muy fuertes por la inseguridad, la crisis económica y la corrupción gubernamental, otro frente de conflicto puede volverse un serio dolor de cabeza para Margarita González Saravia en la víspera de que se cumpla el primer año de su gobierno.

En Amilcingo hay que operar y comunicar, explicar, transparentar y abrir canales de diálogo; negociar no implica claudicar, es evitar que un problema manejable se transforme en crisis. La comunicación es importantísima para que los espacios vacíos no se llenen con versiones interesadas y ello provoque desconfianza dentro y fuera de la escuela.  

Amilcingo es un foco rojo que no puede ser ignorado; si no se actúa con rapidez, dialogo y estrategia, se corre el riesgo de que surja otro frente de crisis social justo cuando lo que más necesita el gobierno es estabilidad.

Las amilcingas tienen memoria y fuerza de movilización nacional, no hay que jugar con ellas.

·         posdata

Esta semana es clave en el desarrollo de la situación en la normal rural Emiliano Zapata. Las acciones comenzaron el lunes pasado con la toma de la escuela, continuaron jueves y viernes con la llegada de las delegaciones de apoyo y siguieron con una marcha pacífica el fin de semana en el poblado de Amilcingo.

Este martes está programada una marcha en Cuernavaca que iniciará en la Paloma de la Paz y terminará en la plaza de armas, frente a la sede del Poder Ejecutivo, donde se entregará un pliego petitorio con demandas específicas. Hagamos memoria:

En agosto de 1997 las estudiantes de Amilcingo cerraron las instalaciones del ejecutivo en Cuernavaca dejando incomunicados a cientos de trabajadores; la protesta tuvo como respuesta el envío de doscientos cincuenta elementos de la policía estatal que en repetidas ocasiones amagaron con desalojar el plantón, lo cual ocurrió de madrugada, dejando como saldo diez estudiantes golpeadas, tres desaparecidos y decenas de jóvenes con crisis nerviosa. Esa decisión colocó al gobierno de Jorge Carrillo Olea en la mira nacional y desencadenó diversos movimientos ciudadanos que se combinaron con la crisis de inseguridad que a la postre obligó al general a solicitar licencia definitiva al cargo.

Una historia similar ocurrió durante el gobierno de Sergio Estrada, cuando la falta de operación política y disposición al diálogo endureció la postura de las alumnas, quienes apoyadas por estudiantes de otros cinco estados bloquearon la caseta de Alpuyeca por varias horas, lo que causó una crisis mediática que obligó al gobierno estatal a desplegar policías. La situación pudo derivar en una tragedia si, como lo quería en ese momento el gobernador, la policía hubiera actuado con fuerza contra las y los manifestantes.

Hace un año, el 09 de septiembre del 2024, las normalistas se plantaron en el zócalo, quemaron colchones y figuras de cartón alusivas a la policía porque las autoridades de educación se negaron a recibirlas y atender un pliego petitorio que incluía la destitución de directivos, mejoras en infraestructura escolar, mejor calidad en los alimentos y seguridad en la comunidad.

La de hoy puede ser una historia violenta si el gobierno del estado no opera, no escucha a las estudiantes y cede a los caprichos del SNTE y de su líder.

Lo que las normalistas piden no es mucho, pero sobre todo es legítimo. El IEBEM está haciendo un buen trabajo de contención, pero requiere que el gabinete político lo ayude.  

·         nota

Para entender cuánto puede escalar en conflicto de Amilcingo lo primero es saber qué es lo que está ocurriendo en la normal. Veamos:

1-    A finales de junio los maestros desconocieron a la directora por no permitir el cobro de asesorías para titulación de las alumnas (13 mil pesos), por lo cual se determinó suspender actividades y no asistir al plantel.

2-    En julio se constituyó una mesa de trabajo a petición del SNTE, en la que dejan sin efecto por procedimientos contra trabajadores por inasistencias y se reinstaló a la directora Mireya Leonor Galindo, acusada de malos tratos a las alumnas.

3-    A través del buzón ciudadano las alumnas denuncian presión y hostigamiento de los maestros Yuvirasi Nolasco, Tonatiuh Tlapa, Saúl Ferrer y Héctor Eliseo para que las alumnas les paguen por asesorías; todos ellos son cobijados por Moisés Hernández.

4-    Denuncian mal manejo en el cuidado y proceso de los alimentos en la escuela, lo que deriva estos se pudra y se proporcione comida descompuesta a las estudiantes; también se retiró al velador del plantel y no existe atención médica para emergencias.

5-    El colectivo de maestros dejó de realizar sus actividades, por lo que las alumnas tomaron la escuela y organizaron marchas para la segunda semana de septiembre.

6-    La comunidad de Amilcingo se solidarizó con las normalistas, aunque hasta el momento las jóvenes han mantenido al pueblo al margen de su movimiento.

7-    A pesar de la crisis, los trabajadores liderados por Moisés Hernández pretenden acudir al Congreso Nacional de Investigadores, dejando sin clases a las estudiantes y afectando su formación académica.

·         post it

Noroña lanzó un reto a los tepoztecos: “quiero ver”, en referencia a la posibilidad de que la comunidad le quite su propiedad de doce millones de pesos.

Los dichos del senador sobre la propiedad privada en el valle sagrado de Tepoztlán exponen su ignorancia y su pedantería; la ley es clara y la idiosincrasia de los tepoztecos no deja lugar a duda: si la población se decide a hacerlo, sí le pueden quitar la posesión de la propiedad.

Agredir verbalmente al alcalde Perseo Quiroz, al secretario Juan Salgado y burlarse de la gente de Tepoztlán es una pésima estrategia.

·         redes sociales

No hay una persona más peligrosa que aquella que no tiene nada que perder. Más aún cuando además son idealistas.

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