El tercer ojo - Hagamos un poco de historia sobre las vacunas
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
Ahora que el Gobierno Federal ha anunciado que nuestro país, junto con el de Argentina, maquilará la vacuna, deseada y soñada amplia y masivamente, para prevenir el contagio de la enfermedad producida por el COVID-19, y ahora mismo que ha dicho que es muy probable que para antes de fin de año pueda distribuirse de manera amplia, masiva y gratuita en México, considero prudente escribir esta reflexión.
Hemos sido testigos, al mismo tiempo, de una “lucha feroz” entre las grandes corporaciones de la Industria Químico-Farmacéutica, así como las de producción de alimentos, entre otras, por “ganar los mercados”, aprovechando esta epidemia y pandemia. Por ejemplo, Reino Unido, Estados Unidos, China y Rusia, promueven no solo la investigación a este respecto, también afirman poseer la vacuna por vez primera. De la misma manera, observamos una “batalla campal” por ganar los “mercados” de los instrumentos de diagnóstico, prevención y atención de la enfermedad derivada de la actividad de este agente patógeno, así como de los fármacos más eficientes para tratar y atender a los pacientes que adquirieron la enfermedad referida.
Considerando, a su vez, que el “miedo al contagio” y la probabilidad efectiva de ser fuente o recepción de contagio ha propiciado un conjunto de condiciones para que los Estados y gobiernos del orbe diseñen e instrumenten programas de acción en aras de mitigar, controlar, atender y prevenir las consecuencias del COVID, y tomando en cuenta que la apuesta es la producción de una vacuna confiable y eficaz, en virtud de que ello permitirá trascender la etapa de “arresto domiciliario” y “distanciamiento físico”, entre otras medidas preventivas, pienso que es oportuno escribir algo al respecto.
¿Qué es una vacuna?
Para comenzar conviene decir que: La palabra “vacuna” proviene del latín vacca que significa vaca (ese animal que conocemos perfectamente) y este hecho indica que las vacas estuvieron involucradas en el proceso de invención de la primera vacuna.
Enseguida, Las vacunas son un preparado de “antígenos” que, una vez dentro del organismo, provoca la producción de “anticuerpos” y con ello una respuesta de defensa ante microorganismos “patógenos”; como se sabe, esta respuesta genera, en algunos casos, cierta memoria inmunitaria produciendo “inmunidad transitoria” frente al ataque patógeno correspondiente.
Además, Las vacunas se clasifican en dos grandes grupos: a) Vacunas vivas atenuadas y, b) Vacunas inactivadas.
Luego entonces, Las vacunas son el principal logro de la investigación biomédica y una de las principales herramientas para la mejora de la salud y la calidad de vida de nosotros, los seres humanos.
Algunos datos históricos.
Según se cree, los datos más antiguos que se conocen sobre la historia de la vacunación datan del siglo VII (d.n.e.), cuando budistas indios ingerían veneno de serpiente con el fin de ser inmunes a sus efectos.
Como ya ha sido documentado, Edward Jenner, observó y documentó que las recolectoras de leche adquirían, ocasionalmente, una especie de “viruela de vaca” o “viruela vacuna” por el contacto continuado con estos animales, y que luego quedaban a salvo de enfermar de viruela común. Trabajando sobre este caso de inoculación, “Jenner tomó viruela vacuna de la mano de la granjera Sarah Nelmes. Insertó este fluido a través de inyección en el brazo de un niño de ocho años, James Phipps. El pequeño mostró síntomas de la infección de viruela vacuna. Cuarenta y ocho días más tarde, después de que Phipps se hubiera recuperado completamente de la enfermedad, el doctor Jenner le inyectó al niño infección de viruela humana, pero esta vez no mostró ningún síntoma o signo de enfermedad”.
Años después, en 1881, Louis Pasteur llevó a cabo un experimento público para
comprobar la efectividad de la vacuna antiantráxica ideada por él, en la granja, hoy
histórica, de Pouilly-le-Fort.
A partir de aquí la producción, distribución y consumo de las vacunas es una de las acciones más relevantes dentro del ámbito de la salud pública.
Pero… siempre hay un pero… o dijera Carlos Monsiváis, presentemos el optimismo documentado.
En nuestra “Era COVID-19” existe una cantidad importante de vacunas para prevenir otro tanto significativo de enfermedades; sin embargo, a pesar de que se ha declarado la erradicación de la Polio, el Sarampión, la Tuberculosis o algunas más, siguen siendo objeto de preocupación en sistemas sanitarios de varias naciones.
No basta con la posesión de las vacunas; hoy por hoy sabemos que las creencias, actitudes o disposiciones de las personas, grupos o colectividades podrían oponerse activamente a vacunarse.
Sabedores somos además de que la corrupción e impunidad que ha mantenido en nuestra América Latina a los gobiernos ha acarreado consecuencias negativas en los sistemas de salud pública.
Por ello deben ser consideradas estas dos cuestiones para no sucumbir ante la euforia.