Árbol inmóvil - Balcanización legislativa
En opinión de Juan Lagunas
Es un hecho perentorio: la 54 Legislatura está balcanizada. Las erosiones –producto de las liviandades- están dejando infértil un espacio colegiado que comenzó mal. Tania Valentina, del PT, inició el prontuario del desaire y la escisión. Primero, por su vehemencia por controlar la Junta Política; luego, por los 10 millones de pesos, que se adjudicó, prácticamente, para su “fundación”.
La aprobación del paquete financiero 2019 detonó la conformación de los bandos. Ahora, por ejemplo, el PRI no se comunica con Movimiento Ciudadano. La diputada Rosalina Mazari, incluso comentó que van tras la “pensión dorada” de Ana Cristina Guevara Ramírez. Ésta dice que suspendió el beneficio. Que “sobrevive” sólo con su sueldo de legisladora.
Esas rupturas evidencian que a los huéspedes de “Guillermo Gándara” no les interesa, en lo más mínimo, el bienestar de sus representados. Al estilo kafkiano, su carácter metamorfosea; son distintos a los de la campaña comicial. Ahora, el dedo admonitorio es un elemento que los distingue. Con ese índice flamígero, es como toman decisiones y, en su ceguera, creen avanzar.
Los atrasos en la designación del ombudsman y del titular de la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización (se sumó algo más: un comisionado del Instituto Morelense de Información Pública y Estadística), denotan eso: fragmentación. Y, por ende, nos hacen pensar mal y, bajo una tesitura científica, a teorizar. Algo está pasando al interior. Deliberada o no, existe un algoritmo que ha penetrado las paredes mohosas de las mentes de los congresistas... el cardenillo se ha fijado en los goznes de su mazmorra osteológica.
Luego, en Tribuna, este miércoles, Marcos Zapotitla (morenista) evidenció la negligencia de una pieza clave en la operación del Congreso: la Secretaría de Servicios Legislativos, que preside David Leonardo Flores Montoya, “no entiende lo que significa la brevedad”, apuntó.
Debo decir que, este síntoma, se ha vuelto un hecho inexorable. Los representantes populares son refractarios a las tareas de prevención. ¿Qué necesidad de llegar hasta una cima sin oxígeno? El caso es que las lluvias están en la acera de enfrente y, en ese sentido, las comunas no han estructurado sus programas de protección civil. Se avecina la tormenta… Una contumaz. Como siempre; como sucede en la clase política heurística, están a la espera de la muerte, para que medio reaccionen. ¡Qué podredumbre! No hay ascetismo. Ni frugalidad.
¿Qué decir de lo demás; de los atrasos; de los “fujimorazos” que se habrán de avecinar? Hay algunos que sólo se sientan en su curul (influenciados por el totalitarismo), para erguir el cuerpo o levantar la mano. El presidente de la Mesa Directiva, verbigracia, practica el galimatías: en sus arengas, no dice absolutamente nada. Se ha vuelto un mentor de la evasión. Esto, para los alcances de la nota informativa, es una limitante. Para una columna, en la que se bosqueja la subjetividad, no.
Actúan con oportunismo. En medio de la catástrofe que propició la colisión de un tráiler, en la carretera México-Oaxaca, a la altura de Santa Bárbara, en la zona oriente, ponderaron su postura. Ahora sí muestran preocupación.
VÍSPERAS ANCHUROSAS
Ante los escándalos mediáticos, en los que se involucran dependencias; en este caso, el Colegio de Bachilleres, lo idóneo es salir al encuentro. El yerro que este subsistema comete es el silencio y el aplazamiento; el oscurantismo posmoderno: solicitar un tiempo para esclarecer los hechos. Hay un presunto delito de abuso sexual, de un maestro hacia una alumna, en el plantel 03, en Oacalco, en Yautepec. ¿Qué avance consta? Ninguno. Los demandantes hablan; el presunto culpable (inocente), hace mutis. Sus superiores, igual. Estamos en unas vísperas muy largas. Navegación sin remos…
ZALEMAS
El fin es un retorno a lo primigenio. Una manera de reiniciar en el suplicio. Neruda lo expone, en “Sólo la muerte”:
Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.
Hay cadáveres…
Hay nada… Un silencio oscuro… Aunque la vida inerte esté enmoheciendo entre un cúmulo de osamentas (bajo las yerbas y las plantas secas; los desfiladeros del momento; el indicio del acantilado), sólo se divisa el aire.
Ha de volver el tiempo, lo sé. Otrosí, es único, quizá, este día. (Hasta el próximo jueves)