Abrir la puerta al bienestar
En opinión de Lorena Elizabeth Castillo
Entre las frases “de algo me he de morir” y “llegar a la vejez con buena calidad de vida” hay una abismal diferencia: la primera nos remite a una persona sin noción de cuidado por sí misma y con baja autoestima; mientras que la segunda proyecta una actitud de responsabilidad y aceptable salud mental.
Estas ideas surgieron en el pensamiento de quien esto escribe, durante la plática "La nutrición como agente protector contra el cáncer de mama", impartida en la sede del Ayuntamiento capitalino por el Maestro en Nutrición, Héctor Manuel García Hernández, en la que, además de los factores preventivos, describió algunos aspectos de la situación de enfermos y enfermas terminales con afecciones crónico-degenerativas.
Es sorprendente la gran cantidad de factores de riesgo que propician enfermedades que, de ser detectas a tiempo, pueden evitar dolor y sufrimiento; sin embargo, entre una y otra actitud se encuentra la psicología de cada persona. Es decir, factores como el manejo de emociones, la conducta ante retos o dificultades de la vida, por lo cual hablamos de una visión holística e integral ante la vida.
En este mes de la promoción para la detección oportuna del cáncer de mama, no dejaremos en insistir en que ninguna precaución sale sobrando. Entre ellas, está comprobado que la salud emocional y mental de hombres y mujeres, juega un papel vital, ya que como bien se sabe ahora, gran parte de las enfermedades que afligen a la humanidad tienen un carácter psicosomático.
Por lo tanto, entre las estrategias para reducir el riesgo de cáncer se encuentran el mantenimiento de un peso saludable a lo largo de toda la vida, ser físicamente activo, consumir una dieta rica en cereales integrales, frutas, verduras no almidonadas y legumbres.
Como también es importante limitar el consumo de alimentos procesados y de comida rápida, disminuir el consumo de carne roja y consumir poco o nada de carnes procesadas, consumir principalmente agua y limitar o descartar el consumo de bebidas azucaradas, y, por último, reducir el consumo de alcohol o, de plano, descartarlo.
La costumbre de una vida sana, integrada por las prácticas antes citadas, implica la previsión como una herramienta eficaz para reducir el riesgo de padecer cáncer. Una adecuada alimentación y rutinas de vida saludable reducirá el riesgo de padecer cáncer en el futuro, así como otras enfermedades no transmisibles e incluso, beneficios medioambientales, al dejar de consumir “comida chatarra” que genera astronómicas cantidades de plástico y pet.
Como se puede leer, todo lo anterior aplica a hombres y mujeres sin distinciones sociales ni económicas; incluso, cualquier persona puede comprobar que una vida de prácticas saludables, complementada con ejercicio físico, búsqueda de salud mental, auto-detección de cualquier indicio y visitas al médico, es abrir la puerta hacia el anhelado bienestar.