Repaso - Clases a distancia ¨contra¨ clases presenciales: ¿hay falso debate?
En opinión de Carlos Gallardo Sánchez
De los maestros de escuela que conozco, considero a la gran mayoría comprometidos con sus deberes profesionales. En estos días, algunos de ellos, irritados por ciertas afirmaciones del presidente López Obrador, acerca de la pertinencia del retorno a las clases presenciales porque en casa “los alumnos se la pasan jugando nintendo”, en sus argumentos reflejan la presión a la que están sometidos, pero al mismo tiempo la certidumbre de que han trabajado arduamente y lo pueden comprobar con cientos de imágenes o evidencias acumuladas a lo largo, supongo, de todo el ciclo escolar.
Yo les creo, pero ello no debe ser óbice para reconocer que el proceso formativo está siendo afectado por la dificultad de no tener acercamientos personales con los alumnos, cercanías mediante las cuales se abriga con una mirada comprensiva o con palabras solidarias, a quien se le dificulta algún aprendizaje y que sólo se dan, esas cercanías, entre el profesor y el alumno necesitado de apoyo, porque no todo lo debe saber el grupo en general, según lo dicta una ecuánime sensibilidad pedagógica.
Tampoco se pueden soslayar los procesos de socialización que se dan entre iguales, entre los alumnos, a partir de los cuales se aprende a ser en función del contexto grupal y a desempeñar roles que de otra manera no podrían suceder. ¡Cómo me acuerdo de las técnicas de dinámicas grupales que perseguían esos objetivos! Se les conceptualizaba como: “...el estudio de aquellos fenómenos que se derivan del hecho de que el grupo tiene, respecto a sus miembros, una realidad y valor. Dicho de otra forma, el grupo ejerce una influencia sobre las conductas de sus miembros mediante el clima psicológico que en él reina, mediante las presiones inconscientes que actúan sobre sus componentes”.
Todavía más: está vigente en nuestros días la función de las emociones en el ser humano. Federico Fros Campelo, en su libro “Ciencia de las emociones”, señala: “La forma en que nos relacionamos no es anónima. Situación tras situación, la otra persona tiene relevancia. Cada interacción es fuente de emociones sociales”.
Finalmente, por citar un aspecto del funcionamiento complejísimo del cerebro, Silvia Catuara, en su libro “Las neuronas espejo”, comenta: “Las neuronas espejo representan el mecanismo neurobiológico del aspecto quizá más humano de nuestra sociedad. Su funcionamiento nos ofrece las herramientas necesarias para establecer relaciones sociales con otros individuos y nos facilita las interacciones personales”.
Lo que debe concluirse con estos atisbos referenciales es que lo social resulta fundamental en el desarrollo de las personas. El salvaje de Aveyron, en Francia, fue un niño que vivió casi toda su infancia sin el contacto con sus semejantes. En Wikipedia se dice de él que “ante la falta de adquisición de conocimientos y habilidades que permiten el desarrollo en la vida social en una comunidad (presentó) graves alteraciones tanto en aspectos conductuales como cognitivos”. En psicología se habla de “niños salvajes”, expresión con la que se hace referencia a niños cuyos primeros años de vida han estado en aislamiento, sin compañía humana. La falta de socialización, los orilla a alejarse de sus semejantes y evitar el contacto humano.
Volvamos a lo nuestro, aclarando que con las anteriores acotaciones, de entre muchas otras y más especializadas que existen, lo que pretendo es dimensionar a cabalidad la importancia de los procesos de socialización de todo ser humano, los que por cierto no sólo se dan en el ámbito escolar, pero en este caso para los niños y adolescentes son importantes.
Tengo por cierto que los maestros están conscientes de la relevancia de dichos procesos. Por eso no puede ese tema formar parte de un debate que resultaría ocioso.
Lo verdaderamente fundamental sería no caer en las polarización sobre la educación a distancia o la educación presencial. Ni tampoco desgarrarse las vestiduras por aquello de que en casa los alumnos se la pasan jugando con el nintendo. En algunos casos es muy cierto. De todos modos esas son simplezas, a mi parecer. Más bien debería, en virtud de lo impredecible del virus del Covid 19, centrarse en lo que se puede hacer, atendiendo por un lado al cuidado de la salud física para todos, pero también al cuidado de la salud mental.
¿Alguien ya pensó cómo fomentar la interacción entre alumnos en estas condiciones? Porque si sólo se está a la espera de que la pandemia se vaya, sepa dios cuándo, la incertidumbre permanecerá.
Bienvenidas, desde luego, todas las sugerencias de uso de las tecnologías para hacerle frente en esta situación al reto de trabajar con los alumnos? Sería irracional negar su trascendencia. Pero no es suficiente para lograr un aprendizaje integral.
Creo que es necesario insistir en la esencia humana del acto de educar, más allá de saber utilizar las herramientas virtuales que se les proporcionan a los alumnos.
Tendremos que seguir preguntándonos qué tipo de ser humano queremos formar. En el periodo neoliberal, muchos analistas lo sostienen, la idea era formar individuos al servicio de las leyes del mercado. De ahí el enfoque sesgado por competencias. ¿En este periodo crítico para dónde vamos, más allá del empeño instrumental y didáctico que ponen los maestros en su tarea profesional?
Hay mucho por discutir. Será indispensable ejercer una sana autocrítica, al tiempo en que, con verdaderos argumentos, se exija a las autoridades correspondientes cumplir con sus obligaciones. Ni posiciones irreductibles, ni actitudes indiferentes. Digo.
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