Juego de Manos - La elección del norte
En opinión de Diego Pacheco
Joe Biden se retiró de la contienda por la reelección presidencial estadounidense. Luego de semanas de presión al interior y exterior del partido demócrata —que se desprendieron de tropiezos del propio presidente de los Estados Unidos—, Biden dio un paso atrás en sus aspiraciones por mantenerse en la oficina oval durante una nueva administración. En un video publicado en sus redes sociales, el hoy mandatario afirmó que el bienestar del país se antepone a sus motivaciones personales, y declaró que es tiempo de que las nuevas generaciones den un paso al frente con nuevas ideas.
Asimismo, el actual mandatario federal respaldó a su vicepresidenta, Kamala Harris, para que sea ella quien se haga de la candidatura demócrata. Ojo, Harris se subió al ring con muchas ganas y el respaldo de figuras fuertes en el partido demócrata como los Obama, pero no hay que perder de vista que, mientras ella está por dar inicio a esta carrera, su contrincante lleva años haciendo campaña con su particular estilo contundente, combativo y polarizador (es decir, mediáticamente efectivo). Veamos por partes las estrategias de comunicación política que están implementando los partidos demócrata y republicano.
En el bando demócrata, Kamala Harris utiliza un discurso con un tono joven y progresista. El impulso a las mujeres, su derecho de decidir sobre sus cuerpos y capacidad de decidir sobre los asuntos de interés público han sido algunos de los puntos que ha tocado la vicepresidenta estadounidense.
Un punto interesante para analizar: la aspirante ha mostrado abiertamente una simpatía con la comunidad LGBT+, contrario a la postura más reservada del resto de aspirantes presidenciales presentes y futuro. La actual vicepresidenta apareció en la final del reality show de Drag Queens, Rupauls Drag Race: All Stars, donde hizo un llamado al ejercicio del voto, ante la amenaza a los derechos ganados y como el propio ejercicio de los derechos político-electorales.
Adicionalmente, en un comunicado oficial llamó al triunfo de la representación olímpica de los Estados Unidos en Paris, utilizando el término “slay”, popularizado por la comunidad. Esta estrategia pudiera ser efectiva si logra el objetivo de conectar con este sector poblacional, pero esta no es tarea sencilla, ya que es blanco constante de anuncios publicitarios y, por ende, desconfía de quienes entran con la bandera arcoíris en una mano y la terminal bancaria (o, en este caso, una boleta) en la otra.
Asimismo, el rol actual de Kamala Harris en el gobierno estadounidense le proporciona una plataforma para difundir sus mensajes y posicionarse, desde el papel de gobernante, frente a hechos de interés público, como lo son las Olimpiadas de París. Esta es un arma de doble filo, pues también implica dar la cara frente a las crisis que pudieran suscitarse, aunque es ahí donde puede entrar el propio presidente Biden para mitigar los impactos.
Mientras tanto, el partido republicano le apuesta al nacionalismo impulsado por la figura de Donald Trump. El candidato presidencial, quien lleva en campaña desde que salió de la Casa Blanca, ha basado sus campañas (esta y la del 2016) en el lema “Make America Great Again” (hagamos a EE.UU. grande de nuevo).
Esta idea se ha reforzado a partir de discursos en donde condena la migración latinoamericana hacia los Estados Unidos, la crítica a competidores comerciales como China, el intento de sabotaje a la industria manufacturera automotriz en México (en un intento de retomar la propia) y la designación de James David Vance (veterano de guerra, nacionalista y proveniente de un pequeño pueblo estadounidense) como su vicepresidente (cuya designación, por cierto, podría estar en la cuerda floja).
Adicionalmente, el atentado de asesinato que sufrió en Butler, Pensilvania, catapultó la imagen del aspirante como víctima y como superviviente, y le brindó un estandarte sobre el cual sostenerse. La venda en la oreja, donde impactó la bala que pretendía ser fatal, es fue transformada en medalla por su equipo de campaña.
En resumen, en el modelo bipartidista de Estados Unidos, el partido demócrata, con Kamala Harris, se posiciona como una opción de izquierda pronunciada para el electorado, se comunica desde esa ala y hace uso de un lenguaje acorde a la juventud que simpatiza con estas ideas. Mientras tanto, el Republicano se planta en la derecha acentuada con Donald Trump, con discursos nacionalistas, críticas al exterior y una idealización de los Estados Unidos como nación referente en el mundo.
Como van las cosas, el escenario es complicado para Harris, quien arrastra el desgaste del gobierno en turno y su titular, los roces que provocó la candidatura de Biden al interior del partido; y se enfrenta a la ventaja temporal y contextual con la que cuenta su contrincante. La cosa no está fácil para el partido azul.
Por cierto
En cerca de un mes entrará la nueva legislatura al Congreso del Estado de Morelos y en el Congreso de la Unión, y en dos el nuevo gobierno del Estado de Morelos y el Gobierno de México. Este nuevo capítulo en la administración pública local y federal conlleva retos importantes, tanto por los remanentes de las administraciones y legislaturas salientes, como en los nuevos desafíos que surgen con el contexto; como la entrada de un nuevo gobierno estadounidense, la implementación de nuevos programas sociales, la llegada de la Copa Mundial de futbol a México, la gentrificación, los escases de agua y el cambio climático, la inseguridad, entre muchos otros temas.
Un paso a la vez: