Cuando sea demasiado tarde... - Una última de los Intocables

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde... - Una última de los Intocables

Lamento mucho no haber continuado con el tema de los Intocables. La verdad es que si por mí fuera, me aventaría dos de estas columnas a la semana (o hasta tres). Hay veces que desde el domingo ya estoy empezando a ver de qué se va a tratar el mensaje del siguiente sábado, pero tampoco puedo abusar (y mis otras obligaciones también requieren de ser atendidas), y hay temas que son vigentes el domingo, pero para el siguiente sábado ya se enfriaron demasiado. Sin embargo, hubo varias personas que me expresaron haber lamentado que haya dado predilección a mi mensaje de fin de año por encima de los sucesos al respecto del Gral. Cienfuegos, por lo que he decidido dedicarle mi columna de esta semana a este tema. Apreciado lector, aquí le dejo mis two cents al respecto, y espero poder dejar atrás el tema de los Intocables, porque lo que sí es seguro es que ellos están muy lejos de dejarnos atrás a nosotros y poco es lo que podremos hacer al respecto. Esto, derivado del hecho de que el argumento ya no va a ir a ningún lado, el señor ahora es asesor de la presidencia (si no me equivoco) y pues ahora menos se operará en su contra. Pasó de ser detenido en los Esteits por sus nexos con el crimen organizado, a seguir susurrándole al oído al pelmazo en turno. Business as usual, dirían los vecinos del norte.

            ¿Qué fue lo que pasó? Lo que realmente pasó fue que los gringos se entrometieron en la soberanía mexicana. Se sintieron menospreciados porque el presidente López no quiso reconocer el triunfo de Joe Biden hasta que lo anunciaran como presidente oficial en aquellos lares. Muchos pensamos que fue una maniobra tibia, que no se los atornillaron muy bien al “cabecita de algodón” y le tembló la mano para poner un ladrillo más en el rescate de la democracia (y un clavo más al ataúd de la presidencia de Don Trompas). Al presidente mexicano le dieron la oportunidad de ser el primero en la fila para en participar en la democracia gringa, y prefirió jugarle al conservador con la presidencia en aquel entonces vigente. Tal vez se podría argumentar que era eso lo que Trump esperaba de López (casi que les apuesto que le dio la instrucción), por lo que no le quedó de otra que acatar la orden, pero en ello se jugó el resto de su presidencia con el flamante mandatario de los Estados Unidos de Norteamérica.

Uno se pregunta: si iban a soltar al general, ¿para qué lo mandaron agarrar?  Si sabían que al regresarlo lo único que iban a conseguir era que lo exoneraran, ¿para qué lo mandaron agarrar y luego nos lo mandaron de regreso? El presidente López le jugó a crecer su postura apostándole al institucionalismo, mientras lo que los gringos necesitaban era que los mexicanos fuésemos los primeros en declarar a Joe Biden como presidente legítimo. No lo hicimos, y nos llevamos un regalito por ello.

            ¿Fue eso lo que el presidente López quería? ¿Acrecentar el tema de los Intocables hacia adentro de las instituciones militares del país? Lo que los gringos consiguieron fue darnos la imagen de país que solapa a sus intocables, que exonera a los máximos responsables, y premia, por encima de los intereses de la política internacional de México, a los intereses de los grupos de poder. Si eso no fue lo que los gringos querían, fue precisamente lo que consiguieron: hacernos retroceder otros 20 o 30 años en temas de avance social, volviendo a instaurar la política de los Intocables en el gobierno mexicano, porque los mexicanos tuvieron que precintar de Intocable a uno de sus más cercanos colaboradores. Entonces volvemos a la pregunta: si eso no era lo que querían, ¿para qué lo mandaron agarrar? Lo hicieron para que México volviera a quedar como el país que tolera los nexos con el narcotráfico hacia adentro de las instituciones y la permisividad para aquellos cercanos al círculo de poder (cosa que para nada estoy sosteniendo como falaz), y al mismo tiempo revigorizar las instituciones de poder criminal (cosa que conviene al mercado de drogas del vecino del norte). Además, uno debe de reflexionar lo que esto significa para mi gloriosa República Mexicana: nos tocó castigo de 20 años de retroceso por la insoportable necesidad del presidente López de parecer recto, moral, y ético, y lo único que consiguió fue ser el mismo tibio de siempre redescubriendo por enésima vez los mismos orines tibios de siempre. La lista de nuevos Intocables que ya contaba con Bartlett, Elba Esther, y Lozoya, ahora cuenta con el ilustre Gral. Cienfuegos.

            Mientras tanto, mi México se sume en la pandemia, no hubo vacunas (falta una semana para llegar a fin de mes y todavía le faltan al gobierno medio millón del millón de unidades que prometió hace 5 semanas), no hubo sana distancia, no hubo camas de hospital ni tanques de oxígeno, y dudo mucho que para abril o para mayo (tengas un poquito de coraje) tengamos las otras 129,000,000 unidades dobles de vacuna.

            Parecía que los Intocables se iban a morir, pero al parecer están más presentes que nunca.