Árbol inmóvil-El Congreso en su dédalo
En Opinión de Juan Lagunas
Los integrantes de “Guillermo Gándara” están en un esquema laberíntico propiciado, en gran medida, por sus insaciables sediciones. Nada les mitiga su sed de dinero. Se deshacen entre sí, para acceder, por ejemplo, a los recursos de una comisión. Dan lástima.
Un día se asocian y, otro, no respetan la Ley Omertá (código de honor siciliano que prohíbe traicionarse). Dudo que hayan leído a Mario Puzo. En la cultura de la mafia, romper este juramento es punible con la muerte.
Ah, pero velan por sus intereses. No van a permitir que sean destituidos. Sería un yerro estúpido. Sobre todo, para quienes no hicieron campaña (los famosos “pluris”). Ejemplo: Ana Guevara Ramírez, quien está a punto de sufrir ostracismo, como Keila Celene Figueroa. Ni el destierro los desplaza de su objetivo primario: el poder (aunque en el camino tengan que reptar).
Y aconteció lo esperado. Se desató la discusión en pos del consenso. El recuento fue: 13 contra 7. No es mayoría, según Rosalinda Rodríguez Tinoco.
Cada una de las que forman parte del disminuido Frente, casi al unísono, manipuladas por Tania Valentina, adujeron sus razones. Las desoyeron… Los restantes, casi emitieron una sonrisa. Ni se inmutaron. En fin. El cinismo legislativo volvió a reproducirse en el Pleno. Ambos bloques son retrógrados. Y, en lo sucesivo, así seguirán. Sobremanera, cuando se evidencia, a la luz pública, el presupuesto que obtendrán: 460 millones de pesos. Me asalta la siguiente duda: ¿cuál austeridad? Son 20; y, en sus conciencias, se anida el halo de lo insaciable. El espectáculo fue plúmbeo. Unos se sintieron paladines. No es tal. No creemos ese discurso tan turbio.
Sus rostros metamorfosean en función de los intereses que están en juego. Los dimes y diretes son sostén; un andamio de la imbecilidad de la 54 Legislatura.
En suma, en la asamblea de este miércoles, las disputas estériles siguieron el mismo boato: la torpeza. El G-13 versus Frente Progresista. El hedor plutocrático está perenne en cada alma. Ni un código de ética va a cambiarlos. Su discurso es soez, propio de los niveles de su pensamiento.
Se atavían de democracia, mas son autoritarios en su proceder; sobremanera, el débil, distante e innecesario presidente de la Mesa, Alfonso Sotelo. Un congresista que es fantoche del Ejecutivo.
Este parlamento no garantiza la estabilidad política, cuando usa a los estudiantes de la máxima casa de estudios, así como al municipio indígena de Hueyapan, para justificar sus disensiones. No existe la ética ahí. El régimen actual, en todos sus niveles, opera en la pecina lodosa de la arbitrariedad. Nada va a recuperar la confianza de la ciudadanía. No sirve el documento que propuso Héctor Javier García (de ética). Es tarde…
Imagínese usted, amable lector, qué nivel de políticas públicas: Cristina Xochiquetzal Sánchez, del Humanista, propuso (apenas y sabe leer) una iniciativa para declarar a la “cabalgata” como patrimonio cultural. Sin palabras -escritas-…
Luego de sus comentarios misóginos (que tuvieron verificativo el 11 de octubre pasado), el “independiente” José Casas quiso enderezar la ineptitud de su voz. El daño quedó hecho. Octavio Paz, en su obra Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo, plantea que el habla es diacrónica, puesto que plantea un tiempo irreversible. Es decir, “lo dicho, dicho está”.
ZALEMAS
La inexistencia, en súmulas, data de la escasez del espíritu. La muerte primera es la decadencia. El derredor es un cúmulo de sinsabores, como la comida, el vestido y la bebida. Nada de esta tríada vale la pena. El cuerpo es un ente susceptible a la agonía. La angustia, por ende, es un tópico de la poesía. Siempre está ahí… En el alba del desasosiego. El vate Amós de Escalante, en “El olivo”, expone:
Vense mis hojas tristes, y apagado
su brillante matiz, desde que yerto
y angustiado Jesús dejó en el huerto
mi tronco en sangre y en sudor bañado.
El plañido es trágico; empero, cerca (en una zona adyacente) se divisa una luz encendida. El Salvador está ahí; sólo se necesita que el errabundo le abra la puerta. Ahí es donde se suscita el rechazo y, ergo, se dilata la amargura.
Mas del santo rocío penetrado
a eterna vida en nuevo ser despierto
y cuando el campo palidece muerto
soy de verdor perenne coronado.
La naturaleza está muerta, cuando los ojos son vendavales de la alegoría mundana. Somos así. El bajel que nos conduce escora (de manera continua…).
Hasta el siguiente jueves…