Inclusión Educativa en la UAEM - Desigualdad en infraestructura: Yale University

En opinión de Eliseo Guajardo Ramos

Inclusión Educativa en la UAEM - Desigualdad en infraestructura: Yale University

En la última entrega de “Solo para ingenieros”, que durante 11 años ha realizado domingo a domingo de forma ininterrumpida el Dr. Jesús Arnoldo Bautista Bernal, nos informa de una tesis doctoral de Medio Ambiente de Yale University (YSE por sus siglas en inglés) que un nativo de Nueva Delhi, India presentó.  El ahora doctor Bhartendu Pandey, quien caminaba kilómetros para obtener agua fresca para su familia por vivir en la zona marginada, caminaba kilómetros para obtener agua fresca para su familia, reflexionaba cómo el tiempo que le llevaba esta faena se lo restaba a las posibilidades para ser dedicarlas al estudio. Tanto a él como a los jóvenes que como él vivía en su misma condición.

 

Pandey publicó sus investigaciones en los Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). El estudio utilizó sensores remotos satelitales y datos del censo de 2011 de más de 700,000 vecindarios urbanos y áreas rurales para revisar la infraestructura en las comunidades sudafricanas e indias. Los resultados sugieren que la urbanización como vía hacia el desarrollo sostenible enfrenta limitaciones fundamentales debido a la desigualdad de infraestructura.

 

Karen Seto, profesora de la cátedra de Geografía y Ciencias de la Urbanización Frederick C. Hixon de la YSE y coautora del estudio, dice que el tratamiento preferencial de la infraestructura por parte de los formuladores de políticas está integrado en políticas que luego bloquean las desigualdades sociales. Los vecindarios que están bien iluminados y con buen drenaje, por ejemplo, atraerán familias que pueden permitirse vivir allí, mientras que otras familias de bajos ingresos se ven obligadas a vivir en comunidades que carecen de servicios de infraestructura donde los costos de vivienda son más baratos. "Estos diferentes tipos de desigualdades se refuerzan entre sí", dice Seto.

Además, de hacer proyecciones sobre el crecimiento urbano planetario hasta el 2050, estos investigadores revelen que si no se resuelven las desigualdades en infraestructura no será posible el desarrollo sostenible en el mundo. La razón principal es que las desigualdades no sólo deben medirse desde el criterio de los bajos ingresos económicos, sino que deben ser incluidos los indicadores que corresponden a las desigualdades en infraestructura. Debido a que la infraestructura es una condición más duradera y sustantiva que el propio ingreso económico. Que, por otra parte, dicha desigualdad en infraestructura dificulta superar las condiciones para incrementar el ingreso, como un círculo vicioso.

 

En nuestro país, el Consejo Nacional de Evaluación (CONEVAL) es quien mide para evaluar los programas sociales gubernamentales, la línea de la pobreza con base no sólo al ingreso, sino a otros 8 indicadores más, asociados. No es suficiente un ingreso menor a los cuatro salarios mínimos para sumar a la población a la línea de pobreza. Está el acceso a la salud, a la educación, al agua potable, a una vivienda con piso firme o no, como a la ubicación de la vivienda cercana o no a los servicios públicos de salud y educación. Otro criterio es midiendo el acceso a una canasta básica, que es de $1,974.57 por persona, mensual, para vincularla a la línea de pobreza extrema.

 

Volviendo a la infraestructura para medir la desigualdad social y económica, ubica a la población más vulnerable, como un criterio mundial. Hay otra población con acceso a la infraestructura básica en sus hogares, pero que no la tiene en sus espacios físicos educativos. Se trata de los niños y jóvenes con discapacidad motora. No basta con rampas para acceder al aula, sino a los servicios sanitarios y bibliotecarios, así como a los talleres y laboratorios. Esto mismo, aplica para las personas de estatura pequeña.

 

Según la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica del INEGI (ENADID) 2018 (Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática), indica que hay 7´877,805 personas con discapacidad. De los cuales la mitad son adultos y la otra mitad son jóvenes, adolescentes y niños. De estos el 17.8 % tienen dificultad para moverse, usar brazos o manos. Para los jóvenes con discapacidad motora en Chamilpa de la UAEM, hay ejemplos emblemáticos de ajustes razonables en la infraestructura de sus edificios, como son el Centro de Investigación en Conservación y Biodiversidad (CIByC), que cuenta con elevador específico y baños especiales para personas con discapacidad motora; la Facultad de Ciencias del Deporte, tiene elevadores y otras adaptaciones, también. La Facultad de Psicología adaptó espacios para alumnos con discapacidad motora, en tanto esté habilitado el elevador que se espera que esté listo después de vacaciones de Semana Santa.

 

Sin embargo, estudiantes de la Maestría en Atención a la Diversidad y Educación Inclusiva, realizan un inventario físico de las condiciones de acceso en el Campus Chamilpa, y son excepcionales los lugares que tienen habilitadas las adaptaciones. Lo que indica que aun y cuando han ingresado a la Universidad estos jóvenes con discapacidad motora, siguen teniendo serias condiciones de desigualdad para llevar a efecto sus estudios de Educación Superior. Desigualdades que no son tomadas en cuenta a la hora de la evaluación académica. Pero el problema se resuelve no con la evaluación, sino con resolver el origen de esta desigualdad, como es la igualdad de acceso a la infraestructura.

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