Serpientes y escaleras - La elección de Morena

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - La elección de Morena

La elección del 2024 no será tan sencilla para la 4T morelense como fue en el 2018.  

 

La elección de Morena

Al momento de escribir esta columna aún no había resultados formales del proceso interno de Morena en Morelos, pero fue claro que hubo una copiosa participación; las elecciones para la renovación del consejo se llevaron a cabo durante el sábado y domingo y como era de esperarse, hubo expresiones de inconformidad, molestia, reclamos, descalificaciones y violencia en veinte estados. La historia se ha escrito y lo que sigue incumbe a todos los actores de poder y a los ciudadanos, porque lo que pasa en la 4T influye en las elecciones del 2024.

El escenario político en este 2022 se ha calentado al extremo y no bajará hasta que alguno de los aspirantes se alce con el triunfo electoral en el 2024; muchos ven como claro favorito al Movimiento de Regeneración Nacional y a sus representantes, pero quienes observan con más atención saben que la competencia no será tan sencilla como en el 2018.

Hagamos memoria: en la competencia electoral del 2018, con Andrés Manuel López Obrador como motor de la contienda, casi todos los representantes de Morena en el país lograron vencer a sus rivales; el triunfo fue abrumador y el voto en cascada no distinguió entre buenos y malos, ni tomó en cuenta cualidades y características de los contendientes. El sufragio fue masivo para la 4T y así llegaron figuras de todo tipo, muchas sin talento, sin capacidad, sin experiencia u honorabilidad. Por eso vinieron los problemas.

La creación de Morena como instituto político fue con unos cuantos, de ahí que la mayoría de las dirigencias y consejos locales quedaron en manos de un solo grupo; obvio: cuando se formaron las estructuras la 4T no gobernaba nada, Andrés Manuel López Obrador todavía no era presidente y al partido había que meterle de todo: tiempo, esfuerzo y dinero. Muy pocos se interesaron en estar ahí en ese momento.

La situación cambió cuando Morena arrasó en las elecciones y pertenecer al movimiento transformador se volvió moda y una opción de supervivencia; entonces comenzaron a llegar al partido todo tipo de personajes, la mayoría políticos arribistas y convenencieros que mutaron por conveniencia propia. Así Morena se dividió en dos: los fundadores, en su mayoría obradoristas de calle que estaban convencidos del proyecto político de AMLO y neomorenistas, actores de poder con el único interés de ganar a como diera lugar, sin importar las siglas ni compartir la mística del presidente.

La historia de Morena se sigue escribiendo todos los días y se conjuga con la debacle de la oposición mexicana; como gobernante Andrés Manuel López Obrador es un personaje popular, pero frente a él hay un sector descontento que crece en función de sus acciones, las decisiones que toma como autoridad y los personajes que lo rodean. En castellano: ante la ola obradorista ha nacido una corriente antiobradorista que no pertenece a ningún partido, que se ubica principalmente en la clase media y que no comulga con la 4T; el problema es que no tienen una oferta política a quien apoyar.

Lo que vimos el fin de semana en el proceso de renovación del Movimiento de Regeneración Nacional encaja en este escenario: las elecciones internas pasadas no se pudieron llevar a cabo porque la militancia nunca pudo ponerse de acuerdo y por la fuerza echó abajo las elecciones. En esta nueva etapa la historia no fue menos complicada: hubo ataques, descalificaciones, golpes y una división que mostró que la unidad en Morena es solo de discurso. Lo único pendiente por conocer es el efecto de los conflictos.

Sin duda los resultados de este proceso de renovación en el consejo son importantes porque definen el tamaño que tienen los grupos; en Morelos la pelea fue frontal entre el grupo fundador encabezado por Rabindranath Salazar y la corriente del gobernador Cuauhtémoc Blanco, representada por su hermano Ulises Bravo.

En la contienda participaron varios personajes más, pero la atención se centró en estas dos figuras; un elemento que tuvo un papel importante en esta historia es la militancia común, es decir, el obradorista que simpatiza con el movimiento del presidente, pero no necesariamente con quienes localmente lo representan. Ese es el motor del partido, el corazón de la 4T, aunque no el sector que gana las elecciones.

Los esfuerzos para generar la unidad antes del proceso fueron vanos, aunque suficientes para que no se repitieran las situaciones de la contienda anterior; lo que vimos el fin de semana fue un copioso proceso de elección interna con todas las características del viejo PRI: acarreo, compra de votos, lonches... Reitero: la unidad anhelada no se dio, pero los ánimos se contuvieron para que las descalificaciones no pasaran a mayores.

¿Qué sigue después de la elección de Morena? Pasado el domingo vendrán las impugnaciones, los alegatos y el intento de cicatrización de heridas; si nada fuera de lo ordinario ocurre el control del partido continuará del lado de Rabindranath Salazar, aunque con una presencia importante de la corriente del gobernador. Visto el preámbulo de la contienda, tomando en cuenta la ausencia por años de Rabín y el ingreso del gobernador, ambos grupos se pueden llamar ganadores: uno porque no perdió todo y el otro porque ganó más de lo que se esperaba.

Lo que los morenistas tienen que tomar en cuenta es que la elección más importante no es la que se llevó a cabo este fin de semana, sino la que tendrá lugar en julio del 2024. Ese es el punto que deben tener en cuenta todos, principalmente quienes encabezan las corrientes internas. Sea cual sea el resultado de la elección ambas partes se necesitan.

Recapitulemos: en la elección del 2018 cualquiera que compitiera bajo las siglas del Movimiento de Regeneración Nacional ganaba; no importaba su preparación, su arraigo, su capacidad o su propuesta; es más, a ningún candidato de la 4T le importó estructurar una campaña o hacer publicidad, todos se montaron en la ola social que generó Andrés Manuel López Obrador y lo único que hicieron fue vestirse de guinda y colocar su foto al lado de AMLO. El candidato presidencial cargó con todos los abanderados de la Cuarta Transformación y solicitó el voto masivo. Así se hizo la magia y casi todos los morenistas ganaron, hasta Alejandra Flores.

Los resultados en Morelos no dejan dudas de cómo están las cosas: en el 2018 el Movimiento de Regeneración Nacional ganó las doce diputaciones locales y la mayoría de los municipios del estado; tres años de ejercicio de gobierno desgastaron a Morena y eso se reflejó en la contienda del 2021, donde Morena perdió la mitad de las curules y más de la mitad de los ayuntamientos, empezando por la capital.

Si la tendencia continúa, y no hay razones para suponer lo contrario, la del 2024 será una elección mucho más competida a pesar de la inexistente oposición; basta que los partidos opuestos a Morena se unan, postulen a un buen candidato y las figuras que tienen base social se unan para que la próxima elección deje de ser un asunto de trámite para la 4T. Pongámosle nombre: José Luis Urióstegui candidato a gobernador y en el senado y en el congreso federal Francisco Sánchez, Agustín Alonso, Luz Dary Quevedo y Alberto Sánchez. Veámoslo de manera aritmética: cuantos morelenses gobierna Morena y cuántos la oposición.

La importancia de la elección del fin de semana pasado va más allá de las fronteras del partido obradorista, afecta a quienes apuestan por ese proyecto, pero al tratarse de la primera fuerza política del país y del estado incide en todos los demás.

Después del pleito interno y en independencia de quienes se llamen ganadores de esta historia, lo que deben ver es que la elección del 2024 no será un paseo por el parque para nadie. Morena lleva la ventaja y tiene más posibilidades de ganar, pero su fuerza disminuirá por el desgaste gubernamental y en relación con la división interna.

No es imposible en Morelos que la primera fuerza política pierda en el último momento. Ya sucedió en el 2012.

  • posdata

Al momento de leer esta columna, lectora lector queridos, ya habrá información más o menos clara de cómo quedaron las cosas en el proceso interno de Morena; la elección incumbe a militantes y simpatizantes de ese movimiento político, afecta a todos, pero no le interesa a la mayoría.

Es común que en el ámbito político se perciba que un momento político atrae la atención generalizada, hace voltear a todos y mantiene en vilo a la mayoría; no es así: la elección interna de Morena junto con todo lo que hemos visto en torno a ello atrae la atención de la clase política, del círculo rojo, pero no interesa a los demás.

Lo que si hace voltear a la gente son los problemas entre políticos, los escándalos y la violencia; el pasado intento de renovación en el movimiento obradorista habría pasado desapercibido para la mayoría si en él no se hubiesen suscitado peleas y disparos; la gente volteó a ver a los morenistas por esta situación y los hizo quedar como una corriente política belicosa, incontrolable, simiesca…. Como todas las demás.

Socialmente hablando los procesos de elección interna de los partidos no sirven para mejorar la imagen de las instituciones, en el mejor de los casos cumplen su cometido en términos de renovación, pero no ayudan a la percepción.

Eso sí: cuando hay problemas dejan un mal sabor de boca y la idea de que entre uno y otro partido la única diferencia son los colores. Así paso otra vez con Morena.

  • nota

El feminicidio de Margarita Ceceña es un hecho terrible e inhumano que no puede quedar sin castigo; la forma como fue asesinada refleja un severo problema de descomposición humana y una falla de las autoridades en la atención de una denuncia.

No era la primera vez que Margarita era agredida, antes, según detalla su propia familia, había sido violentada en su tienda y amenazada de manera reiterada, de ahí que presentó una denuncia y solicitó protección a la fiscalía oriente, pero no hubo respuesta. Los hechos en los cuales perdió la vida quedaron videograbados y ahí están registrados los rostros de los agresores.

Ante una situación tan delicada el fiscal Uriel Carmona ha declarado que se investigan a funcionarios de la FGE por el delito de omisión y adelantó que habrá cambios en la fiscalía Oriente; detalló que ha tenido contacto directo con la madre de Margarita y difundió la fotografía del feminicida y tres de las siete que participaron en el crimen.

El feminicidio de Margarita Ceceña no es un asesinato cualquiera ni puede enmarcarse en el problema delictivo y de violencia que vivimos actualmente en México; se trata de un acto sumamente grave, inhumano y muestra el grado de descomposición humana en el que nos encontramos.

Con todos los elementos a mano para hacer justicia, el fiscal debe mostrar la firmeza y efectividad de la institución a su cargo.

  • post it

La diputada Andrea Gordillo quiere presidir la mesa directiva del congreso durante el segundo periodo ordinario de sesiones y opera para ello; políticamente hablando la posición correspondería a Morena porque es la primera fuerza política del congreso, pero tomando en cuenta la manera como operó la 4T en el congreso pasado, a nadie sorprendería que ahora fuera el PAN y sus aliados quienes retuvieran la posición durante los tres años de legislatura.

Eso sí: coordinar la mesa directiva del congreso y conducir el destino político de la cámara de diputados no es cosa cualquiera, ni puede quedar en manos de alguien sin experiencia, sin habilidad política y sin neuronas.

Francisco Sánchez y Agustín Alonso son los únicos que pueden dar rumbo a un parlamento como el actual en un momento previo a la sucesión. A la joven panista, como diría aquel añejo comercial de la Lotería Nacional, lo único que le gusta es la lana.

  • redes sociales

El tiempo es inexorable; está por concluir el primero de los tres años que conforman la 55 legislatura y en unos meses más la dinámica electoral centrará la atención en las elecciones del 2024.

Obvio: todas las figuras públicas comenzarán a moverse de cara a la contienda y notarán que su tiempo comienza a acabarse. Ahí empieza la nostalgia.

Hoy algunos legisladores se sienten todopoderosos y actúan con arrogancia porque tienen poder, fuero y reciben mucho dinero; así se sentían sus antecesores y de ellos ya nadie se acuerda.

Así es el poder público.

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