Serpientes y escaleras - El futuro de la legislatura

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El futuro de la legislatura

¿Dinero o carrera política? La decisión que deberán tomar los diputados

 

El futuro de la legislatura

La decisión que tomen los integrantes del congreso local respecto a los órganos de control y la agenda parlamentaria del próximo año será determinante para su futuro. El primer año se les fue en conflictos y enfrentamientos, prevaleció la descalificación mutua y la parálisis; de cara al arranque del segundo tercio la reflexión que deben hacer los representantes populares es básica ¿Hacia dónde van?

La de la 55 legislatura morelense es una historia en donde no hay buenos y malos; en unas cuantas semanas se borró la fama de los políticos experimentados y se acabó con la expectativa que despertaron las figuras jóvenes. Bastó un problema para que estallara la crisis interna y de ahí la inactividad que se extendió a lo largo de casi ocho meses; fueron los propios representantes populares los que aniquilaron su imagen y pusieron en duda la probidad de la cámara.

Hace unas semanas los integrantes del congreso se reencontraron y bajo el argumento de sumar esfuerzos por el estado retomaron el diálogo y volvieron a sesionar. A pesar lo dicho públicamente las cosas no están calmadas en el recinto legislativo: de cara a la renovación de los órganos de control comienzan a aparecer señales que advierten un nuevo conflicto provocado por las ambiciones personales.

Lo primero que hay que observar es que todo lo que se hace y se dice dentro del congreso tiene que ver con una lucha de poder; por supuesto en el camino existe un interés por el control económico de la cámara a través de la chequera parlamentaria, pero al final lo que toparán los veinte legisladores es un futuro común y un destino que los puede alcanzar si no se dan cuenta el camino que llevan.

Veámoslo de esta manera:

En el congreso local hay cuatro representantes populares que inicialmente sobresalieron por su experiencia, su capacidad y la rentabilidad electoral que tuvieron en las elecciones del 2021; los superdiputados, Agustín Alonso, Francisco Sánchez, Luz Dary Quevedo y Alberto Sánchez sobresalían porque habían ganado tres elecciones consecutivas, dos en las presidencias municipales y una más en sus distritos.

Luego están las figuras que por una u otra razón se destacaban de los demás: Tania Valentina por ser presidenta de un partido, Ariadna Barrera por ser la única que logró la reelección, Mirna Zavala por representar los intereses del gobernador, Eliacib Polanco por su cercanía con el dirigente nacional del PRI y Juan José Yáñez al tener a su lado a los parásitos hermanos Lelos.

El resto, como ha sucedido en todas las legislaturas anteriores, ocuparon un lugar de relleno en la legislatura, sumaron sus votos a uno u otro lado, deambulan en el recinto y disfrutan los beneficios económicos de ocupar una curul.

El primer año como diputados ha cambiado la vida a la mayoría de los veinte representantes populares morelenses; lo primero que hicieron muchos fue renovar su guardarropa, adquirir un vehículo último modelo y elevar sustancialmente su nivel de vida y el de su familia. El casi medio millón de pesos que reciben mensualmente los legisladores representa un golpe sicológico que muchos han sido incapaces de controlar; es dinero seguro, que llega fácilmente y ante el cual no hay que rendir ningún tipo de cuentas, el único requisito es obedecer a quienes llevan las riendas políticas del parlamento. Nada distinto al pasado.

Pero a pesar de que económicamente la legislatura ha sido muy generosa con sus integrantes, la historia que viene pondrá a prueba a todos los diputados, porque deberán elegir qué camino tomar: el dinero o la continuidad. Lo primero es cómodo porque solo hay que seguir haciendo lo mismo, o sea nada; lo segundo en cambio, implica ver más allá de la cartera y entender que, aunque los beneficios inmediatos son buenos, a largo plazo lo que sigue es el ostracismo y el repudio popular.

Apostar por el dinero ha sido la constante en las cámaras, pero ello ha costado mucho a los representantes populares; en la legislatura 53, por ejemplo, los diputados graquistas decidieron sujetarse a los intereses del gobernador y de su hijastro a cambio de dinero; al hacerlo olvidaron sus obligaciones como representantes populares e imaginaron que nada pasaría si se dedicaban a hacer de la diputación un negocio personal. Pero si pasó.

Todos los integrantes de esa legislatura quedaron fuera del plano político y los que se animaron a competir por un nuevo cargo de elección popular perdieron; cierto, se fueron con los bolsillos llenos de dinero, pero a la vuelta de los años se puede ver a varios de ellos en la misma situación o peor que antes de ser representantes populares. En todos imperó la máxima popular: lo que fácil llega fácil se va; tuvieron mucho dinero y ahora y ya no les queda nada. Lo único que conservan es el desprestigio público, lo cual les ha cerrado el paso en la administración pública, en la iniciativa privada y en la política. Nadie los quiere a su lado.

Los integrantes del congreso actual están en esa disyuntiva, pueden apostar por recomponer el escenario y recuperar su imagen pública o continuar en la comodidad del dinero fácil. Ojo: lo primero no está peleado con lo segundo, el presupuesto de la cámara de diputados es de alrededor de 500 millones de pesos al año, del cual casi el 50% se destina a los 20 integrantes del parlamento. Si son inteligentes los diputados pueden mantener sus privilegios financieros y hacer política al mismo tiempo, para continuar vigentes.

Las decisiones políticas que se tomen en la cámara en los siguientes días serán determinantes en el escenario futuro de todos; por un lado está la oferta del priísta Eliacib Polanco, quien intenta conducir los destinos del congreso a partir de un acuerdo económico que implica repartir más dinero e implementar acciones que se traducen en dinero, como el fondo municipalista. Su propuesta es simple: aprovechar los siguientes dos años para exprimir el presupuesto sin pensar en el futuro.

Pero Polanco Saldivar no es tonto, apuesta a la ambición de algunos legisladores a sabiendas de que su relación con el abominable Alito Moreno le garantiza repetir en la diputación plurinominal; por eso no importa el desprestigio del congreso actual, él tiene asegurado repetir en la diputación plurinominal.

Si el priísta preside la mesa directiva con una óptica comercial puede otorgar a los diputados algo más de lo que ya reciben, pero aniquilaría la imagen de la cámara y la de sus integrantes, lo que al final se traduciría en el fin de sus carreras. Obvio: ¡Imaginen que el congreso de Morelos estuviera controlado por un operador financiero de Alejandro Moreno! ¡Sería imposible hablar de honestidad!

La definición de los órganos del congreso local es una de las distintas decisiones que los veinte integrantes de la legislatura deberán tomar pronto; no está en la mesa la posibilidad de que la mesa directiva quede bajo el control del G8, lo que tienen que definir es el sentido que le darán a la legislatura y la manera como enfrentarán un año eminentemente político en la antesala de un proceso electoral.

Pronto sabremos hacia dónde se dirige el congreso de Morelos: si sus integrantes se inclinan por abultar sus carteras y por ende firman su desaparición de la vida pública o recomponen el camino, hacen política y continúan vigentes.

Es falso que la gente distinga entre un diputado bueno de uno malo. Cuando la mala imagen es general, todos pagan los platos rotos.

  • posdata

Las muestras de inconformidad que un grupo de fundadores del Movimiento de Regeneración Nacional han expresado luego de los resultados del proceso de elección de consejeros no es cosa menor, ni algo que vaya a quedar como un simple berrinche. Aunque la solicitud de anulación de la elección no proceda, la división interna es evidente y representa el mayor riesgo electoral del partido obradorista en el 2024.

Un día después de las elecciones internas en Morena el líder máximo de esa institución, el presidente Andrés Manuel López Obrador, validó el proceso interno y minimizó las incidencias; “no somos iguales” dijo el jefe del ejecutivo federal al comparar el acarreo del morenismo con el que había en la época del presidente Felice Calderón “Ellos acarreaban más”.

Y hay algo más: antes de que se validaran los nombres de los aspirantes a consejeros del partido en Morelos, la comisión de análisis del comité nacional del Movimiento de Regeneración Nacional había dejado fuera al hermano del gobernador; entonces intervino Mario Delgado, quien solicitó que el nombre de Ulises Bravo sí apareciera en el listado de contendientes.

El apoyo que ha mostrado el presidente de México al gobernador de Morelos a lo largo del sexenio se amplió a la figura de su hermano; la participación de Bravo Molina fue autorizada desde México y por lo tanto resulta impensable que la dirigencia nacional morenista reconsidere su posición dentro del futuro consejo.

El riesgo político en la 4T es latente si el jefe del ejecutivo, su hermano y los consejeros afines a su corriente política no trabajan en la reconciliación o actúan de la misma forma que lo hizo Jorge Argüelles Victorero. Pongámoslo en perspectiva: cuando en el 2021 la base obradorista morelense reclamó la postulación de un sujeto ajeno a las filas de Morena y ligado al gobernador Cuauhtémoc Blanco, la decisión nacional fue refrendar la candidatura de Argüelles y amenazar a los inconformes dentro del partido.

Por decisión nacional el abanderado de Morena en Cuernavaca fue el diputado del PES, pero por actuación del morenismo militante y simpatizante su candidatura se hundió; fueron los mismos integrantes de la 4T quienes boicotearon su campaña, llamaron al voto diferenciado y multiplicaron la idea de que Jorge Argüelles no era un candidato de Morena y López Obrador, sino del gobernador Cuauhtémoc Blanco.

Esta historia se puede repetir en el 2024 si Ulises Bravo y sus consejeros no atienden las inconformidades y suman a todos en un mismo proyecto político; con una presencia importante en el consejo y una silla segura en la mesa donde se tomarán las decisiones electorales del 2024, lo que corresponde a este grupo es actuar con prudencia, con humildad y con inteligencia.

Es claro que en Morelos Morena no tiene oposición, que las dirigencias de los partidos locales son mediocres y carecen de estructura, pero también se ha comprobado que el mayor riesgo del partido que encabeza las preferencias electorales está en su propia militancia.

Desestimar la molestia local y apostar por la imposición nacional siempre ha sido una pésima idea en los partidos; de cara a una elección que no será tan sencilla como las anteriores, todos en el Movimiento de Regeneración Nacional tendrían que pensar en la importancia de no dividirse y resolver sus diferencias antes de que inicie el proceso electoral del 2024.

Veámoslo de esta forma: en el 2018 Morena ganó la gubernatura, 12 diputaciones de mayoría y más de la mitad de los municipios de Morelos; tres años después, en el 2021, el Movimiento de Regeneración Nacional ganó solo 6 de 12 diputaciones y perdió más de la mitad de los municipios que gobernaba en el trienio anterior, incluyendo la capital.

¿Cuál puede ser su escenario en el 2024?

  • nota

Integrantes de comunidades indígenas de Morelos impugnan la diputación de Gabriela Marín; afirman que la representante de Morelos progresa falsificó documentos y no pertenece a la comunidad que dice representar. Es la misma historia de la que se acusó a Julio y a Roberto Yáñez.

¡Chulada de partido!

Obvio: es el partido de Graco Ramírez.

  • post it

Carlos de la Rosa no es el único funcionario capitalino acusado de corrupción, de hecho ni siquiera es al que más señalan.

El principal operador financiero municipal está en obras públicas y hace negocio con las licencias de funcionamiento.

  • redes sociales

¿A cuántos de los veinte integrantes de la legislatura local actual conoces por su nombre?

Comentarios para una columna optimista: eolopacheco@elregional.com.mx

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