Juego de Manos - Nada que curar

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - Nada que curar

Nada que curar. Con 69 votos a favor, 2 en contra y 16 abstenciones, el Congreso de la Unión aprobó una serie de modificaciones al Código Penal Federal y a la Ley General de Salud, para penalizar hasta con 12 años de prisión a quienes realicen o fomenten las llamadas “terapias” de conversión, también conocidas como Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual o Identidad de Género (ECOSIG).

A manera de marco, esta legislación —cuyo antecedente se encuentra en el marco normativo de entidades federativas aisladas— se da en el contexto de otra buena noticia, la aprobación del matrimonio igualitario en el Congreso del Estado de México. Paso a paso, se están derribando estigmas y adoptando pensamientos congruentes con los tiempos en que vivimos.

Pero, volviendo al tema de este apartado, la discusión en torno a la prohibición de las terapias de conversión estuvo, como podría esperarse, dividida en dos alas. Una conservadora (entendida como aquella renuente a los cambios en las dinámicas sociales y pensamientos colectivos) y una progresista (que abogaba por la garantía de derechos no reconocidos social y jurídicamente).

Un argumento que causó ruido en el Pleno del Senado fue el del senador Víctor Fuentes Solís, del Partido Acción Nacional, quien se posicionó en contra del dictamen bajo el argumento de que este atenta contra la libertad de las personas a decidir, así como por el hecho de que esta modificación a la Ley General de Salud no pasó por la Comisión de Salud. En resumen, desde la perspectiva del congresista, es derecho de cualquier persona el decidir si se somete o no a una terapia de conversión (implementada por profesionistas o no de distintas disciplinas).

Este argumento tiene un problema de fondo, pues parte de un nulo entendimiento de que las preferencias sexuales no son una decisión de la persona, ni están sujetas a manipulaciones, sino que una son parte inamovible de las personas y, por ende, el ofrecer estas terapias—además de ser un engaño— promueve la idea de que en una persona no heterosexual existe algo que corregir. Vaya, esto sería el equivalente a promover que las personas pudieran libremente elegir si adquieren o no productos milagrosos sin sancionar a quienes ofrecen dichas falsas soluciones, en detrimento de quienes las consumen.

Otro punto, el argumento de libertad de decisión ignora a aquellas personas que, por su identidad o preferencias sexuales, fueron obligadas (es decir, les fue negado su derecho a decidir) a asistir a este tipo de terapias, a partir de la concepción de que existía algo mal dentro de ellas. Vaya, las libertades no pueden usarse a conveniencia, ni ajustarse a los intereses particulares de la persona que los utiliza de manera retórica. Si se piensa abogar por la libertar de elegir, se debe tomar en consideración el contexto completo.

Podemos concluir entonces que, primero, este es un logro a nivel nacional, pues derriba instituciones que por años ejercieron violencia en contra de las personas que no se ajustaban a los roles impuestos sobre ellos desde el nacimiento. Asimismo, lamentablemente, seguimos observando cómo, a partir de una discrepancia en manera ideológica, los debates se transforman en discusiones en busca de vencedores, lejos de ser los ejercicios de construcción de conocimiento que —para el bien de las personas representadas— debe hacerse con la finalidad de realizar acciones integrales y racionales. Este es un paso importante, pero la resistencia hacia la libre expresión e identidad de las personas que se alejan del espectro heteronormativo, continúa.

 

Por cierto

Como todos los años, el 10 de octubre se conmemoró el Día Mundial de la Salud Mental, fecha en la que se hace hincapié en la importancia de atender esta condición en el plano individual, sobre el actuar de manera racional para, en la medida de las posibilidades, prevenir afectaciones en detrimento de otras personas; así como en la importancia de que los gobiernos implementen políticas públicas y estrategias enfocadas a generar las condiciones necesarias para mermar las incidencias de padecimientos mentales, así como para la atención oportuna y accesible de las y los habitantes al cuidado de la misma.

En ese sentido, en México crece paulatinamente el reconocimiento sobre la relevancia que tiene esta condición en la vida de las personas. Este aumento en la notabilidad sucede de la misma manera en que ha ocurrido con otros aspectos sociales previamente ignorados, a partir de que la sociedad los impulsa y problematiza. Actualmente, el mensaje se centra en la importancia de reconocer las emociones propias, así como de entender que “está bien no estar bien”. A ello, habría que incorporarle la derogación de prejuicios en torno a la atención profesional de la salud mental, para la cual aún existe la concepción de que, más allá de brindar atención, se genera un negocio en torno a las problemáticas particulares de cada persona. Esta es una idea equivocada.

Hay que pasar del echaleganísmo y la felicidad tóxica (es decir, el optimismo irracional para ignorar los problemas) para atender de base las problemáticas que nos impactan. A estas hay que afrontarlas con inteligencia y, en ocasiones, con ayuda de una persona profesional. Está bien estar bien, así como está bien el no estarlo. El problema real está en la nula atención a las problemáticas emocionales y mentales.

Como cualquier visita a una persona profesional de la salud, es importante la atención periódica de la que atañe a la mente, ya sea por rutina o en atención a una problemática particular. A diferencia de otras heridas, un par de muletas no nos permiten alejarnos de nuestros problemas y un curita no es suficiente para tapar el drenaje de motivación y energía que algunos padecimientos mentales pueden tener sobre nosotros.

Recordemos, también, que la salud mental no se refiere únicamente a la ausencia de patologías o problemas psicológicos, para hablar acertadamente de salud mental debemos contemplar un estado de bienestar, de paz y de motivación. El punto no es acudir con una persona especialista en casos de emergencia (entendida como el momento en que se enfrenta una problemática que no se puede resolver en solitario), sino que la atención constante de esta condición de salud prevenga o disminuya la posibilidad de que dichas problemáticas extraordinarias se presenten.

Así, aprovechando el contexto —pero sin dejar de reconocer que los esfuerzos en favor de la salud mental son cotidianos—, apunto la reflexión de este año al reconocimiento y atención de los problemas que, naturalmente, enfrentamos. Ello, con énfasis en que estos no desaparecen de manera espontánea y la inatención, más allá de encapsularlos en la ignorancia, los fortalece tras bambalinas.

 

No estás solo, no estás sola:

diegopachecowil@gmail.com