Alcaldes. La costumbre y tradición del despilfarro
En opinión de José María Román Román
La sociedad de Morelos ha sido tolerante y paciente con los excesos que se generan cotidianamente en las presidencias municipales del estado. Lo ha sido en espera de que los legisladores impongan el orden y la disciplina en sus administraciones. Lo ha sido porque esa paciencia junto con la relativa holgura económica lo ha permitido. Pero nada es para siempre.
De hecho, al no imponerse límites hemos visto cómo se han gastado inútilmente recursos de toda índole en todos los ayuntamientos. Hemos visto cómo se han cometido excesos bajo la tolerancia y complacencia y desde luego aprobación de los respectivos congresos estatales que se han abstenido de revisar, sancionar y desde luego reprobar todo lo que ha implicado abuso en sus gastos administrativos e incluso en sus gastos personales deducidos del dinero público.
Lo han sido los sucesivos congresos desde hace ya prácticamente más de 20 años porque ellos mismos, los legisladores, han sido parte de ese andamiaje que se ha caracterizado por los excesos. Todos se han consagrado a gastos innecesarios, a prestaciones absurdas y sobre todo a canonjías fuera de lugar.
Parece ser que entraron en una franca competencia de ver quién es el que estaba más en lo innecesario y en lo absurdo. Tenemos de ahí como ejemplo reciente, las pensiones doradas de las que tanto se habló de los exfuncionarios de Graco e incluso de ex funcionarios del propio congreso y del Tribunal Superior de Justicia.
No han sido precisamente los legisladores el ejemplo a seguir, ni mucho menos los maestros de lo honrado y decente en los gastos y en la prudencia de una buena administración, Vemos y miramos objetivamente como incluso la actual legislatura ha sobrepasado proporcionalmente el rol de gastos de la legislatura anterior. Nadie los limita, excepto su conciencia y de eso hemos visto que es una materia que les escasea en el cerebro.
Hoy, ignoro si por sacarse la espina clavada de las acusaciones o porque de verdad se están redimiendo han hecho lo correcto al limitar los excesos de los presidentes municipales que piden e insisten en recuperar u obtener no el 25% que tanto se alega, sino la libre disposición de los recursos que no se conforman se les limite.
No saben qué hacer, insisto. No saben cómo hacerle para poder trabajar con menos porque están acostumbrados por generaciones, trabajar con más y más recursos. Están acostumbrados a obtener cada año más dinero disfrazando los aumentos de los gravámenes a los ciudadanos, usando y hurgando los recovecos que dejan los legisladores en las leyes para poder satisfacer sus ambiciones.
Muchas de las veces obtienen los recursos, con todas la de la ley, es decir, con toda la autorización de los legisladores, otras aprovechando los excesos de la ley para obtener bajo el agua y de forma indirecta recursos que exprimen al contribuyente y que en su necesidad acepta que la autoridad imponga sus deseos y caprichos interpretando a su manera los reglamentos que rigen la actividad municipal o excediendo los límites que se imponen desde los cabildos. Ahí tenemos excesos en algunos casos y solo me referiré a dos por falta de espacio: Cuernavaca cobra indebidamente en forma mensual el agua potable, cuando debe ser legalmente bimestral, eso eleva el rango tarifario y el costo por metro cúbico.
El gobierno del estado ha incrementado con el consenso total pero totalmente injustificado el costo de la revisión anticontaminante a los autos de las contribuyentes en el programa de verificación que no se justifica. Por el mismo camino se cobra constantemente el cambio de placas con un sentido totalmente recaudatorio y no preventivo de vigilancia. Es decir, quieren dinero y buscan pretextos bajo el patrocinio y apoyo de los socios que es en lo que se han convertido los legisladores.
Hoy y al parecer no habrá o no se busca o en última instancia quizá no se quiere buscar un programa en serio de austeridad en todos los tres niveles del gobierno del estado.
El Tribunal Superior de Justicia contrata jueces sin seguir los parámetros que se establecen para buscar juzgadores con criterios y capacidades necesarias para imponer el orden en los conflictos individuales, ahí también entraron a la competencia perversa de las jubilaciones doradas.
Hay magistrados que han puesto de cabeza los recursos y capacidad económica del TSJ al cobrar cantidades que muchas veces son impagables o injustamente pagables por las cuantías tan enormes con que se otorgaron.
El ciudadano no puede con tanta carga económica de sus gobiernos y aquí solo hay dos caminos: o cambien todos o hay que cambiar a todos. Quizá para eso se requiere una rebelión y quiérase que no, se gesta en muchos pequeños empresarios y ciudadanos hartos y cansados de ser explotados y sobreexplotados por sus gobiernos y encima de eso por la delincuencia, pero lo que es seguro que esto no soportará mucho, sino se avecina un cambio y un límite a los excesos de gastos en los gobiernos municipales, del propio Congreso y del Gobierno del Estado.