VIOLENCIA DOBLE
En opinión de César Daniel Nájera Collado
Uno de los argumentos que usualmente sostienen los críticos de movimientos de insurrección es el de “no responder con violencia”. En una sociedad ideal, donde el diálogo siempre funciona, claro que este puede ser el principio bajo el cual se juzguen los actos. Sin embargo, es una obviedad decir que, sobre todo en América Latina, estamos muy lejos de tal situación; millones de personas soportan la violencia y el olvido ante intentos estériles de comunicación pacífica. Personas privilegiadas, como varios de nosotros, que aunque usualmente no conocemos tal sufrimiento, nos damos un lujo más: demeritar tales movimientos e incluso tildarlos despectivamente. Como respuesta podría esgrimir ciertas proposiciones, pero considero más conveniente colocar el argumento del novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés Albert Camus, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1957. De antemano, sí debo añadir que no es necesario ser “intelectual”, sino simplemente entender que hay personas diferentes en contextos distintos.
Camus afirma que, según citado en Rodríguez (1979), cuando la violencia responde a la violencia en un delirio que exaspera y hace imposible el lenguaje sencillo de la razón, el papel de los intelectuales no puede ser, como se lee todos los días, el de disculpar desde lejos una de las violencias condenando a la otra, lo que tiene como efecto doble el de indignar hasta el furor al violento condenado y el animar a una violencia mayor al violento indulgenciado. Si los intelectuales no van a unirse con los mismos combatientes, su papel debe ser únicamente el de trabajar en el sentido del apaciguamiento para dar sus oportunidades a la razón..., el de aclarar las definiciones para desintoxicar los espíritus y apaciguar los fanatismos, haciéndolo incluso contra la corriente. |
Rodríguez, R. (1979). PENSAMIENTO Y VIOLENCIA. Revista de Filosofía, 17(1), pp. 63-73. Recuperado de https://revistas.uchile.cl/index.php/RDF/article/view/44412/46418