Concepto Social de la Discapacidad - Psicometría Genética
En opinión de Eliseo Guajardo Ramos
El pasado 24 de noviembre celebraron en el Centro de Investigación Transdisciplinar en Psicología (CITPsi)
de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) los 25 años de haber fundado la Asociación Mexicana de Neuropsicología. Su fundador y ahora presidente por segunda ocasión, el conocido y prestigiado Dr. Miguel Ángel Villa, se esforzó para no pasar desapercibido este relevante onomástico. Dictó una conferencia magistral el Dr. José Luis Díaz, en la que hizo un recorrido meteórico de las bases y fundamentos de lo que sería luego la neuropsicología; desde los griegos hasta nuestros días. Incluso, su última referencia bibliográfica era del 14 de noviembre de este mismo año. Se dieron reconocimientos a los presidentes anteriores, casi todos acudieron personalmente. También, a otras personalidades que han hecho aportes a la neuropsicología, entre los que estaban la Mtra. Elsa Roca de Licardi, fundadora de la Facultad y de la licenciatura en Comunicación Humana de la UAEM. A mí también me tocó uno por “por su contribución al desarrollo de la neuropsicología clínica en el entorno de la educación especial”. Estoy muy agradecido con el Dr. Villa por esta distinción
Me puso a pensar este reconocimiento en lo que denominan en la AMS “neuropsicología clínica”. Me tocó participar en las 7 versiones de lo que después fue la “Prueba Monterrey”. Se trataba de una prueba de preselección para niños reprobados en 1° grado de primaria para ingresar a los Grupos Integrados. La reprobación era por no acceder al mínimo requerido para egresar en lecto-escritura de ese grado; verificar quiénes de esos niños se sospechaba tenían algún “problema de aprendizaje” que propiciaba el fracaso escolar. Podían reprobar por lecto-escritura o por cálculo aritmético, o ambos. Al principio había una batería de pruebas o test psicológicos y psicométricos, en los que estaba el WISC de inteligencia Infantil. Que llevaba aplicar este batería de dos a tres y hasta cuatro sesiones por niño. Cuando se terminaba de aplicar toda la población de algún grupo, ya se había concluido el ciclo escolar. Se ideó una nueva prueba, porque estandarizar las existentes era más complejo que elaborar una nueva desde el principio. Así surge la Prueba de Preselección Psicopedagógica. La parte de lectoescritura llevaba algunos ítems de discriminación visual y motricidad gruesa y fina. Esto, antes de la época de Emilia Ferreiro, que vino luego.
Se pretendía evaluar las “gnosias” y “praxias” de los alumnos, según el eminente neuropsicólogo Juan Enrique Azcuaga, para ver si no estaban comprometidos y suponer que eran parte fundamental de su causa del “problema de aprendizaje”; En matemáticas, además de unas pequeñas aplicaciones aritméticas, se aplicaba la Clasificación Lógica de figuras geométricas, la conservación de la cantidad con fichas de plástico de color, y la seriación con unas regletas, Desde aquí ya teníamos nuestras dudas sobre la prueba. Ya que la parte psicogenética no cumple con los parámetros mínimos de la psicometría. Entonces, era una prueba mitad psicométrica y mitad psicogenética.
Encontré una obra de Papandrópoulos, una discípula griega de Hermine Sinclair sobre “Psicometría genética”. Eran pruebas diseñadas con base a las situaciones experimentales de la investigación psicogenética, en diferentes temas de estudio. Descubrí que nosotros eso estábamos haciendo, “psicometría genética”, en donde no se perdía el carácter clínico de la indagación en el interrogatorio espontáneo con el niño y la niña. Hacia finales de la década de los 70s se realizó la investigación con Emilia Ferreiro en Monterrey, sobre la Lengua Escrita. Esto, como es sabido, da un giro “copernicano” a todo lo que tenía que ver con la lectoescritura. Se eliminaron los ítems perceptivo-motores de la prueba de preselección, de las gnosias y las praxias como habilidades y destrezas. Y se introdujo el enunciado de: “El niño sube la Escalera”. Se escribía el enunciado delante del niño y se le decía aquí escribí … (señalando con el dedo sin detenerse todo el anunciado), y seguía “¿Cómo hacemos para que diga el niño baja la escalera”? Había quienes decían que se leía al revés para que dijera que bajaba la escalera. Así como el recorte de la palabra “Zanahoria”. Se escribía la palabra y se le decía que palabra se escribió. Se tapaba la mitad de la palabra y se le preguntaba “¿Así, ¿qué dirá?”. Unos sin titubear ni deletrear decían “zana”, otros “rábano” (Porque está más chiquito que la zanahoria y ocupa menos letras). Como se puede apreciar, la versión anterior medía destrezas y ahora procesos cognitivos. Porque cambió el concepto de lo que es lectura, de descifrar a interpretar el texto escrito. Así fue como quedó toda la Prueba de Preselección, luego Prueba Monterrey, toda psicogenética.
Decir psicometría psicogenética es un contrasentido, porque el método clínico de Piaget nace y se identifica como clínico para no confundirlo con la psicometría. En una las preguntas son consignas literales y en la otra son guías de interrogatorio, en el que hay que acomodarse al contexto y el niño o niña en la entrevista. Así que este trabajo de la Prueba Monterrey es psicometría genética o clínica “a secas”. Decir “neuropsicología clínica”, ya es algo más complejo. Pero sí nos acercamos luego con una prueba mucho más amplia que abarca población de todos los grados y que es mucho más clínica. Se trata de la Prueba de Conceptualizaciones Infantiles de Lengua Escrita y Matemáticas (PPCILEM). Que abordaremos en otro momento. ¿Pero dónde está lo neuropsicológico?
Esta pregunta nos lleva aun más lejos, ya que existe una relación entre las acciones psicogenéticas en el cálculo y en la lengua escrita y lo neuropsicológico. Esto es explicable desde los trabajos de Tzétscova, discípula de A. R. Luria, y su trabajo en la neurolingüística con operaciones aritméticas, del tipo de Gerald Vergnaud. Lo que me permite vincular una conferencia de 1986 en el Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación (IMCED). En el que se expone un Programa de Investigación, en el que hay que conjugar a Ferreiro, Piaget, Vygotski y Luria.
No es sencillo de lograr, pero se atisban algunos caminos que pueden rendir grandes logros al respecto, Habrá que animarse.
¡Enhorabuena por la investigación neuropsicológica!