Serpientes y escaleras - ¿Qué paso el domingo?

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - ¿Qué paso el domingo?

En política como en la vida no hay victorias ni derrotas absolutas.

 

¿Qué paso el domingo?

Hay diferentes maneras de ver lo que ocurrió en la votación del domingo pasado; la contienda dejó lecciones, enseñanzas y la confirmación de que el electorado morelense ya no puede ser manipulado tan fácilmente por los candidatos. En política no hay victorias ni derrotas absolutas, aunque así lo piensen muchos de quienes participan en ellas; algunos de quienes festejaban hace tres años hoy lloran y posiblemente varios de los que ahora sonríen en tres años harán muecas por los resultados. En la política como en el futbol siempre hay revancha.

Los errores pueden ser la mejor enseñanza de vida si quienes los cometen los aceptan, los procesan y sacan provecho de ellos. En política ganar es resultado de diferentes circunstancias que empiezan por el diseño de una estrategia y el planteamiento de la campaña, pero también intervienen factores que están más allá del candidato, que tienen que ver con el contexto en el que se desarrolla la competencia y las figuras de poder que rodean el proceso.

En Morelos el ejercicio de la política ha sido muy trompicado desde hace varios años porque quienes ganan las elecciones confunden un triunfo electoral con una especie de unción personal que les concede la facultad de actuar como quieran en función de sus intereses, sus ocurrencias y sus deseos.

En los últimos años quienes ganan la elección han cometido el grave pecado de la arrogancia: confunden las cosas y se transforman; ahí está por ejemplo lo ocurrido en Cuernavaca con Antonio Villalobos, un personaje que por azares del destino se convirtió en presidente municipal sin tener ningún tipo de mérito para serlo. Villalobos ocupó la suplencia de la presidencia por coyuntura, nadie imaginaba que en algún momento podría estar al frente del ayuntamiento, él mismo ha dicho que su aspiración personal era ser incorporado en el municipio en alguna dirección.

El caso del edil de Cuernavaca es emblemático porque así ha sido la política morelense en los últimos años: quienes ocupan los cargos inmediatamente pierden la serenidad, se embriagan con el poder y comienzan a actuar de formas tan irracionales como lo ha hecho el autonombrado “Lobito”. Ocupar un cargo público o un puesto de elección es una cosa, pero ejercer el poder es algo mucho más complicado que no todas las personas son capaces de hacer. Pero regresemos a la elección del domingo:

Entre las cosas que debemos observar está la personalidad del morelense que sabe votar diferenciado, que a pesar de que hubo 23 partidos en competencia no pulverizó el voto y engañó a los candidatos y a las encuestadoras diciéndoles lo que querían escuchar.

Salvo en el caso de los distritos federales, donde la gente apoyó a los candidatos de la Cuarta Transformación a pesar de que varios no tenían nada con que ganar la elección (los casos específicos son los distritos 1 y 4), el voto obradorista les regaló tres años.

En los demás espacios en disputa vimos cosas peculiares, además del voto diferenciado y la no pulverización del sufragio; una lección que deja este proceso es que los liderazgos políticos son el resultado de la mezcla entre la persona y el partido: cuando se combinan bien, como en el caso de Cuernavaca, los números son favorables, pero cuando el político asume que los electores son un bien personal y harán cualquier cosa que les digan suceden cosas como con Amado Orihuela, Javier Bolaños o las Maricelas.

Un dato más es que se acabó el mito de las estructuras: nuevamente, como cada tres años, algunos candidatos apostaron su triunfo a la movilización de la gente, a la compra de votos, voluntades y conciencias a través de personas que se presentan como operadores. En esta elección hubo mucho dinero: los candidatos invirtieron millones de pesos con la esperanza de que sus movilizadores les garantizaran los sufragios suficientes para ganar.

Los “promotores” del voto son los verdaderos ganadores de la elección, fueron ellos quienes recibieron el dinero y lo entregaron a la gente previa rasurada; al final de la jornada las cuentas no salieron porque el dinero invertido en votos no logro ni la mitad de la meta proyectada. Obvio: el único perdedor en estos casos fueron los que pagaron, porque sus operadores ya habían cobrado y no hay forma de que les exijan cuentas porque la compra de votos es un delito.

Ninguna elección es igual y esta en particular tuvo muchos puntos que la hicieron diferente, más complicada e impredecible, pero lo ocurrido en este proceso sin duda marcará pauta para el proceso electoral siguiente y, si los candidatos y los partidos aprenden de sus errores, la competencia en el 2024 puede ser más pareja. Veamos otro aspecto:

En esta contienda quedó claro que la comunicación es clave en el ánimo del electorado; y no me refiero solo al planteamiento informativo que hacen los candidatos durante las campañas, sino al ejercicio permanente de comunicación de los gobiernos, de las instituciones y de las propias personas.

Todos los integrantes de la pasada legislatura y los personajes vinculados al exgobernador Graco Ramírez que compitieron por un cargo perdieron; han pasado casi tres años de que concluyó esa administración, pero la gente no ha olvidado los excesos cometidos en el pasado reciente. La pérdida del registro estatal del partido de la Revolución Democrática está directamente relacionada con el pésimo desempeño del gobierno pasado y la deleznable actitud de los integrantes de ese régimen. Tres años después de concluido ese gobierno algunos graquistas pensaron que hecho se había quedado en el pasado, pero las urnas confirmaron que el enfado permanece.

Luego está lo sucedido con figuras que tienen un rol actual en el escenario de poder, porque aunque el graquismo sigue siendo un sello degradante para quienes lo portan, el desempeño de varias autoridades también representa una dura loza que muchos candidatos no fueron capaces de cargar. Entendámoslo: la comunicación moderna no es solo la emisión de boletines, implica un ejercicio más complejo de interacción entre ciudadanos y autoridad, un comportamiento sobrio de quienes ejercen el poder y sobre todo resultados institucionales.

La gran lección que nos deja la elección del domingo pasado es que los morelenses no somos ciudadanos de segunda a los que se les puede comprar “con un pollo y cien pesos”; hoy la gente le vio la cara a los políticos: escuchó a todos, les aplaudió a todos y recibió todo lo que les dieron, pero al final votaron en función de lo que consideraron mejor. Esa es la nueva democracia.

Si los actores políticos, los partidos y los estragas de campaña entienden las lecciones, los resultados en el siguiente proceso electoral puede ser mejores. La enseñanza la deben asumir también las autoridades, sus equipos y todos los personajes de la vida pública, porque los votos del domingo no fueron solo para elegir nuevas personas, también sirvieron para cerrarle el paso a un proyecto con el cual no se está de acuerdo.

Quien entienda mejor lo que paso y comience a trabajar en lo que viene tendrá un mejor escenario en los próximos días, meses y años. Ganar y perder es parte de la democracia: la política como el futbol siempre da revanchas.

  • posdata

La que parecía una jornada electoral ejemplar y fue reconocida desde la capital del país se ha complicado en los últimos días por la reacción violenta de algunos candidatos y sus seguidores que no aceptan los resultados. El reconocimiento hecho al proceso electoral pasado, por cierto, no fue para el gobierno ni para las autoridades electorales, sino para los ciudadanos que salieron a votar de forma pacífica y numerosa, colocando a Morelos por encima de la media nacional.

Los hechos de violencia en Tepalcingo y las pataletas de los candidatos perdedores en Cuautla, Ayala y Temixco, por mencionar algunos, representan la intolerancia de figuras que solo creen en la democracia cuando los votos les favorecen. Las inconformidades por un resultado son válidas, justas cuando existen motivos para sospechar que se está cometiendo un error, pero nada justifica la violencia ni la agresión a los demás.

La quema de boletas y material electoral es un acto irracional que no ayuda a nada a quienes reclaman fraude, porque una vez destruidas las actas no hay manera de verificar los resultados y lo único que legalmente queda es el conteo oficial. Además el propio órgano estatal electoral ha dicho que la pérdida de la papelería no cancela los resultados.

Este tipo de actitudes, por muy cuestionables que sean, no son extrañas en nuestra entidad y merecen ser atendidas con mucha puntualidad por las autoridades; recordemos que en las elecciones del 2003 en Tetela del Volcán se suscitó un problema similar cuando la gente no aceptó el triunfo del candidato del PRI y la inconformidad derivó en la muerte de una persona y el cierre del pueblo por varios meses.

Podemos estar en contra de la violencia post electoral y las actitudes irracionales de algunas personas, pero eso no cambia la realidad ni resuelve lo que sucede en esos lugares. Hoy existe tensión en varios lados porque se multiplican los casos de quienes no aceptan el resultado y están decididas a pelear físicamente por su triunfo.

Aquí es importante que el IMPEPAC y el gobierno estatal actúen de manera coordinada, a tiempo y entendiendo que este tipo de casos no se resuelven solo con la aplicación de la ley.

  • nota

Aunque ganó más posiciones que en la elección pasada, la disminución en su porcentaje de votación es una fuerte llamada de atención para el dirigente estatal del PRI. Jonathan Márquez puede presumir que obtuvo una diputación en alianza con el PRD y cuatro ayuntamientos (dos en alianza), pero eso no quita que apenas alcanzó la votación suficiente para mantener el registro como partido.

Políticamente hablando la carta política más fuerte que tiene el joven Márquez es la limpia del PRI, pero eso debe ir acompañado de un replanteamiento integral del partido, casi una refundación que incluya la apertura a nuevos cuadros, el regreso de liderazgos reales, la definición de una agenda política y la supervisión a las representaciones del partido en todas las posiciones.

Suponiendo que el dirigente estatal tricolor lleve hasta sus últimas consecuencias el proceso de expulsión contra las Maricelas, la caída en la votación lo obligan a replantear su estrategia, es decir, a hacer algo más que acabar con los cárteles del tricolor. Jonathan necesita ganar liderazgo dentro y fuera del PRI y quitarse la imagen de que utilizó a la institución para allanarle el camino a los candidatos oficiales.

En política no hay enemigo pequeño y en unos cuantos meses como presidente del CDE Jonathan Márquez ha creado muchas animadversiones en su contra; el joven dirigente tiene que bajarle dos rayitas a la arrogancia, necesita entender que no siempre estará Alejandro Moreno cubriéndole las espaldas y debe tener claro que todos aquellos a los que está golpeando van a buscar revancha.

En unos meses el presidente del PRI se ha hecho de muchos enemigos y solo tiene unos cuantos amigos.

                                               

  • post it

¿Con tan pocos votos obtenidos en la contienda de Cuernavaca habrá que ver para cuantos regidores le alcanza al PRI. La lista la encabeza Rafael Cepeda seguido de Paloma Magdaleno; algunos calculan que la pobre votación del abogado Sotelo es suficiente para que el Revolucionario Institucional meta dos regidores, pero otros pensamos que solo podrán colar a uno.

Ahí entra la disyuntiva: ¿Entrará el primero de la lista o se aplicará el criterio de paridad?

Independientemente de lo que marque la ley al PRI le convendría apostar por la dama, para mandar un mensaje distinto a la sociedad, un mensaje de renovación no solo por cuestiones de género, sino para reencontrarse con la ciudadanía.

Alguien dirá que Cepeda es una posición de partido, el pago de factura a un liderazgo, pero viendo el número de votos que consiguieron todos los priístas que hicieron campaña en la capital queda claro que lo que menos tienen es representatividad. El caso de Paloma Magdaleno es distinto: es una abogada respetada, una mujer que proviene de una familia tradicional de Cuernavaca que ha sobresalido por méritos própios en el ámbito profesional en donde se desempeña.

Quizá Magdaleno no tenga una base electoral numerosa que ayude a ganar elecciones, pero es evidente que Rafael Cepeda tampoco la tiene.

Más allá de lo que marque la ley, creo que lo más conveniente para ese partido, para el dirigente y para la ciudad es la dama.

  • redes sociales

¿Se acuerdan de los candidatos que ocuparon espacios destinados a indígenas y los bajaron?

Algunos ya regresaron.

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