Margarita y Raquel.

En opinión de Aura Hernéndez

Margarita y Raquel.

“El miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo” 

Eduardo Galeano

 

Por Aura Hernández                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      

“Casos como el de Luz Raquel (Padilla Gutierréz) deben hacer entender que las amenazas SON violencia, y como tales deben ser tomadas en serio por la autoridad, sin excusas. Porque la violencia siempre escala, y la amenaza no es un ‘paso previo’, si no un grado de violencia agudo”, escribió en su cuenta de twitter, la connotada lingüista, morelense por cierto, Violeta Vázquez Rojas.

Mucho se ha dicho que el extremo de la violencia hacia las mujeres es el asesinato, pero lo que Vázquez Rojas apuntó en su comentario es una realidad inobjetable, la violencia empieza desde el estereotipo, desde la descalificación, desde la violencia económica, desde la cultura patriarcal que de tan interiorizada en nuestra sociedad, es invisible.

El caso de Raquel, la madre y único sustento de un niño autista en Zapopan Jalisco y la de Margarita la comerciante de Cuautla y madre de tres hijos, tienen varias cosas en común, aparte de haber sido quemadas vivas: las dos fueron amenazadas, las dos avisaron a las autoridades y las dos eran dos mujeres que se salían del estereotipo de género tan extendido en nuestra sociedad, pues eran mujeres que en palabras de Virginia Woolf, tenían “un cuarto propio y dinero”, es decir eran mujeres con autonomía económica. La madre de todas las autonomías en cuanto al género.

Después de casi un mes de haber sido hospitalizada con quemaduras de tercer grado en el 70 por ciento de su cuerpo, ayer murió de un paro cardiaco Margarita Ceceño como resultado del ataque que sufrió en el negocio de su propiedad de la Colonia El Hospital de Cuautla. Una víctima más de la violencia machista.

Margarita había tenido una discusión con familiares, uno de ellos llegó al negocio -al parecer acompañado-, empuñando un machete en una mano y un bidón de gasolina en la otra. Una vez ahí, roció el lugar y a la víctima para después prenderle fuego frente a la mirada de sus hijos y su madre. La historia trascendió en los medios y en las redes sociales, pero no con la viralidad que tuvo, por ejemplo, la foto de la reunión de los cuatro aspirantes a la gubernatura del estado de Morelos por Morena. Hay de prioridades a prioridades.

Su caso, es otro de negligencia criminal porque las autoridades no atendieron su queja, pero sobre todo muestra hasta qué punto esa omisión tiene como asidero el machismo y la falta de sensibilidad y capacitación de las autoridades para enfrentar este problema tan complejo que tiene a Morelos desde hace varios años con una buena parte de sus municipios en “alerta de género”, lo que ha servido para tres cosas: para nada, para nada y para nada.

En Zapopan Jalisco, Luz Raquel Padilla Gutiérrez tenía treinta y cinco años, cuando fue agredida por un grupo de personas que le rociaron alcohol y le prendieron fuego en un parque cercano a su vivienda, al parecer molestos por los ruidos que hacía su hijo de once años diagnosticado con autismo.

Previamente Raquel ya había sido agredida por un vecino con cloro industrial y lo denunció a las autoridades sin que le hicieran caso. También posteó en su cuenta de Twitter una foto de una leyenda pintada en su casa que decía “te voy a quemar viva”.

Las dos veces pidió a las autoridades que la auxiliaran, incluso pidió un botón de pánico en su casa, pero ni una cosa ni otra fue atendida y Raquel fue quemada viva, víctima de la violencia machista que cumplió sus amenazas.

Como bien lo apuntó Violeta Vázquez Rojas, las amenazas de violencia hacia las mujeres deben considerarse como casos de violencia extrema hacia ellas y ser atendidas de inmediato. Pero no solo eso, las fiscalías deben capacitar a su personal en la atención a los casos de violencia de género y los gobiernos en general deben de instrumentar YA, políticas públicas para sensibilizar en contra de ese flagelo.

La violencia machista nos hace vulnerables no solo en situaciones de conflicto, sino en nuestra vida cotidiana. Nos hace más vulnerables a la actividad delincuencial, nos hace más vulnerables al conducir un auto, al caminar solas en las calles de nuestras ciudades.

Los casos de Raquel y Margarita que tuvieron el mismo modus operandi a pesar de estar en zonas geográficas alejadas entre sí, ponen en evidencia no solo un patrón sino toda una cultura. Y por ello es tan preocupante. Ojalá la difusión de sus casos contribuya en primer término a que no haya impunidad y en segundo a la no repetición.