Observador político - Conflicto de intereses políticos en Temixco
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes
La política, cuando es movida por motivaciones personales y no por el bienestar de la comunidad, puede desencadenar resultados nefastos. En el caso de Juana Ocampo, alcaldesa de Temixco, esta afirmación cobra sentido, ya que a pesar de un desempeño desastroso en áreas cruciales como la seguridad, programas sociales e infraestructura, la edil no solo pretende seguir cobrando facturas de los logros que sí alcanzó su difunta hija, Gisela Mota.
LUCHA DE PODER.- El ascenso de Juana Ocampo al poder se basó en la tragedia personal del asesinato de su hija, Gisela Mota Ocampo, quien trágicamente perdió la vida poco después de asumir el cargo de alcaldesa. Aprovechando esa circunstancia y la empatía que generó, logró ganarse el respaldo de los habitantes de Temixco y de su partido, Morena.
Sin embargo, las comparaciones entre madre e hija son esclarecedoras; mientras que Gisela Mota se erigió como una líder genuina, trabajadora y talentosa, ascendiendo a puestos importantes tanto en el ámbito local como federal, por otro lado, Juana Ocampo logró capitalizar la tragedia de su hija para ganar una única posición importante, sin demostrar la misma dedicación, capacidad y ganas de superarse para lograr el bienestar de sus conciudadanos.
Hay que recordar que la gestión de Juana Ocampo ha estado marcada por un incremento alarmante en la incidencia delictiva, convirtiendo a los ciudadanos en rehenes de la inseguridad; el municipio, que alguna vez fue un lugar de relativa tranquilidad, ahora se encuentra bajo la sombra del miedo constante. Las narcomantas que mencionan presuntos lazos entre Ocampo, su síndico Andrés Duque Tinoco y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) son una manifestación clara de la infiltración del crimen en las esferas políticas locales.
FABIOLA Y DUQUE VS JUANA OCAMPO.- Duque Tinoco, por su parte, representa otro ejemplo de cómo la política se ha convertido en una plataforma para avanzar intereses personales y familiares; su influencia política en las altas esferas del poder Ejecutivo estatal le permitió colocar a su esposa como directora general del Instituto de Crédito del Gobierno del estado, evidenciando cómo las redes de poder se tejen con impunidad. La ambición de Juana Ocampo por la reelección y la aspiración de Duque Tinoco a la alcaldía representan un choque de egos y una lucha por mantener el control del municipio.
En medio de esta contienda interna, emerge Fabiola del Sol Urióstegui, esposa de Duque Tinoco, como una figura que ha acumulado apoyo dentro de Morena; su influencia y ambiciones políticas generan una tensión adicional en la política local, y su capacidad para acumular votos supera incluso a la alcaldesa actual y como ejemplo esta la última elección interna del partido guinda donde logró acumular más votos incluso que la propia alcaldesa de Temixco, demostrando con hechos que ella es quien tiene la fuerza al consejo; por si fuera poco, hay coincidencia con el delegado especial del Comité Ejecutivo Nacional en funciones de presidente Ulises Bravo Molina, y por tanto, ahora tendrán que jugar el ajedrez político en Temixco para definir en breve a quienes serán los abanderados a los distintos cargos de elección popular.
El futuro político de Temixco parece ser parte de un reacomodo más amplio donde buscan el impulso de las figuras nacionales como “El señor de las ligas”, René Bejarano y su esposa Dolores Padierna del Movimiento Nacional por la Esperanza, que apoyan a Juana Ocampo. Por ende, la lucha interna de poder refleja el alejamiento de los líderes actuales de su supuesta misión de representar y mejorar las vidas de los ciudadanos.
La reelección de Juana Ocampo, en este contexto, se presenta como un acto de desprecio por las necesidades y la seguridad de los habitantes de Temixco, ya que en lugar de responder a la creciente inseguridad y a los problemas sociales, tal parece interesada solo en mantenerse en el poder, ignorando las voces de aquellos que deberían ser su prioridad.
El futuro del municipio está en juego y, lamentablemente, la lucha por el poder parece estar eclipsando cualquier posibilidad de progreso genuino.
FEMINICIDIOS, VIOLENCIA QUE PERSISTE.- En la sombría estadística de feminicidios en Morelos, la Comisión Independiente de los Derechos Humanos que bien tienen de presidir Jualiana García y José Martínez Cruz, dan a conocer cifras consideradas como “focos rojos”, es decir, datos alarmantes que tendrían que obligarnos a reflexionar y ver la triste realidad que vivimos todos los días en esta bendita tierra morelense. Y es que, de acuerdo a los datos crudos que no pueden ser ignorados dan a conocer que, desde el inicio de la Alerta de Violencia de Género (AVG) en agosto de 2015 hasta julio de 2023, un total de 711 mujeres han perdido sus vidas de manera violenta en el estado.
Estos números, aunque fríos, son una llamada urgente a la acción y una denuncia de un sistema que ha fallado en proteger a las mujeres y en garantizar justicia, sobre todo porque revelan que las jóvenes mujeres entre 21 y 30 años son las más vulnerables, con 274 casos documentados en este rango; por lo que resulta inaceptable que las cifras sigan siendo tan alarmantes incluso en edades más tempranas, con 131 registros de feminicidios en el grupo de 11 a 20 años. Esto debería ser motivo de alarma para una sociedad que debería estar criando a sus jóvenes en un ambiente seguro y equitativo.
Los municipios más afectados, encabezados por Cuernavaca con 269 casos, exponen un patrón preocupante. La concentración de feminicidios en ciertas áreas es un indicador de desigualdades estructurales y falta de atención gubernamental. Estas cifras reflejan no solo la violencia de género, sino también una crisis más amplia de seguridad y protección ciudadana.
Los activistas evidencian que, la falta de respuesta efectiva por parte del sistema judicial agrega una capa de injusticia a esta tragedia, más aún porque tras el informe del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) resulta impactante que de las 684 muertes violentas de mujeres documentadas por la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos, el TSJ solo reporta 358 carpetas administrativas registradas. Ello, deja al descubierto una laguna alarmante en el proceso de documentación y denuncia de estos crímenes, y resalta la invisibilización de cientos de vidas perdidas.
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