Punto Kairo - Ayotzinapa y la maldad del Estado
En opinión de Juan Salvador Nambo
El próximo 26 de septiembre se cumplen nueve años de la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Seguimos sin poder hacer luto. Es evidente la impunidad y la enseñanza que nos deja el Estado en el sentido de que hay tecnologías, hay medios, hay genialidades que alimentan el lado oscuro, la maldad de nuestra sociedad y sus líderes.
González (2019) destaca que la desaparición no es que los policías municipales se hayan llevado a los jóvenes, eso es la detención, la aprehensión. Hasta ahí, no hay desaparición. La desaparición comienza cuando los policías, cuando el ministerio público, las autoridades dicen: ya no están aquí y no sabemos dónde están. Cuando Abarca y su esposa, recién ocurrida la abducción, se van del pueblo y tampoco saben, cuando pasa una semana, nueve años y nadie sabe qué pasó.
¿Qué es la desaparición? distraernos, confundirnos, que pase el tiempo, que los testigos mueran, que se confundan los testigos. La desaparición es el conjunto de todas las prácticas institucionales, burocráticas, policiales, mediante las cuáles se hace perdedizo el destino de aquél que fue abducido.
Cuando Murillo Karam inventa una verdad histórica: dice que ya los encontraron y que están en dos bolsas y que son cenizas: “La tecnología de la desaparición es un proceso muy complejo donde hay una parte militar o policial que es ‘la abducción’, hay una parte más importante que es burocrática y política cuando el Ministerio Público dice: ya no sabemos dónde están, quién sabe quién se los llevó. Pero también cuando al final el procurador de la nación nos dice: ya no sabemos qué pasó con ellos porque son cenizas. En ese momento pretenden culminar la desaparición. De nosotros depende que los dejemos o que no los dejemos, porque no son 43, son miles”, destaca el investigador.
¿Por qué evoluciona de 570 que dice el comité Eureka en la década de los 69 a cerca de 30 mil cuando ocurre lo de Ayotzinapa?
Primero: la impunidad rampante. Si se sabe esto desde hace mucho tiempo y no se castiga ¿No es un permiso para que se sigan desapareciendo? Para seguir usando la práctica. Es un permiso social y político.
Segundo: el Estado fue el que inició esto. Esta tecnología la inició el Estado. Fue el Estado entendido como un entramado, como un enrejado, como una red de complicidades que va desde el policía hasta el presidente de la república, por eso es el Estado. Tiene concreción si uno lo ve así y en el largo plazo.
Tercero: porque el Estado le enseñó a la sociedad cómo desaparecer sin que ocurriera nada. Le enseñó la tecnología y le enseñó, como parte de la tecnología, la impunidad. En una época en donde las mezclas entre el Estado, el crimen organizado nacional e internacional, ya no son los que nos asaltan, no son esos, son los más poderosos.
El crimen organizado forma parte ya de la economía y los registros académicos de los últimos años registran cada vez más que las actividades productivas en el país están entremezcladas con actividades ilícitas y con la política. Tan solo en Morelos es recurrente que el gobernador Cuauhtémoc Blanco haga referencia a políticos de alto nivel coludidos con el narcotráfico en la entidad.
Estamos hablando de algo realmente tenebroso: El Estado es el maestro del crimen y el crimen organizado es un discípulo, o mejor dicho, uno de sus tentáculos, una de sus vertientes. Contra eso es lo que debemos luchar hoy en día.
Roberto González es autor del libro editado por Terracota “Historia de la desaparición, nacimiento de una tecnología represiva" y quien ha formado parte de la Red de Estudios de Movimientos Sociales. El investigador destaca que la desaparición es un fenómeno que a lo mejor no tenemos registrado cuando empieza: “Yo les cuento que fue en 1969, hay quienes dicen que fue en 1968, pero hay unos archivos, yo los encontré, en el que el ejército los usaba desde los años 30, le llamaban a eso la práctica de la escoba, porque había que barrer a los indeseables al interior del mismo ejército.
“Yo eso nomás lo he oído, no puedo decirlo, se sabe por los estudios de los argentino que el ejército Alemán tenía una práctica que se llamaba la noche y niebla en dónde hacían prácticamente desaparecer a judíos, homosexuales, gitanos, en fin.
“Se sabe, yo lo que digo es que probablemente, pero con el nombre la detención, empieza un problema sustantivo, la desaparición existe como problema político, cuando fracasa la desaparición y cuando los padres, las madres, comité eureka y otras asociaciones estatales, empiezan a decir se lo llevaron y no sabemos dónde está”.