Juego de Manos - Política y redes sociales

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - Política y redes sociales

El dinamismo social obliga a las y los buscadores de la apreciación pública a adaptarse a las nuevas formas de comunicación. Esta es una regla general que se ha acelerado en los últimos tiempos, con la apresurada evolución de la tecnología. Hace algunos años, Facebook se posicionaba como la red social predilecta para el análisis e implementación de la retórica electoral, pero, naturalmente, su reinado digital se ha diluido ante la aparición de nueva y diferentes plataformas de internet.

Tal es el caso de TikTok, de origen chino, cuya presencia en los dispositivos de las y los mexicanos va en acenso y sus demográficos en expansión. Anteriormente, la inclusión de esta red social en las estrategias políticas parecía impensable, toda vez que su público y contenidos eran reducidos y poco viables para las personas interesadas; no obstante, la situación actual es diferente.

Y es que, en el pasado hubo quienes observaron (o le atinaron a) el crecimiento que se vislumbraba en el horizonte de esta red social —que hoy cuenta con decenas de millones de personas usuarias en nuestro país —; algunos entendieron la dinámica y se subieron a la ola con contenidos congruentes con su imagen, pero adaptados a esta dinámica de microvideos. Otros más, detectaron esta ventana de oportunidad, pero fallaron en el intento de aprovecharla, con lo que sus contenidos pasaron de la incomodidad ajena al olvido permanente.

Hoy, la situación es distinta. Día con día vemos cada vez más personalidades públicas que buscan aprovechar el bono demográfico presente en esta red social, pero, para su desgracia, no parecen haber aprendido de las fallas del pasado. Nuevamente, los errores y el olvido son los resultados de la gran mayoría. ¿A qué se debe este fenómeno?

En primer lugar, debemos entender que esta, como toda red social y medio de comunicación, tiene públicos específicos y, por ende, métodos de comunicación particulares. Esto no se trata solo es identificar la estrategia efectiva para que los mensajes permeen y lleguen a los objetivos deseados, sino que, además, hay que diversificar cada mensaje para que encaje dentro de las diferentes plataformas digitales. En otras palabras: lo que pega en Facebook no pegará igual en Instagram, Twitter, Tik Tok o WhatsApp.

Posteriormente, hay que entender desde dónde se busca posicionar un mensaje. Los videos de una persona joven que pretende hacerse de seguidores para iniciar una carrera como creadora de contenido, no serán (o no deberían ser) los mismos de un personaje público en campaña política, de un medio de comunicación en busca de nuevos canales o de las y los miembros de la academia o comunidades científicas que buscan esparcir conocimientos. El dinamismo no solo está en los fondos, sino que debe presentarse en las formas también.

Por último (aunque, quizá, más importante) hay que preguntarse el objetivo por el cual se quiere emprender esta odisea. La lógica escolar de hacer las cosas únicamente por cumplir no solo queda rebasada, sino que es contraproducente ante la crítica y la ferocidad de las comunidades digitales. Debe de tenerse clara la meta a la que se pretende llegar y la función que se le dará al nuevo público creado en internet; de lo contrario, es mejor un buen silencio que un mal mensaje.

 

Por cierto

 

A dos semanas de que se llevara a cabo la manifestación en favor del INE, la Ciudad de México volvió a ser sede de evento multitudinario. En esta ocasión fue el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien encabezó una marcha para celebrar los 4 años de su gobierno, la #MarchaDelPueblo, como fue etiquetada en redes sociales.

La capital, que se ha caracterizado por ser un espacio predilecto para manifestaciones de todos colores, recientemente ha vivido algunos de sus momentos más importante en cuanto al tamaño de las manifestaciones que alberga. A manera de contexto, la lluvia de estimaciones respecto a la afluencia de la protesta del 13 de noviembre oscilaba entre las 10 mil y más de medio millón de personas asistentes; la de este domingo, en estricto apego a las palabras del secretario de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, se estima que fue de “un chingo y dos montones” o, de acuerdo con la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, la Secretaría de Seguridad Ciudadana reportó una asistencia de 1.2 millones de personas.

Como era de esperarse —y tal como ocurrió con el caminar de la oposición— las descalificaciones del sector contrincante no se hicieron esperar, en esta ocasión, con un punto central en los señalamientos de acarreo de personas, descrito de manera anecdótica —es decir, a ojo de buen cubero— y como registro —con imágenes y estimaciones presupuestales—.

Sobre ello, vale la pena mencionar que, contrario a lo que se señala, está no es una competencia por establecer quién tiene el mayor poder de convocatoria, sino que se trata de una competencia por definir las preferencias de la opinión pública mediante la muestra de fuerza por ambos bandos. Quienes acudieron a una u otra marcha este mes no serán necesariamente quienes acudan a votar en las elecciones que les correspondan, ni es garantía que voten en favor del grupo al cual apoyaron durante sus movilizaciones.

Esta será una prueba de resistencia y de solidez de bandos. Como ya se demostró, los conflictos internos son el punto débil de ambos bandos, y ventanas de oportunidad para los contrincantes. Las elecciones a celebrarse el próximo año serán un termómetro de mucho valor, y las encuestas dan cuenta de que la moneda sigue en el aire. Ojo, que en un mes diremos adiós al 2022.

Este evento fue un regreso para el presidente a su zona de confort, pues su trayectoria política se ha caracterizado por una oposición férrea, que se apoya de la ciudadanía para proyectar mensajes colectivos. Es esa la razón por la cual el sustento discursivo de la administración actual es la aprobación del pueblo y, por ende, la razón de ser de esta movilización.

No está de más mencionar que la fiesta Cuatroteísta fue también punto de reunión para corcholatas y/o aspirantes a corcholatas, donde las redes se pintaron de guinda con el amor por el presidente, el partido y, de paso, el relevo generacional. El rey aún no ha muerto, pero ya se corean los “vivas” en direcciones dispersas.

 

La paciencia es la virtud del sabio:

diegopachecowil@gmail.com