Fiestas decembrinas, residuos y cambios de gobierno.
En opinión de Georgina Isabel Campos Cortés
Como cada año celebramos las fiestas decembrinas; entre reencuentros y reuniones familiares planeamos y nos disponemos a comprar con la euforia de realizar presentes para nuestros allegados. Sumado a ello, damos inicio a las compras más intensas de aquellos productos necesarios para tematizar nuestro hogar además de los alimentos que degustaremos en las fechas venideras; todas estas compras implican una serie de envolturas, envases, empaque, botellas, bolsas, cajas, papel y cartón, entre otros residuos sólidos urbanos (RSU) que tienen por objetivo proteger y adornar, desafortunadamente la amplia variedad de empaques causa un alto impacto negativo ambiental.
Y es qué ante el consumo de cualquier producto, generamos residuos que son desechados sin antes separarlos, con lo que ocasionamos que se contaminen al combinarlos con otros tipos de residuos, afectando su calidad y posibilidad de ser valorizados y por ello recuperados para ser reciclados, por el contrario, su destino final son los rellenos sanitarios, si estos existen o bien los tiraderos a cielo abierto.
La generación de residuos y su manejo es un problema ambiental global, el mismo que se agudiza en un año de cambio de gobiernos locales, recordemos que en este año se celebraron diferentes elecciones a nivel no solo federal, sino estatal y municipal, y precisamente es en diciembre el periodo de cambios de gobierno; entre dichas sucesiones o tomas de gobierno por los nuevos ediles, un proceso medular de gestión como es el proceso de recolección de RSU resiente estos cambios, los que, si bien no operan de manera cotidiana con eficiencia del 100%, en estas fechas se encuentran, si bien nos va, atareados en el cumplimiento del servicio, retrasando la recolección y todo a causa del alto volumen de residuos que generamos.
Como ciudadanos de un municipio que desarrolla un manejo básico de recolección, traslado y desecho de RSU y que son prácticas de manejo comunes en muchos municipios, ¿Pensamos en la posibilidad de almacenar los residuos por más de dos semanas?, ¿Contamos con las herramientas y estrategias necesarias para almacenarlos, separarlos, reutilizar o entregar para su reciclaje? Lo cierto es que su almacenaje y resguardo es un problema cotidiano.
Nuestro ejemplo del manejo de RSU alude al caso específico del municipio de Huitzilac, el cual se asienta en una extensión territorial de 191.18 km2, un lugar que cuenta con una biodiversidad en sus geoformas lo que abona a la riqueza ambiental y climática de la zona; este municipio se encuentra dentro del Área Natural Protegida (ANP) de carácter federal denominada Corredor Biológico Chichinautzin con la categoría de Área de Protección de Flora y Fauna. Un municipio que este año enfrentó el incendio del tiradero conocido como “el Tezontle”, aunque fuese reconocido por muchos años como Sitio de Disposición Final (SDF) por la máxima autoridad en medio ambiente, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y que este año, en el mes de noviembre la Procuraduría de Protección al Ambiente del Estado de Morelos (Propaem), sanciona con dos millones de pesos al ayuntamiento por violar la NOM-083. No obstante, este mismo mes y año el ayuntamiento tiene cambio de edil.
Y aun cuando los cambios se consideran posibilidades para replantear los objetivos por cumplir, lo cierto, es que, en temas de residuos, quedan muchos pendientes. La organización de recolección de residuos en el municipio fue trastocada con la suspensión del tiradero “El Tezontle” por la Propaem y con ello se suspendió el servicio de recolección para todo el municipio, en tanto el ayuntamiento pudiera organizar y acordar con las autoridades estatales el lugar para efectuar la disposición de los residuos.
Hace cuatro semanas, se reinició el servicio, en distintos espacios de este municipio, sólo se ha realizado en una ocasión. Las estrategias de los pobladores no es la mejor, pero soluciona, como siempre deshacerse de lo que no sirve, lo que implica trasladarlos hacia otros municipios aledaños de Morelos o bien a los contenedores de residuos ubicados en Topilejo, sí, en la ciudad de México, no es lo mejor, pero ¡es lo que hay!...
Entonces, pensemos, no sólo es el problema de lo que el gobierno no alcanza a cumplimentar. No sólo es llevar nuestros residuos a otros puntos bien conocidos donde sí se celebra la recolección, con la esperanza, sino que olvido, de lo que dispusimos, esperando que pueda ser recolectado.
El problema medular de la gestión de residuos es la ingobernabilidad en el tema, es la falta de capacitación técnica y de recursos necesarios, no sólo para cumplir con el manejo sino para educar a los generadores de estos, nosotros, los ciudadanos y sin embargo, es una cuestión central para el gobierno estatal y local, acaso ¿Desconocen las fases de barrido, transferencia y en específico la disposición final en rellenos sanitarios que cumplan con la norma?
Es momento, de que las instancias encargadas de medio ambiente se ocupen de capacitar y de hacer efectivas las leyes, que existen. En consecuencia, sancionar es la regla para operar eficientemente hacia una planeación, pero falta atender que la aplicación de los recursos obtenidos por sanción se destine efectivamente en la remediación del mal.
Los procesos que implica el manejo de RSU, se especifican en la máxima Ley General para la Prevención y Gestión Integral de Residuos (LGPGIR). Y aun cuando en ella, así como en la Carta Magna se les atribuye a los municipios el papel de gestor y conductor del manejo de residuos, la descentralización de tareas no coincide con los procesos político-electorales que definen las estrategias a seguir para trabajar en lo local.
Educación ambiental, gestionar y regular el uso del servicio para que el ayuntamiento cuente con recursos para realizar el servicio de manejo implica planeación, capacitación y seguimiento continuo de los trabajos.
Por otro lado, los pobladores, enfrentamos problemas que generamos, recordemos el refrán: no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia, aprendamos, a que ante falta de autoridad, enfrentamos la tarea de separar, para con ello evitar los líquidos molestos (lixiviados) de nuestros envases y desechos; reutilizar envases y envolturas y, recuperar todos aquellos residuos valorizables (pet, cartón, vidrio, hdp de alta y baja, playo, unicel) y si no queremos separar, consideremos la posibilidad de repensar en nuestro consumo ¿es necesario adquirirlo?, ¿es imprescindible para nuestro modo de vida o estatus?
Sobre los residuos orgánicos, ¿es difícil aprender hacer una composta?, en una zona con la que contamos con espacios para organizar su disposición y mezcla con tierra y hoja seca, de manera adecuada y controlada para evitar los insectos como moscas y hormigas, roedores como ratas de campo y ardillas, aves carroñeras, mamíferos como gatos y perros, reptiles como culebras, y anfibios como ranas y sapos que se alimentan y proliferan en nuestro entorno. Porque estos animales son importantes para el medio ambiente, ya que ayudan a mantener la calidad del aire al limitar la cantidad de desechos orgánicos que se acumulan, pero el facilitar el acceso a desechos provoca un incremento de su presencia en zonas habitacionales con sus consabidos efectos negativos en la salud pública.
En esencia, el manejo de los residuos sólidos urbanos si bien es una política pública que existe para satisfacer y responder a demandas o problemas de la ciudadanía, existe una responsabilidad compartida, lo que supone reconocer nuestras acciones para evitar los males, aun cuando por defecto, se nos considere solo usuarios, tenemos la posibilidad de practicar la reducción de RSU en el origen de la generación, separación al ser desechados y recuperación de aquellos que puedan ser reutilizados o reciclados.
Como pobladores, avecindados, habitantes, ciudadanos o como nos reconozcamos, lo cierto es que el entorno donde habitamos nos es común, los males compartidos, así como los posibles beneficios, si actuamos y colaboramos, antes de que acabe este año, cinco días y contando, podríamos repensar en nuestros propósitos de año nuevo, contemplando acciones individuales y desde nuestro hogar para prever efectos ambientales y sus colaterales daños a la salud.
La gestión de los residuos es un tema político y recordemos la afirmación de Aristóteles, “el hombre es un animal político” lo que implica que, a diferencia de los animales, vivimos en sociedades organizadas políticamente, cuyos asuntos públicos participamos en mayor o menor medida, buscando con ello el objetivo de lograr el bien común, el cual no es otra cosa que solidaridad en acción por bienestar.
Solo resta en nuestros doce deseos y metas por cumplir, cambiar el chip de la inacción gubernamental, negligente, calculada, interpretativa e implicatoria por acción, labor conjunta desde nuestro hogar y en comunidad. La faena queda en cada uno de nosotros comenzarla.