Pandemia, guerra, estupidez y hambre
En opinión de Carlos Morales Cuevas
Después de que esta sociedad global sólo compartía la mortalidad, ahora también comparte el miedo y; por ende, el confinamiento a causa del nuevo coronavirus. Tratamos de huir de la muerte e intentamos seguirnos fomentando esa idea ilusoria de la inmortalidad; esa idea en la que, aun estando delante de un cadáver, vemos la muerte como algo ajeno, algo que le pasa a los demás; algún día a nosotros, pero mientras no, simplemente seguimos siendo falazmente inmortales. La pandemia por covid-19, de ninguna manera podría ser considerada lo peor que le ha pasado a la humanidad; empero, los desastres y tragedias anteriores, habían sido mucho más locales, regionalizados, y hoy; un virus recorre el mundo: el virus del SARS-CoV-2 (parafraseando al clásico).
Ahora que la “aldea global” tiene algo más en común que sólo la mortalidad, nos “tranquilizamos” al enterarnos de que nuestro vecino recién finado; verbigracia, murió a manos de un asaltante, con el filo de un puñal, y no, por covid-19. Nos aislamos porque rehuimos al suicidio; sin embargo, la muerte, de ninguna manera dejará pasar la oportunidad del gran festín.
Hace unos días, el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, alertó sobre los 130 millones de personas que, después de esta pandemia, podrían padecer “inseguridad alimentaria”; o lo que es lo mismo, literalmente estar muriendo de hambre y, sumarse a los 135 millones de seres humanos que ya sufren esa situación. Como verdad de Perogrullo, África será el continente más vapuleado; principalmente los países “golpeados por el cambio climático” y, obviamente, los que se encuentran en conflicto, como Siria, por ejemplo.
Sin embargo… la estupidez humana es quizá, lo único realmente infinito…
Algunos días atrás nos enteramos de que, Donald Trump, el gobernante que ha cometido todas las negligencias posibles durante esta pandemia, el mismo que desmintió la amenaza; en una acción sin precedentes, ha suspendido la contribución de Estados Unidos a la Organización Mundial de la Salud. Sí, el hombre que busca una reelección presidencial en la que hasta ahora ha sido la superpotencia imperial por antonomasia, hoy en día acusa a la OMS de “mala gestión”, alegando que la Organización “disimuló la propagación del virus” y asegurando que, “muchas muertes han sido causadas por los errores de la OMS”.
En el articulo Del covid-19 y sus presuntos culpables, publicado en este mismo espacio hace unas semanas atrás, escribí sobre la “necesidad” (o necedad) que tendría “el mundo” de encontrar un judío que hubiera envenenado las aguas; es decir, un culpable de esta pandemia. Trump se ha empeñado en referirse al covid-19 como “el virus chino” o “el virus de Wuhan”; lógicamente, la maquinaria mediática está en marcha y, para no perder la costumbre, la CIA muestra un “inocente” informe secreto que, también para estar a tono, carece de toda prueba.
A mediados de marzo pasado, era considerada simple “demencia de algunos medios” la tesis de que el virus había sido creado en un laboratorio chino y que había “escapado” por negligencia de sus creadores, ahora esa tesis junto con la acusación contra China de haber ocultado las cifras reales de muertos en Wuhan, son el eco del viral informe de la CIA, en los Mass Media. El pasado seis de abril, Radio Free Asia, históricamente al servicio de la CIA, siendo un medio de propaganda estadounidense, decía, ya en un evidente signo de guerra mediática que: los chinos “metían a gente que todavía se movía en bolsas para cadáveres porque no había modo de salvarlos (…) algunos se los llevaban a los crematorios cuando todavía estaban vivos”; por supuesto, a modo de colofón, la emisora de radio en internet, tenía que añadir que no había podido “confirmar estos informes de forma independiente”.
Y bueno, naturalmente, el chivo expiatorio tiene que ser el mismo para todos los socios dueños del mundo. Europa sigue la misma línea editorial que EE.UU., hace unas semanas, en el periódico Le Monde se leía: “Washington, París y Londres se preocupan por las zonas de sombra de Pekín sobre el origen del virus”; mientras que, por su parte, Macron declaraba al Financial Times, refiriéndose al tratamiento que China le ha dado al virus: “hay cosas que no sabemos” y; el diario más importante de Alemania, Bild, cuestionaba en sus páginas si China no “debía pagar indemnizaciones a los países afectados”; y así, un largo etcétera.
Sólo en EE.UU. la “opinión desfavorable” hacia China, ya es de un 66%. Lógicamente, no es fortuito el interés de culpar de este desastre a la nación que, en los últimos tiempos, con su continuo desarrollo económico y tecnológico, ha venido desbancando al imperio norteamericano del podio de primera potencia mundial.
Aunado a todo esto, el descalabro económico que se vislumbra, pinta para semejarse, o incluso superar, al llamado Crac del 29 y la crisis de los años 30. El vecino país del norte sigue liderando todas las estadísticas negativas y, en su lógica neoliberal, en la que no se puede detener la economía, aun a costa de la vida de sus ciudadanos, sigue siendo el epicentro de la pandemia al ser la nación en la que más personas han muerto a causa de la enfermedad respiratoria. Empero, no es sólo EE.UU., la OCDE estima que, en el intento internacional de combatir al nuevo coronavirus, por cada mes de confinamiento, la economía global cae un 2% y, pronostica una contracción del PIB global de -8% para el 2020.
Sin embargo, no todo es covid-19…
En lo que va de este año (en plena pandemia), el Mando para África de EE.UU. (AFRICOM), ha lanzado más ataques aéreos en Somalia que todos los que lanzó durante los ocho años de gobierno de Barack Obama.
Israel, en recientes fechas, ha incrementado en un 6% el número de arrestos de niños palestinos. Según el último informe de Defensa de los Niños Internacional-Palestina (DCIP), hay por lo menos 194 niños palestinos en cárceles israelíes (de entre 12 y 17 años): “Los niños palestinos encarcelados por las autoridades israelíes viven muy cerca unos de otros, a menudo en condiciones sanitarias comprometidas, con acceso limitado a recursos para mantener rutinas mínimas de higiene” y, añade el informe: “El impacto de COVID-19 se ve exacerbado por estas condiciones de vida que hacen que los niños palestinos en las cárceles y centros de detención israelíes sean cada vez más vulnerables”.
Y así, nuevamente, un lamentabilísimo y largo etcétera.
La “guerra” no ha dejado, ni dejara de ser, una prioridad para el capitalismo. Para las grandes potencias sigue siendo “vital” su necedad de “invertir” en la industria armamentista.
El mundo está enfermo, y no sólo de covid-19, sino también, o más bien, enfermo de desigualdad. Para muestra un botón, cada año mueren en el planeta entre 250 000 y 500 000 personas a causa de la gripe común (según datos de la OMS); desde que inició la crisis por el nuevo coronavirus, ya han muerto casi tres millones de niños por hambre y, ¿quién está al pendiente de esas cifras? La crisis sanitaria es terrible, empero, la crisis económica será mucho peor, gracias a los atentados contra la humanidad de Trump y la estupidez en general de algunos “líderes del mundo”.