Juego de Manos - Víctimas futuras

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - Víctimas futuras

La historia que comenzó hace unas semanas con la postura de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en favor del aborto, hoy se sigue desarrollando. A partir de un comunicado emitido en redes sociales, la Secretaría de Gobernación (Segob) anunció que iniciará un proceso de liberación para las mujeres y personas encarceladas por realizar un aborto, o por ser participe de esta práctica. Ello, bajo el argumento de que la Suprema Corte declaró como inconstitucional la criminalización del aborto y, a si vez, fijó una postura en favor del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y su maternidad.

Para esto, señala el comunicado, la Segob trabajará en conjunto con la Unidad de Apoyo al Sistema de Justicia, la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), la Comisión Nacional de Tribunales Superiores de Justicia de los Estados Unidos Mexicanos (Conatrib) y los sistemas penitenciarios y las defensorías públicas de las 32 entidades federativas.

Es innegable que las legislaciones se crean como representación del pensamiento y los valores de un momento determinado, a partir de los cuales se busca dar respuesta a un fenómeno que se considera problemático. En ese sentido, sería inocente pensar que las consecuencias de la criminalización del aborto se reducen a la persecución, procesamiento y sanción de las mujeres que abortan por decisión propia.

De acuerdo con el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), entre 2010 y 2020 se encarceló a 172 personas —28 mujeres y 129 hombres— por el delito de aborto. No obstante, Las Libres —asociación civil feminista guanajuatense— estima que más de 200 mujeres en México se encuentran en prisión por delitos diferentes al aborto (pero relacionados con este), como lo es el homicidio en razón de parentesco, el infanticidio, el filicidio y la omisión de cuidados. Estas mujeres, asegura la directora, Verónica Cruz, “tuvieron partos espontáneos, abortos prematuros o emergencias obstétricas y les configuraron delitos más graves”. Es decir, los impactos de la criminalización y el estigma en torno a las mujeres y personas que deciden interrumpir su embarazo (así como las personas que les apoyan) son más extensos de lo que la luz del foco puede tocar.

Por ello, el combate a esta problemática debe incluir, obligadamente, acciones para desmentir mitos y estigmas alrededor del acto de abortar. En este espacio, se desmentirán algunos de los que ha sido frecuente escuchar. En primer lugar, la despenalización del aborto no significa que las mujeres tendrán una excusa para practicar su sexualidad sin preocupaciones ya que, primero, un embarazo no deseado es tan solo una de las consecuencias de tener una actividad sexual sin protección. Asimismo, el acto de interrumpir un embarazo de manera voluntaria conlleva una serie de consecuencias físicas y psicológicas importantes. Es decir, definir al aborto como una actividad de escape de responsabilidades no solo es erróneo, sino antipático.

Asimismo, existe el pensamiento de que los aborto se previenen a través de leyes punitivas contra quienes lo practican y quienes lo apoyan; sin embargo —y como se puede entender por el punto previo— la decisión de interrumpir un embarazo conlleva una serie de razones que superan las restricciones jurídicas. Es una elección meditada y difícil; por ello, la criminalización del aborto no detiene el acto, sino que obliga a las mujeres y a las personas gestantes a acudir a opciones clandestinas. Criminalizar el aborto lo previene, sino que pone en riesgo la vida de las personas.

Finalmente, uno de los debates que se han encendido en los últimos días, el de la objeción de conciencia. Este recurso jurídico a sido argumento de quienes se oponen al aborto —a pesar de que la objeción de conciencia también implica la responsabilidad de canalizar al paciente a otra persona especialista—. Ahora, a partir de la acción de inconstitucionalidad 54/2018, la Suprema Corte de Justicia de la Nación invalidó el artículo 10 Bis de la Ley General de Salud —que establecía de forma amplia la objeción de conciencia del personal médico y de enfermería— y lo limitó a cuando se pusiera en riesgo la vida del paciente o se tratara de una urgencia médica. Lo anterior, debido a que consideró que este apartado es deficiente en cuanto a sus lineamientos y, a su vez, antepone un derecho individual sobre un derecho humano. Es decir, la objeción de conciencia tampoco es un argumento para deslegitimar el derecho de las mujeres y personas gestantes a decidir sobre su embarazo.

Liberar a aquellas personas involucradas y que apoyaron un aborto en el país es una acción importante, pues retira las acciones penales que criminalizaban un derecho humano reconocido nacional e internacionalmente. Es un avance importante, pero el impulso no debe cesar. Así como se atienden las víctimas inmediatas, se deben establecer mecanismos para prevenir las víctimas futuras. Las acciones planeadas a corto, mediano y largo plazo son fundamentales para hacer de ellas una solución integral, contundente y efectiva. Enhorabuena por los pasos que se han dado, el camino, poco a poco, se acorta.

 

Por cierto:

 

El 22 de septiembre, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cumplió 111 años desde su fundación. Esta institución educativa es casa de estudios de 360,883 estudiantes y 41,332 personas académicas. En materia de investigación, uno de cada 4 artículos científicos mexicanos corresponde a una persona investigadora de esta institución, de acuerdo con su Agenda estadística 2020. También, la UNAM cuenta con convenios de apoyo y colaboración con importantes universidades en México y en el extranjero, como lo es nuestra Máxima Casa de Estudios, la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).

Las universidades públicas son de vital importancia para el desarrollo del país, puesto que son fuente de conocimiento y oportunidades para todas y todos. Su impulso representa una inversión directa en el futuro de las entidades y de México. Desde este espacio, agradezco enormemente la oportunidad de formar parte de la Universidad de la Nación. Las enseñanzas y oportunidades brindadas serán usadas siempre en favor de un bien común. El pueblo a la Universidad, la Universidad al pueblo. Gracias por tanto.

 

 

Por mi raza hablará el espíritu:

  

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