Lobito: misma mordida, ¿diferente dentadura?
En opinión de José María Román Román
Para el caso es lo mismo. El pueblo, la sociedad de Cuernavaca, como siempre, es la que paga las consecuencias. El procedimiento que se fincó al actual presidente Municipal de Cuernavaca Antonio Villalobos Adán, es una historia recurrente que de ser real y no el cuento del show político con motivos electorales para descalificar a un posible candidatos a la reelección, sería una novedad, de no ser cierto, sería solo un espectáculo para la gayola del espectador del viejo cine Cuernavascense.
Basta remontarnos a la administración de Manuel Martínez Garrigós para entenderlo, porque son los antecedentes más frescos de lo que tengamos memoria. Este señor, actual funcionario de la 4t goza de cabal salud y libertad en un importante cargo en la administración federal, no obstante que fue seriamente acusado de desvío de recursos de la administración de Cuernavaca que estuvo a su cargo (Presidente Municipal). El SAPAC, que fue de las principales víctimas debe guardar su expediente de los más de 30 millones de los anteriores pesos de que dispuso de los trabajadores del Sistema Operador. No pasó nada. La Procuraduría (así se llamaba la actual Fiscalía) recibió la denuncia, hizo como que de veras procedería y se quedó en la nada. Sencillamente obstruyó el procedimiento esperando que caducara o que cayera, como ha pasado, en el olvido. Este señor que fue el Presidente que nos engatusó con una fuentes portátiles que pretendió adornar las calles de Cuernavaca y que sirvieron solamente para que medio lucieran durante unos meses, se fue y nos dejó la deuda y el compromiso de un dinero que no se supo donde quedó y que a nadie le interesó investigar más, pero que se tuvo que pagar.
Graco, se dice, fue al artífice de esa protección de la que incluso actualmente goza. Para cubrir ese déficit y demás compromisos, el Presidente en turno endeudan a la comuna y ese caminito que crece día a día, se acumula a las administraciones que en lo futuro deben de cubrir con intereses los adeudos a los bancos. Todos son una cadena de impunidades que así regularmente llevan a cabo prácticamente todas las administraciones. Esto mismo es parte de un mal ejemplo porque las deudas mayores las tiene el estado y copiando lo malo y bajo cualquier pretexto, todos los municipios o la mayoría presentan endeudamiento que en su momento dijeron que eran indispensables para la buena administración pero que al final se convirtieron en una carga onerosa e innecesaria.
Lo que hoy se discute no debe alarmarnos, nuestro flamante presidente, si resulta culpable, el Lobito haciendo honor a su calificativo solo siguió el camino de sus antecesores, es decir, nada nuevo, ya saben cómo se le hace para corromper primero al cabildo y luego al congreso. Son favores mutuos donde los pillos se van inmunes y tanto los congresistas (son los que autorizan) como los ediles, una vez que se retiran del cargo, le dejan la bronca al que sigue, pero algo más delicado, le dejan el problema a la sociedad. Para cubrir los compromisos, a los ciudadanos les endilgan cada día más impuestos o les elevan los ya existentes. El Lobito, no lo tomemos a mal, de ser real la acusación una vez probada es un buen alumno de una magistral maestría que aprendió muy bien en las clases de corrupción de la casta política Morelense. Debemos buscar sus antecedentes en el pasado reciente, sobre todo en los distinguidos funcionarios de todos partidos políticos que no cantaron mal las rancheras.
Si se trata solo de venganza política para desgastarlo es obvio que debemos entender que son las jugadas perversas de los tiempos que se avecinan. De esto y más veremos Sancho, como reza una frase del libro del Quijote de la Mancha. Lo malo, al final: Nadie es culpable y todos somos culpables a la vez. Nadie por la impunidad que se produce y se ha producido, todos porque ya nos acostumbramos a estas ilegalidades y vemos como normal lo anormal y miramos con desdé como cierto lo que tal vez solo sea una cortina de humo. ¿Qué tanto tiene que ver las diferencias y dimes y diretes que entre el gobernador y él se dijeron y contradijeron? ¿Quién es el verdadero interesado en castigarlo o desgastarlo? No hay que caminar mucho para encontrar la vereda: Veamos quienes saldrían beneficiados y ahí estaría la respuesta. ¡Há! Pero si es de verdad la justicia y el orden que se pretende imponer, ¡sorpresa!, la casta política sacó la casta de la honradez y ¿cuántos más de los regidores y demás miembros de la comuna se llevarán entre las patas? Porque de que lo haya hecho solito, pues no les creo. ¿Usted sí les cree?