Política y Opinión Pública - ELECCIONES EN MORENA Y EL RIESGO DE LA DESINFORMACIÓN.
En opinión de Jaime Juárez López
ELECCIONES EN MORENA Y EL RIESGO DE LA DESINFORMACIÓN.
Diversos estudios indican que la participación en elecciones proporciona, a nivel subconsciente, la satisfacción de una necesidad básica de la especie humana, dado que acudir a las urnas implica la reafirmación de un “sentido de pertenencia”, relacionados, en primer lugar, con la comunidad nacional y, en segundo lugar, con subgrupos formados por individuos con identidad de pensamiento.
Como ocurre con otros ritos ceremoniales de carácter religioso e incluso en el fútbol, los procesos electorales animan un estado de “efervescencia colectiva”, a partir del cual se pueden crear y/o fortalecer lazos sociales importantes.
Hoy de frente al proceso de selección de Consejeros de Morena, es evidente que, por su carácter competitivo, el proceso estimula momentáneamente un debate social cubierto de antagonismos, ya que la elección materializada en las urnas implica una discusión previa más o menos acalorada sobre los méritos y deméritos de quienes lideran de un lado y otro el activismo electoral.
Sin embargo, desde una perspectiva histórica y funcional, en condiciones normales, esta elección estimulará la armonía a largo plazo y, en consecuencia, la estabilidad de la 4T, en la medida en que logre resolver los conflictos políticos siguiendo un método sustitutivo justo y racional, de todas las formas de violencia.
La perpetuación de los regímenes democráticos, exige que el inviable consenso sustantivo sea reemplazado por un sólido acuerdo pro forma.
El respeto general a las instituciones electorales –y su consecuente valoración como único medio capaz de estabilizar el conflicto inherente al choque de intereses contrapuestos– constituye un requisito fundamental para que se persiga el progreso común en contacto con la voluntad social y al margen de la opresión de libertades publicas.
Fuera del marco electoral, la democracia muere; el gobierno del pueblo se convierte, como alude Sartori, en un gobierno sobre el pueblo, que en última instancia, pierde el “derecho a querer” y, en este paso, deja de ser apreciado como “digno de ser libre de elegir individualmente y no estar sujeto a que otros elijan por él”.
El fortalecimiento de los lazos potencialmente garantizados por los procesos de elección, sin embargo, es en el contexto nacional, continuamente desafiado por la cáustica retórica, de seudo líderes que se empeñan en descalificar a priori a sus adversarios y les endilgan todo tipo de actitudes y antecedentes condenables que se traducen en combustible para la desinformación.
En este sentido, se vislumbra en el horizonte político una serie de ataques insistentes y concertados que, en su conjunto, denotan un designio no disimulado, tendiente a excluir el pensamiento divergente, a debilitar los mecanismos de control social y más concretamente la animación del radicalismo y el desprestigio de las elecciones como termómetro certero del arbitraje social.
Paralelamente a la apasionada defensa de un método de votación, como expresión de apertura de Morena a los mexicanos, considerado por un grupo de retrógradas como pernicioso, antieconómico e ineficaz, el acoso discursivo incluye referencias directas a un posible boicot a las elecciones del 31 de julio de 2022, cuyas justificaciones que varían según al gusto del viento, impulsan una metanarrativa basada en acusaciones de fraude vacías de evidencia y levantando sospechas sin el más mínimo sustento en la realidad.
El gran riesgo, es que la retórica del fraude genere un proceso de movilización de la opinión pública al terreno de la desinformación. La clave para la preservación de la experiencia democrática, en este proceso, es cuestionada por actores interesados que pretenden secuestrar el poder estableciendo un “régimen de falsedad consensual”, basado en un “acuerdo sobre la mentira” que, como resultado de la posverdad, cierra los caminos. Un transitar democrático al interior de las filas de Morena.
Dentro de este paisaje, la máquina de erosión de la confianza maniobra la matriz discursiva para generar torrentes de ruido continuo, con el fin de crear cámaras de eco que relativizan, de cara a la ciudadanía , el valor fundamental del consenso mínimo, buscando naturalizar, de manera continua, un eventual descarte de la consulta popular, lo que a todos los efectos, sellaría el despido sumario de la libertad de elección popular y en consecuencia el establecimiento de un régimen de excepción.
Las democracias siguen siendo eficaces para evitar los momentos más difíciles. Desde este ángulo, la situación actual hace imperativo revivir la conciencia de que el valor de la democracia consiste precisamente en permitir que los ciudadanos cambien de opinión y de líderes, sin que ello implique poner en peligro el orden político.
Recordemos que al carecer de las facultades de crítica y juicio del poder constituido, el pueblo vuelve inexorablemente a la condición de esclavo. La desinformación, en este contexto, emerge como la amenaza más extrema al esquema de libertades ciudadanas.