El que olvida
En opinión de César Daniel Nájera Collado
En 1999, el Doctor en Sociología francés Loïc Wacquant tuvo la lucidez de observar el rumbo que el mundo del siglo XXI tomaría, mencionando una progresiva “penalización de la pobreza”. Al rubro de los indisciplinados, donde se encuentran desde asesinos hasta estafadores, se le han añadido los pobres, un nuevo tipo de criminal que, en la mayoría de las ocasiones, es más víctima que victimario. Sin embargo, al mundo líquido actual poco le importa la estructura de un sistema diseñado para ignorar no solo la miseria, sino también a los miserables.
Es evidente que un efecto ya presente de la pandemia es la crisis económica. Y ante las recesiones y depresiones, desde inicios del siglo pasado Keynes ya planteaba el intervencionismo estatal (gasto público) como la mejor opción para enfrentar el problema. Por esto, varias administraciones han aumentado el gasto como motor de ayuda para los más vulnerables. Pero la de López Obrador no. Varios economistas proponen la realización de proyectos masivos de infraestructura para la generación de empleos, cosa que el gobierno solo tomó como pretexto para impulsar aún más Dos Bocas, Santa Lucía y el Tren Maya, proyectos que siempre han sido inamovibles, mas por cuestiones de instauración de poder que de desarrollo económico. Asimismo, no debemos olvidar que uno está basado en el recurso más desvalorizado actualmente.
El gobierno del pueblo, de las masas, al final ha quedado en mera propaganda. Ni siquiera se ha instaurado un seguro de desempleo decente. López Obrador se ha olvidado de sus votantes, y “casi sin querer”, se ha vuelto parte de lo que representará, en no mucho tiempo, una masiva penalización de la pobreza. Porque es más fácil castigar y lavarse las manos que recordar, sobre todo para él.