Conflictos Interminables
En opinión de César Daniel Nájera Collado
El 5 de junio de 1967, después de varios meses de creciente tensión, Israel da inicio a la “Operación Foco”, y ataca varias bases aéreas egipcias en tres oleadas devastadoras. La coalición árabe, formada por la Egipto, Siria, Irak y Jordania, responden bombardeando la parte israelí de Jerusalén, además de varias comunidades de Galilea. Sin embargo, Israel logró continuar con la aniquilación de las bases aéreas árabes y de los ejércitos opositores, provocando la inevitable retirada de las tropas sirias, y en tan solo seis días, ganando la guerra que llevaría en nombre de su duración. Después del 10 de junio, Israel ya había incorporado a su dominio Jerusalén Oriental y toda Cisjordania, además de la península del Sinaí y la Franja de Gaza.
Este conflicto dejó más de 23,000 muertos, el doble de heridos y un odio entre naciones que no hizo más que incrementar. Los territorios árabes consideraron a Israel un mayor intruso y potencia ocupante, y el nacionalismo palestino creció exponencialmente. Varios conflictos armados le siguieron, y el desprecio entre naciones continúa hasta la fecha, con bombardeos entre Israel y Palestina que han quitado cientos de vidas en menos de un mes.
Hace poco escuché a personas comentando que la guerra es la única solución. ¿De verdad? ¿Qué tanto solucionaron las guerras anteriores? ¿Qué tan insignificantes son las vidas de las personas que se ven sepultadas por las construcciones derribadas a causa de los misiles? Es peligroso tener esta mentalidad que fomenta el odio y la muerte del diálogo. En un mundo tan incierto, es fácil que la enemistad crezca en todos lados. Si bien no hay mucho que podamos hacer para frenar los ataques, procuremos no dejarnos conquistar por el desprecio y la descalificación de los demás. La culpa y la razón son difíciles de poseer por siempre. Al menos en nuestro país, no fomentemos el odio y el faccionismo extremo.