Caricatura Política - Europa 1 –autos eléctricos
En opinión de Sergio Dorado
Por circunstancias que no viene al caso comentar en esta entrega periodística, tuve la oportunidad de pasar dos semanas en Europa, de visita en tres países: Alemania, Francia e Italia. Acabo de regresar y de inmediato me nace escribir sobre algunas reflexiones del viaje, situando a México, que es mi país de origen, como referente de comparación.
Desde luego que los temas de diferenciación pueden ser muy variados, pero uno que llamó primeramente mi atención es la paulatina (e irreversible) tendencia europea hacia la conversión de vehículos de combustión interna a vehículos eléctricos. Asunto que desde luego tiene estrecha relación con el cuidado del medio ambiente del planeta Tierra, donde al parecer los europeos tienen más conciencia que México incluso en tareas cotidianas tales como la separación de los desechos sólidos y biodegradables en al menos cuatro categorías, que dan mejor vista a la limpieza de las calles embellecidas con el arte arquitectónico de Europa. Parecen con más conciencia en medidas de mitigación en el daño y el peligro que representa la contaminación atmosférica de la comunidad global.
Mi estimado amigo Waldemar Hiller, un alemán a quien conocí desde hace casi treinta años en Cuernavaca, tuvo a bien invitarme a Europa y hacer coincidir sus vacaciones de otoño con mi estancia en el Viejo Mundo; así que con su generosidad tuve la oportunidad de conocer algunas ciudades tales como Frankfort, París y Roma, entre otras más pequeñas y villas hermosas cubiertas de hojas de otoño. Durante mucho del recorrido, utilizamos su auto, que es un vehículo eléctrico de modelo reciente, y por ello tema frecuente de nuestras pláticas sobre el cuidado ambiental.
Con una carga eléctrica que toma 30 minutos, su auto puede recorrer hasta 200 kilómetros de distancia, donde puede encontrar otra estación de servicio para repetir la recarga. Pero también tiene él la opción de hacer recargas en casa, de manera más lenta pero más económica, pues mi amigo produce por sí mismo el 40% de energía doméstica mediante energía solar. Comentó al respecto que el clima de México es ideal para la energía doméstica, que reduciría significativamente el precio de la energía eléctrica del hogar, además del cuidado ambiental. Como sea, lo importante del hecho es que la contaminación atmosférica, mediante el uso de autos eléctricos, disminuye significativamente este mal en un mundo que si no pone la atención debida en el asunto, estará incluso en peligro de extinción.
En una de esas pláticas sobre el cuidado del medio ambiente, que sucedió en una cena deliciosa que compartimos en un restaurant de París, con pruebas de cocina francesa y vinos en los que él es experto y yo confirmé mi ignorancia supina sobre mi olfato y gusto vitivinícola, salió el tema de la refinería de Dos Bocas, que como sabemos es parte del plan de desarrollo del presidente de México, incluyendo en el tope de este plan, el propósito de recuperación de PEMEX a como dé lugar, como estrategia crucial para el desarrollo de nuestro país.
Congruente con su posición, mi amigo Waldemar sostuvo que la construcción de nuevas refinerías es un anacronismo histórico muy mal calculado, pues con éstas es apostar a un pasado que inevitablemente va quedando atrás; y lo mejor, desde ya –afirma con seguridad-, es apostar por la energía limpia. Su opinión es que México, en vez de invertir cantidades exorbitantes de recursos financieros en la producción de petróleo y la construcción de refinerías, debiera invertir en crear gradualmente la infraestructura para la energía limpia de los vehículos eléctricos del futuro. “Eso –añadió-, sería más responsable para las nuevas generaciones”.
Mi amigo es un ingeniero experto en energía limpia, por eso consideré que el tema que trato aquí tiene su relevancia, pues incide en la calidad de la vida humana. Nada más imagine usted, estimado y único lector, la ciudad de México sin smog como para comprender la dimensión de la conversión hacia las energías limpias del futuro. En la actualidad no parece haber mejor opción que ésta, pues hasta ahora la contaminación atmosférica con bióxido de carbono se ha dado de manera irresponsable, al grado que el problema es ya alarmante y merece medidas radicales.
Visto así el asunto no queda más que esperar que el presidente de México esté siendo asesorado por expertos en materia de energía y no nos arrepintamos de heredar un peor México a nuestros hijos. Ojalá Dos Bocas no sea una especie de capricho irresponsable y el plan muestre mala cara al final del sexenio en curso.