Árbol inmóvil - Congreso deletéreo

En opinión de Juan Lagunas

Árbol inmóvil - Congreso deletéreo

El vacío que impera entre el anti-transversal G-13 y la escisión perniciosa -liderada por Tania Valentina- ha desembocado en el aplazamiento conexo. Ningún tópico (de los muchos pendientes) les interesa.

            Este parlamento ha hecho desaire hasta al presidente de la República (siendo mayoría de Morena).

Un bajel, verbigracia, al final de su periplo, suele maniobrar para que la proa se distancie del eje del viento, pasando -de modo sucesivo- de ceñida a descuartelar (deshacer el cuartel formado a las velas, arriando de las escotas otro tanto como se cobró de ellas para acuartelar: RAE), través, largo y popa. ¡Qué precisión!, aun cuando el timón lo conduzca la sombra de la noche.

En el Congreso no pasa nada. Éste es símil a un tremedal, tras una lluvia pertinaz. El fin es su principio: comenzó mal (con palabreo y retahíla. Véase a José Casas)… Así habrá de fenecer… Bajo el árbol sombrío de la sepultura política.

La opinión pública ya se dio cuenta de la falta de diálogo; del oportunismo de algunos parlamentarios en medio de este escenario de angustia, a causa de la propagación del covid-19.

Empero, esa falta de confianza es, a estas alturas, relativamente “sana” para el ejercicio democrático (el cual enarbola la sucesión -cada tres años- de las autoridades, dentro de la liza comicial. Aunque los congresistas del PAN y Morena, Dalila Morales y Héctor García, se aferren a su postergación).

            La siguiente analogía puede describir lo antes expuesto: la transgresión reproducida es un ejemplo de algo que no debemos hacer.

¡Mírenlos! ¡Divisen el movimiento enardecido y contrahecho de estos diputados, que buscan a toda costa una pieza esquelética más! (Dejaré atrás el periostio y las superficies articulares que están revestidas por tejido cartilaginoso). El sol se adecua a su cenit en estas tardes de mayo…

El elector (otrora acérrimo) ya se percató de la felonía a la que sigue siendo sometido: 20 representantes populares corruptos, cuyas actitudes hedónicas fisuraron la relación.

¿Los huéspedes del maltrecho recinto de “Guillermo Gándara” pueden recuperar la confianza? No. Imposible. Jamás se la ganaron. He acá unos ejemplos de su ineficiencia: conflictos territoriales en demarcaciones indígenas; diversas iniciativas encalladas, decisiones verticales, albazos, aprobaciones espurias, promesas fallidas (pensiones “doradas”), desencuentros, demagogia, transfuguismo ideológico (“chapulineo”, diría el vulgo; es decir, el deporte favorito de Marcos Zapotitla, José Galindo, Maricela Jiménez y Casas, el oriundo de Huitzilac -para deshonra de sus coterráneos-).

En fin. En este caso, no se trata de una legislatura más, sino de la peor que hemos respirado en la época contemporánea. Supera, en estolidez, a su antecesora: la 53 (comandada por Francisco Moreno, Beatriz Vícera y Hortencia Figueroa. La tríada de la sustracción).

 

ZALEMAS

            Sin que me lo dijera exactamente, de mi abuela aprendí que la amargura es casi inacabable. En ese “casi” está la palabra sublime, que reconforta en la perennidad. Nada se le asemeja. Ni la luz del alba de la muerte… Mucho menos el vocablo que prorrumpe desde la imprudencia (no sabiduría). Como la lluvia en primavera, “La viejecita”, de Evaristo Carriego, dice:

 

Sobre la acera, que el sol escalda,
doblado el cuerpo —-la cruz obliga- —
lomo imposible, que es una espalda
desprecio y sobra de la fatiga,
pasa la vieja, la inconsolable,
la que es, apenas, un desperdicio
del infortunio, la lamentable
carne cansada de sacrificio.

 

            El tiempo es discontinuo, como los ojos de aquel día olvidado (dentro de la nada del mutis imprevisto). Sólo recuerdo tu agilidad al subir los escalones, donde te sigo soñando… El aedo prosigue:

 

La viejecita, la que se siente
un sedimento de la materia,
deshecho inútil, salmo doliente
del Evangelio de la Miseria.

 

            ¿El poeta se adelanta? No. La letra extraída de no sé dónde lo arroja a la puerta entrecerrada, en donde existen…

            Carriego expresa que la muerte se desliza en el visaje del miramiento indiferente (como las manos de la deriva del desprecio).

            ¿Hasta el siguiente jueves? El Rapto se acerca…