Juego de Manos - Abrir o Morir
En opinión de Diego Pacheco
Al inicio de la semana pasada, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, anunció que habría sanciones para los restaurantes que abrieran sus puertas a partir del lunes 11 de enero; ello debido a que la capital se encuentra en un punto crítico de la pandemia, donde los contagios siguen en aumento y la capacidad hospitalaria se acerca cada día más a la saturación total.
No obstante, como respuesta a ello, el gremio del sector restaurantero hizo un llamado a que les permitieran operar, puesto que han sido uno de los sectores más afectados por la pandemia. Bajo la bandera de #Abriromorir, señalaron que no aguantan más tiempo con las puertas cerradas, por lo que continuarían operando con el cuidado de las medidas de sanidad.
Quienes protestaron el día lunes por que se les permitiera trabajar señalaron, además, que no existen consideraciones iguales por parte de las autoridades hacia los distintos sectores económicos frente a la pandemia, puesto que mientras las y los empresarios restauranteros han tenido que absorber el impacto económico del covid-19 —usando todos los recursos a su disposición para cuidar, por un lado, a sus trabajadoras y trabajadores y por otro, el no cerrar definitivamente—, el gobierno ha dado muchas facilidades al sector informal para continuar con sus actividades.
Esta pandemia da cuenta de la multidimensionalidad de las problemáticas sociales. Tan solo en este caso en particular hay dos principales dilemas. El primero, entre maximizar la protección de la salud de las personas o procurar la economía de nuestras familias; en este caso cualquier solución parece ser un perder-perder, puesto que no puede concebirse una sin afectar a la otra.
Por otro lado, se encuentra el debate alrededor de la procuración del sector informal sobre el formal. En este caso, más allá de fijarse en las grandes cadenas y restauranteras, el sujeto de estudio del comercio formal deben ser las micro y pequeñas empresas, las cuales son el eslabón más vulnerable del sector. Aquí, más allá de polarizar las posiciones, se debe tener en cuenta que ambas son actividades esenciales, pues sobre ellas se recarga la vida y el bienestar de las personas directa e indirectamente involucradas en ellas. La solución no es cerrar, sino monitorear que se cumplan las medidas y generar condiciones para que se pueda transitar a una nueva normalidad (que, por cierto, ¿no ese era el plan?).
En la primera etapa de la pandemia, el cierre casi total de las actividades públicas en el país pudo haber sido una estrategia valida para mitigar contagios; no obstante, el desgaste socioeconómico nacional hace que esa estrategia esté hoy superada. Suspender actividades y recargar los impactos económicos en los hombros de las empresas solo aumentará el —ya alto— número de personas que han perdido su negocio o su trabajo durante esta pandemia. Se estima que, tan solo en el Valle de México, han cerrado alrededor de 13,500 restaurantes, número que habríamos de que crecer exponencialmente para dimensionar la perdida de empleos que representa.
Aquí, quienes resultan principalmente afectados son quienes menos tienen. La adaptación a una dinámica de prestación de servicios a distancia requiere de tecnología y conocimientos para intentar competir en esta arena, para la que nuestro país no estaba preparado. Se debe trabajar en una solución más profunda.
Terreno incierto
En Morelos, Javier Bolaños anunció su salida del PAN luego de 22 años de militancia. La dirigencia estatal del estado se equivocó al anteponer sus intereses personales sobre una candidatura con altas posibilidades de ganar. Lo que llegó de sorpresa fue que, días después, el ahora expanista se presentara en un evento partidista de Fuerza por México (sí, el partido rosa de Pedro Haces) acompañado del exgobernador Sergio Estrada Cajigal.
En política las cosas cambian constantemente, por lo que su seguimiento es un trabajo de tiempo completo. El panorama que se visualizaba hace seis meses no es el mismo que existía hace dos ni tampoco el que vemos hoy. Los punteros cambian, las alianzas se rompen y cada movimiento afecta en la estrategia de los demás. Es un juego de egos e intereses, en el que las cartas son tan frágiles como torres de naipes.
Bolaños es el candidato con mayores preferencias de esta contienda y, ahora, del lado de Sergio Estrada, mueve todo el tablero electoral. El voto opositor se pulveriza, dejando como único beneficiado al partido en el poder y, así, será muy difícil que podamos ver un verdadero cambio en nuestra ciudad. Esta es una carrera a nueve años y varios partidos apuestan por llegar en con las agujetas enredadas. Aguas.
El Zuckerberg mexicano
En conferencia de prensa mañanera, el mandatario federal dio instrucciones al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) de buscar alternativas de redes sociales para que se garantice la libertad de expresión en México. Twitter y Facebook parecen ya no ser del agrado del presidente. ¡Ora! ¿Y las benditas redes sociales?
Esto se enmarca en un contexto en el que, al exterior, le bloquearon las redes sociales a Donald Trump —lo que no le cayó en gracia a AMLO— y, al interior, el presidente se encuentra en una disputa con el INE para que no le suspendan sus mañaneras en periodo electoral. Ojo, que no se confunda la libertad de expresión con la libertad de MI expresión.
Otra cosa, hay que tener bien clara la diferencia entre la libertad de expresión y los discursos de odio. El primero es el ejercicio libre de hacer uso de nuestra voz (literal y figurativamente), el otro es un ejercicio que incita a violencia en contra de un sector; sí, como lo que vimos en el Capitolio hace unas semanas. El primero aporta a la construcción de sociedades más completas, el segundo divide a la ciudadanía para fragmentar a la sociedad.
Por cierto
El surrealismo mexicano es insuperable. Esta semana, Carlos Villagrán (sí, Quico de El Chavo del Ocho) se registró como precandidato a la alcaldía de Querétaro, bajo la bandera de Querétaro Independiente, un partido local. Se está haciendo costumbre la postulación de candidatos “famosos” y ajenos a las esferas de la política y la administración pública. Nos adentramos a un camino peligroso, donde las contiendas electorales se convierten en meros concursos de popularidad.
Si se antepone la rentabilidad electoral de una candidatura sobre la capacidad que tiene la persona para desempeñar las funciones del cargo, será muy complicado dar solución a nuestros problemas mediante el sufragio; al contrario, estaremos cavando nuestro propio final. Necesita haber un balance, no es lo mismo ganar en las urnas que ocupar un cargo, porque no se gobierna con aplausos y la gente no come de discursos.
¡Uy, así que chiste!: