Escala de Grises - ¿Virtudes o defectos?
En opinión de Arendy Ávalos
El lunes 21 de marzo, además de conmemorar el natalicio de Benito Juárez, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador celebró la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). El evento se realizó el pasado lunes, con la asistencia del presidente de la República, quien estuvo acompañado por algunos integrantes de su gabinete.
Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México; Alfredo Del Mazo, gobernador del Estado de México y Omar Fayad, gobernador de Hidalgo también estuvieron invitados. A las instalaciones también acudieron figuras como Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa; Isidoro Pastor Román, director general del AIFA y la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller.
A pesar de que AMLO se abstuvo de subir al podio a dar un discurso, la obra aeroportuaria fue alabada por cada una de las personas asistentes. Alfredo Del Mazo definió al AIFA como “la obra de infraestructura más importante en nuestro país” en lo que va del siglo XXI y aplaudió la determinación que tiene el presidente para alcanzar sus propósitos y cumplir sus compromisos.
Por su parte, Claudia Sheinbaum sostuvo que quienes están en contra del AIFA son “aquellos que miran exclusivamente por sus intereses personales” y aquellos que no entienden que México ya cambió. Además, aseguró que el aeropuerto constituye la esencia de la cuarta transformación, pues antepone la aportación a la nación y no el negocio o el privilegio.
Los halagos continuaron en voz de Omar Fayad, quien insinuó que el aeropuerto de Santa Lucía beneficiaría no solo a la Zona Metropolitana del Valle de México, sino a todo el país. Del mismo modo, extendió una felicitación al gobierno de México por, según él, “apegarse a los principios de austeridad” y terminar una obra tan importante en tan corto tiempo.
Como le digo siempre: las palabras importan y hay que usarlas con cuidado. La estructura de los halagos dirigidos al presidente y a su gobierno también forman parte de las críticas que AMLO, sus asesores y hasta el mismo gabinete han evadido por años. Algo de verdad impera en los discursos de Alfredo, Claudia y Omar.
Mientras algunas personas utilizan la palabra perseverancia o determinación, otras usan necedad para describir a López Obrador. ¿Virtudes o defectos? Depende del cristal con que se mire, por supuesto. Por otro lado, claro que el AIFA representa el gobierno de la 4T, porque ese era el objetivo desde el principio.
La administración de Andrés Manuel se ha empeñado en destruir todo aquello que haya sido edificado por gobiernos anteriores, por la “mafia del poder”. Desde programas como las Escuelas de Tiempo Completo hasta el difunto Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México se han cancelado para dar paso a los proyectos de AMLO.
La austeridad la ponemos en duda, como siempre. Y es que, tan solo en la propaganda de la Revocación de Mandato, se han invertido más de 5 millones de pesos. Finalmente, la aseveración de Omar Fayad también resulta peligrosa, pues el tiempo invertido en la construcción de la obra no asegura que funcionará de manera ideal. Para muestra bastaría preguntarle a Marcelo Ebrard, a ver qué nos responde.
A pesar de que López Obrador aseguró que el proyecto resolvería problemas como la saturación en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), la población no se mostró tan convencida. Una de las principales quejas sobre el proyecto fue el tiempo de traslado y la inversión que se debería hacer para llegar al AIFA y volar desde ahí. Al respecto, el presidente aseguró que el trayecto desde la zona centro de la CDMX hasta el AIFA no supera los 40 minutos. Vemos.
Como si la controversia alrededor del AIFA no fuera suficiente, los acontecimientos registrados durante la inauguración se viralizaron para dar paso a una ola de desafortunados comentarios. A falta de establecimientos de comida en el aeropuerto, comerciantes decidieron acudir y aprovechar esa ventana para ofrecer sus productos.
Diferentes señoras llegaron a colocar sus puestos ambulantes para ofrecer las mismas doradas o “tlayudas chilangas” que venden en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Tal fue el éxito que había filas de hasta treinta personas. Lo que bien pudo interpretarse como una técnica de emprendimiento o una “mente de tiburón” fue criticado hasta el cansancio en plataformas digitales.
Entre las quejas más populares se encontraba la imagen de una señora atendiendo su puesto, acompañada del siguiente texto: “No podían faltar las tlayudas en el AIFA. Me da tristeza que nunca vamos a ser un país de primer mundo. Somos la cultura del tianguis y la garnacha”. El clasismo en su máxima expresión.
¿Qué pasaría si, en lugar de doradas, hubieran vendido hamburguesas o crepas? ¿La reacción hubiera sido la misma? El problema es pensar que México es un país tercermundista debido al comercio informal o a la venta de alimentos como las “garnachas” y no a la falta de oportunidades para las personas que forman parte de los grupos vulnerables.
El problema es pensar que “el pobre es pobre porque quiere” y no considerar que la pobreza es un conflicto estructural y sistemático que no se resuelve únicamente con “echarle ganas”. El problema está en solo admirar la comida tradicional mexicana que se vende en restaurantes de talla internacional, mientras se desprecia su consumo en un lugar como el Aeropuerto Internacional.
Qué sencillo es preocuparse por dar una “mala imagen” a nivel internacional, mientras se ignoran las causas económicas, políticas y sociales que están alrededor de una sola señora vendiendo comida hecha a base de maíz, frijoles y nopales. De todos los problemas que rodean al país y que lo posicionan como “de tercer mundo”, las tlayudas chilangas son el último.
O usted cuénteme, si se viera en la obligación de clasificar su preocupación por los once feminicidios diarios en el país, el asesinato a periodistas y activistas en México, la violencia de género, la impunidad, la falta de condiciones laborales dignas, la violación constante a los derechos humanos, el aumento en las cifras de pobreza extrema y la venta de garnachas en el AIFA, ¿cuál pondría primero?
Cada quien:
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