La inclusión de cada día es desde la convivencia

En opinión de Dora Luz Salgado Salgado

La inclusión de cada día es desde la convivencia

Cuando hablamos de una sociedad inclusiva pensamos en aquella que valora, reconoce y fortalece las diferencias individuales. En una sociedad así aprendemos a convivir, contribuir, preparar y construir juntos un espacio de oportunidades reales.

Desde los espacios educativos podemos contribuir para una educación para la inclusión. Esto supone la construcción de una experiencia escolar formativa para desarrollar valores, actitudes y habilidades socio-emocionales y éticas que sustentan una convivencia social donde todos participan, comparten y se desarrollan plenamente, supone una educación capaz de incluir de manera pertinente a una amplia gama de estudiantes tradicionalmente excluidos, que comienzan a ser tenidos en cuenta en la escuela, desde el punto de vista de la responsabilidad por su desarrollo.

Una educación inclusiva, promueve la equidad entre sus alumnos, construye una base sólida para una convivencia social positiva, en la que todos puedan sentirse parte de ella y estén dispuestos a ofrecer su colaboración a otros. La convivencia dentro del contexto escolar es un principio, en el que la convivencia entre todos con todos enriquece la experiencia cotidiana y en el que se puede aprender entre iguales y se favorece y desarrollan las capacidades de cada uno según su potencial.

La escuela es un medio que permite apropiarse de las herramientas culturales simbólicas. Se trata que la educación sea capaz de permitir y ordenar las experiencias a los participantes del proceso educativo, para que se formen otros hábitos, y, de ese modo, todos y entre los diferentes puntos de vista que aporta cada uno con sus características sea considerado como igual y con el mismo valor para enriquecer un visión más amplia y compleja de la realidad.

Una educación para la convivencia y en la convivencia aspira a desarrollar en los estudiantes una disposición, una simpatía y un sentido hacia esta visión de vida, y además, debe entrenarlos para desarrollar en ellos las habilidades que se requieren para la vida en común.

Hay grupos que se siente tan marginados que cuando les dicen “todos”, ellos mismo se excluyen. Por esta razón, lo primero que hay que abatir es la actitud que tenemos y luego usar toda nuestra creatividad para incluir. Aquí se plantea que la formación de valores y la formación para la inclusión tiene sentido en la medida que se expresen en una forma de vivir.

Una escuela inclusiva no es tal sólo porque recibe alumnos diversos, sino porque la convivencia efectiva –la “escuela vivida”– genera una vivencia de inclusión y de oportunidades para todos.

Para terminar, nos preguntamos ¿es fácil la inclusión? La inclusión es un reto y depende de las circunstancias puede ser fácil o difícil, pero si no empezamos a hacerlo no vamos a ver de qué tamaño es el problema. Tenemos que construir experiencias de éxito en los niños. La inclusión se da en la convivencia.