Serpientes y escaleras - La agenda del gobernador
En opinión de Eolo Pacheco
No está mal que el gobernador vaya a los municipios. Es mejor si lo acompañan los alcaldes
La agenda del gobernador
El cambio en la agenda del gobernador de Morelos incluye visitas casi a diario a los municipios; en sus recorridos Cuauhtémoc Blanco dialoga directamente con los ciudadanos, se toma fotografías con quienes se lo piden, anuncia obra pública y dialoga con la gente. La nueva dinámica del jefe del ejecutivo es buena, mucho mejor que la anterior en la que lo mantenía aislado de la población, pero hay un aspecto que comienza a llamar la atención ¿Por qué no invita a algunos alcaldes a sus eventos?
Queda claro que el manejo del tiempo del jefe del ejecutivo es complicado para quien lleva su agenda, el futbolista no es una persona sencilla, ni alguien que acepte acudir a cualquier lado con cualquier persona, porque a pesar de que lleva seis años gobernando todavía se siente y actúa como una estrella deportiva. Los responsables de su itinerario enfrentan todos los días esa situación y luchan con la personalidad de un hombre que no acaba de entender de qué se trata la representación popular y la administración pública.
La ausencia de algunos presidentes municipales en los recorridos del gobernador puede ser visto como un asunto menor por el mandatario, al fin y al cabo se trata de su agenda y de acciones que lleva a cabo su gobierno en paralelo a los ayuntamientos, sin embargo el tema no es menor ni puede continuar así de manera indefinida porque va en contra de la estrategia trazada por el equipo que intenta recomponer el escenario.
Reitero: la decisión de quienes estarán en su comitiva es del gobernador y de nadie más; es él quien puede invitar al secretario del transporte a visitar una central de abasto, al de gobierno a la inauguración de una obra municipal o a su primo al encuentro con diputados, pero políticamente sería importante que el jefe del ejecutivo fuera más generoso con los ediles y los convidara a los actos que organiza en sus municipios.
Hay que entender algo: la imagen de Cuauhtémoc Blanco no es superada por ninguna autoridad municipal, en independencia de su cargo como gobernador, el exfutbolista es reconocido por su trayectoria en el balompié, de ahí que cada vez que acude a un lugar hay decenas de personas que quieren tomarse una foto con él. Si no hay nadie que le robe cámara ¿Por qué tener la cortesía de invitar a los ediles?
En el cuarto año del sexenio el mandatario sigue siendo una figura fuerte, aunque cada día menos; el apoyo que le brinda el presidente López Obrador ha ayudado a Blnco Bravo a sobrellevar las crisis locales y a evitarse problemas con instancias federales, pero conforme avance el tiempo y se acerque el proceso electoral todos los actores políticos locales tomarán posturas de cara a la sucesión y cambiarán su actitud respecto a un hombre que en el 2024 perderá el poder.
Los ciclos de gobierno tienen principio y fin perfectamente establecido, por muy poderoso o influyente que sea un gobernante siempre hay un punto final en su historia y su fuerza en función del tiempo que le resta a su gestión. No es lo mismo el empuje de un gobernante durante la primera mitad del sexenio que en la segundo.
En política no hay enemigo pequeño, ni vale la pena ir dejando heridos en el camino; el cambio de estrategia que han implementado desde hace algún tiempo los secretarios de Gobierno Samuel Sotelo, del Transporte Víctor Mercado y la jefa de la Gubernatura Mónica Boggio son en función de esa circunstancia y con la premisa de reducir la presión al régimen; los tres entienden la importancia de conciliar y de cambiar la percepción sobre el gobierno actual antes del proceso electoral.
Por ello llama la atención la ausencia de los alcaldes en eventos municipales, porque estos detalles aparentemente menores generan un enfado profundo en los jefes de los gobiernos municipales y no abonan a la conciliación que promueve el equipo político estatal.
Es claro que en el panorama municipal hay algunos presidentes municipales que gozan de la simpatía personal del jefe del ejecutivo y también es evidente que a otros no los puede ver ni en pintura; aún así lo cortés no quita lo valiente, es importante que la agenda del mandatario incluya a todos por igual, porque a la vuelta del tiempo cualquiera de ellos puede convertirse en un aliado o en un enemigo potencial en el momento donde el gobernador estará más débil y necesitado de amigos.
Históricamente los alcaldes y los diputados locales han acompañado al gobernador en las giras que realiza por sus municipios; se trata de una cortesía política que si bien no va más allá de un gesto de urbanidad, a la larga puede representar un punto menos de presión o un enemigo menos del cual cuidarse.
Hoy todos los presidentes municipales se cuadran a la figura del gobernador; obvio: las prerrogativas que reciben pasan por la hacienda estatal y mucha de su operación depende de la ayuda que reciban del gobierno del estado. Esta circunstancia no es exclusiva del gobierno de Cuauhtémoc Blanco, así ha sido siempre y así continuará porque esa es la manera como funciona el sistema político y económico en México.
Cuando un gobernador es cuidadoso de los detalles y utiliza esta circunstancia como una herramienta política para fortalecer sus lazos con las autoridades municipales el resultado es elemental: el mandatario suma adeptos y facilita el trabajo de quienes impulsan su proyecto político, en este caso, el de su hermano Ulises Bravo.
En la nueva agenda política sería importante que los operadores convencieran al mandatario de ser generoso y de la misma manera como ha dejado que se le acerque la gente, también permita que estén a su lado representantes populares de todos los municipios y de todos los partidos.
La matemática política que deben hacer hoy los estrategas gubernamentales es simple: un aliado más o un enemigo menos.
- posdata
La campaña electoral del 2018 estuvo enmarcada por un profundo desprecio social hacia el partido gobernante y una suma de rencores en contra del candidato que encabezaba las encuestas de opinión. La prensa nacional no daba tregua a Enrique Peña Nieto, resaltaba todos sus errores, evidenciaba los excesos cometidos por su gobierno y le cargaba los abusos de los gobernadores de su partido.
Nada era más atractivo que pegarle al gobierno saliente, porque además de existir muchos elementos para ello, hacerlo resultaba rentable en términos de opinión pública. Por esa vía la historia se escribió de manera natural en las elecciones: todo el apoyo fue para Andrés Manuel López Obrador y se dejaron de lado a los otros contendientes.
En la campaña los candidatos del PRI, PAN y el independiente hicieron un frente común contra el abanderado de Morena; en todos los debates era notorio el ataque coordinado y en algunos casos, como el de El Bronco, las agresiones contra AMLO pasaron de lo político a lo personal.
Después de la campaña y ya en funciones de presidente Andrés Manuel López Obrador visitó Monterrey, ahí fue recibido por el gobernador de Nuevo León Jaime Rodríguez; ambos personajes dejaron de lado lo ocurrido en el proceso electoral y actuaron como si nada hubiera ocurrido. El Bronco reconoció al presidente y a su trabajo y la respuesta del ejecutivo federal fue en el mismo sentido.
A lo largo de estos cuatro años de gobierno el presidente de México se ha encontrado en el camino con personajes que le hicieron la vida difícil como un actor de la oposición y como candidato; salvo contadas excepciones (como la de Felipe Calderón y Ricardo Anaya), Andrés Manuel López Obrador ha actuado con urbanidad política y con respeto a su investidura; fácilmente podría darles la vuelta, perseguirlos o no convidarlos a sus eventos, al fin y al cabo son actividades federales, pero nunca ha acudido a una entidad federativa sin convocar a quien la gobierna.
En el ejercicio del poder la forma es fondo y las reglas se cumplen, sobre todo cuando se trata de temas que no cuestan nada más que voluntad y en caso contrario pueden derivar en animadversiones que se conviertan en ataques.
La política es el arte de la conciliación, de la suma de voluntades y de lo posible. La convivencia entre actores de poder es importante no solo por lo que representa en el momento, sino por lo que puede derivar en el futuro.
- nota
Tres años de antipolítica no son sencillos de borrar; el daño que causaron al gobierno estatal y a la imagen del jefe del ejecutivo los extitulares de la secretaría de gobierno, de la jefatura de la gubernatura y el exdirigente nacional del PES son enormes y no desaparecerán de la noche a la mañana, sobre todo porque generaron un hábito que implica un modelo constante de actuación de parte del gobernador.
Antes de la llegada de Sotelo y Boggio la dinámica gubernamental estaba perfectamente clara: Cuauhtémoc Blanco asistía a pocos actos públicos y en todos el ambiente estaba controlado, es decir, no se permitía que la gente se le acercara ni se daba pie para que el mandatario dialogara con los ciudadanos. Era un esquema más apegado a una figura del ambiente artístico que a un representante popular, accedían a algunas fotos, pero lo aislaban de todos los demás en lo público y en lo privado.
El esquema era cuadrado, pero muy cómodo para el mandatario porque le dejaban mucho tiempo libre y le contaban solo las cosas buenas; esos mismos personajes eran también, por cierto, los que envenenaban al mandatario con ideas respecto a quienes no pensaban igual que él o no se alineaban a su proyecto. Fue un selecto grupo el que lo rodeó durante tres años y lo mantuvo alejado de sus representados, metido en una burbuja en donde solo existía una verdad: la que le contaban.
Hoy la operación es distinta: el gobernador tiene una apretada agenda de trabajo que empieza muy temprano e incluye actividades públicas los fines de semana; atrás quedaron las desapariciones, ahora todo el tiempo se le ve activo, en reuniones, inaugurando obras y compartiendo momentos con la gente.
El plan es bueno, aunque todavía no da resultados concretos; apenas van unas semanas de esta nueva estrategia y todavía es muy pronto para poder visualizar un cambio radical en la percepción; esta nueva agenda es solo una parte de lo que requiere el gobierno estatal para darle la vuelta a la página y para meterse a una dinámica distinta en donde la gente valore y reconozca más la labor del ejecutivo.
En castellano: saludar y tomarse fotos es bueno, pero no suficiente para revertir lo que no se hizo en el pasado. La tarea de la triada política del gabinete es titánica y de todos los días.
- post it
Pase lo que pase, Cuauhtémoc Blanco dejará de ser gobernador de Morelos en el 2024; quizá el destino lo lleve a una senaduría, a una delegación en la Ciudad de México o tal vez a la misma jefatura de gobierno, pero ya no será el jefe del ejecutivo morelense.
Algunos alcaldes pueden volverse diputados locales o federales, senadores y en un descuido hasta gobernador. Se le llama vigencia política.
Por eso es importante la generosidad en el ejercicio del poder.
- redes sociales
Primer acto: se formó un socavón en Cuernavaca.
Segundo acto: arreglaron el socavón.
Tercer acto: volvió a aparecer el socavón en donde acababan de arreglar.
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