Serpientes y escaleras - ¿A quién van a cargar?

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - ¿A quién van a cargar?

En una elección sexenal, el gobernante saliente tiene un rol principal en los discursos

 

¿A quién van a cargar?

Las elecciones sexenales tienen una peculiaridad: el candidato del partido gobernante carga con la imagen del mandatario saliente. Una expresión cotidiana en el ambiente político refiere que la elección de fin de sexenio representa la calificación del ejecutivo en turno; los saldos del sexenio, favorables o desfavorables, van directo a la bolsa del candidato del partido oficial. ¿A quién van a cargar los candidatos de Morena?

Jorge Carrillo Olea fue el último gobernante priísta de Morelos, su periodo de gobierno comenzó en 1994 y debía durar hasta el año dos mil, pero derivado de los múltiples conflictos sociales generados por la ola de secuestros y el incremento de la inseguridad, el general tuvo que pedir licencia definitiva al cargo en 1998. Los dos gobernadores que le sucedieron, Jorge Morales Barud en calidad de gobernador sustituto y Jorge Arturo García Rubí como interino, tuvieron como encomienda principal la reconciliación.

En el proceso electoral del nuevo siglo la bandera opositora enarboló la idea del cambio y centró su discurso en una sola cosa: votar por el PRI era votar por Jorge Carrillo Olea. El Partido Revolucionario Institucional fue testigo mudo de la catástrofe generada por el militar, no supo reaccionar ante los reclamos sociales y al final tuvo que cargar con la imagen de un hombre que había generado un daño irreparable a los morelenses.

Juan Salgado Brito fue el candidato del Partido Revolucionario Institucional, era un hombre reconocido en el estado, querido en muchas regiones y con muchísimas relaciones en todos los municipios; a pesar de ello el representante tricolor fue incapaz de aguantar el peso de un gobierno catastrófico y la imagen de un hombre que por omisión fue cómplice de narcotraficantes y secuestradores; en algún punto de la campaña los priístas trataron de desmarcarse del general y buscaron resaltar la imagen de Morales Barud, pero la sociedad no lo aceptó y los opositores encontraron en el general Carrillo un motivo más que suficiente para hundir al PRI.

Esa historia no es nueva, ni única, ocurre cada seis años y dependiendo de los saldos del sexenio permite o no al partido gobernante refrendar el triunfo. En el 2006 y 2012 los opositores aplicaron la misma dosis al panismo, durante toda la campaña hicieron referencia a las relaciones delictivas de los gobernadores Estrada Cajigal y Adame Castillo y resaltaron los puntos negativos de ambas administraciones; en el primer caso estuvieron a punto de ganarles la elección y en el segundo los aplastaron en las urnas.

La del 2018 fue una contienda sustentada en esta lógica: del lado oficial el candidato perredista construyó un equipo de campaña conformado por actores políticos de varios partidos, contrató los servicios profesionales de empresas de consultoría y sumó a su causa a casi todo el congreso local y a la mayoría de los alcaldes salientes. Rodrigo Gayosso invirtió muchísimo dinero en su campaña, contrató operadores, compró estructuras y voluntades por doquier; en el papel tenía la elección en la bolsa.

Lo que no tomó en cuenta fue que del lado opuesto venía una oleada electoral incontenible que, además, armó una estrategia de campaña simple, pero contundente. Amén de la simpatía obradorista y la fama personal del candidato de la 4T, los estrategas basaron el discurso de Cuauhtémoc Blanco en una premisa simple y de comprensión inmediata: votar por Rodrigo Gayosso era votar por Graco Ramírez.  

Vistas las circunstancias actuales es posible anticipar lo que veremos en el 2024: ahora que el rostro oficial del obradorismo morelense lo representa el gobernador, el camino para la oposición es claro. No importa quien sea el candidato de Morena en el 2024, no importa si se trata de un miembro del gabinete estatal, si es un funcionario (a) federal o alguno de los presidentes municipales de la 4T, en cualquier caso el discurso opositor será el mismo: votar por Morena es votar por Cuauhtémoc Blanco.

La prioridad para los obadoristas morelenses va más allá de la unidad interna, vistas las circunstancias y el panorama inmediato para todos debe ser prioritario fortalecer la imagen del jefe del ejecutivo, porque será a él a quien los candidatos morenistas cargarán en el 2024. Esto va más allá de las apreciaciones, las simpatías y las antipatías: sea quien sea el abanderado al gobierno de Morelos por Morena, su propuesta política representará la continuación del régimen actual, con todo lo que ello implica.

Mientras más tarden en entenderlo en la 4T más difícil les resultará procesar las cosas; no importa si a la vuelta del tiempo los grupos y las corrientes políticas de Morena se ponen de acuerdo, si dialogan, concilian y anteponen el proyecto por encima de los intereses particulares, lo principal es mejorar la imagen de Cuauhtémoc Blanco; el hecho va más allá de la militancia y de las estructuras: para el ciudadano común y apartidista la circunstancia no cambia pase lo que pase al interior de la 4T.

Ganar la gubernatura de Morelos en el 2024 no depende de la estructura de Morena, de los simpatizantes del presidente Andrés Manuel López Obrador o de la rentabilidad del candidato, para ganar la elección se requiere del voto ciudadano, de la clase media, de la mayoría de los que acuden a las urnas, de los que no se mueven a partir de estructuras ni se controlan con acarreos.

La prioridad del obradorismo morelense en los próximos dos años debe ser reforzar la imagen del gobernador Cuauhtémoc Blanco, porque su nombre, su rostro y su gobierno serán los elementos centrales del discurso opositor.

Reforzar al futbolista y a su administración no es un asunto sencillo, ni se puede llevar a cabo de manera individual; el proceso es largo, es complejo y amerita un esfuerzo diario que debe hacerse, además, en la parte más dura del sexenio. Esta acción no debe ser ajena a los intereses de las demás figuras de Morena, porque su futuro político está amarrado al del mandatario: o jalan todos o se hunden todos.

Para que esta circunstancia sea posible el primer paso lo debe dar el propio gobernador, porque el proceso de reconciliación interna del partido pasa por su figura y la de su hermano. Por jerarquía política e interés personal, los hermanos Bravo deberían extender la mano y apostar por la unidad y la reconciliación, indispensables ambas para que a partir de ahí se fortalezca la figura del gobernador.

Les guste o no, la suerte de los morenistas y de los neomorenistas será la misma en el 2024.

  • posdata

El secretario Marco Antonio Cantú confirma el inicio del traslado de los servicios de salud en Morelos al programa IMSS Bienestar; será un proceso paulatino que implica la transferencia casi total del equipo, personal y estructura médica a la federación, dice. Únicamente el Hospital del Niño y del Adolescente Morelense y el de la Mujer quedarán en manos del estado.

El cambio que anuncia el secretario de salud morelense se dará en todo el país y apuesta por una mejora sustantiva en la atención médica de los mexicanos; el personal que conforma los sistemas de salud estatales se volverá parte de la federación, con mejores condiciones laborales y, según ha dicho el gobierno de la república, con una renovación operativa y tecnológica total que se reflejará en el servicio. Las secretarías de salud en los estados no desaparecerán, aunque su función operativa disminuirá sensiblemente.

El cambio en los sistemas de salud estatales implica el traslado de todas las atribuciones, activos y cuentas de las dependencias al gobierno de México; a partir de que inicie este proceso de transición comenzará también una revisión a la operación y las finanzas estatales en estas áreas. “El IMSS Bienestar tomará el control de los sistemas de salud, se hará cargo de la operación y de su manejo, pero no pasará por alto ni dejará impunes aquellas acciones que ameriten una sanción; si hay algo irregular que observar en el manejo local se dará parte a las autoridades correspondientes” me comenta un funcionario federal del ramo.

Con la puesta en marcha del esquema de salud pública a través del IMSS Bienestar se acabará también una larguísima era de negocios en los sistemas de salud estatales; con este cambio se eliminan las concesiones locales y acaban también las prebendas que hicieron millonarios a más de uno.

¿En Morelos habrá algo o alguien a quien sancionar?

  • nota

El coordinador de política del gobierno federal Rabindranath Salazar Solorio regresó a su pueblo, lo hizo en calidad de precandidato a la gubernatura en un ambiente favorable a su causa, pero sin el acompañamiento de los alcaldes que históricamente acudían a sus eventos.

Aunque nutrido en asistentes, el acto en el que participó el funcionario federal dejó de ser tan llamativo como antes; quizá porque su imagen política se ha demeritado, tal vez porque su debacle política ha derivado también en un rompimiento de sus alianzas o simplemente porque en suma, el de Tejalpa ha dejado de ser visto como el más fuerte contendiente a la gubernatura.

En política no hay triunfos ni derrotas absolutas, pero hay golpes, como los que ha recibido Salazar Solorio en las últimas semanas, que indudablemente cambian los escenarios, sobre todo cuando no se sabe reaccionar ante la crisis.

Lo dicho: con la derrota en la contienda por el consejo estatal de Morena Rabindranath Salazar Solorio no solo perdió el control del partido en Morelos, también perdió la confianza de muchos morenistas y la imagen triunfadora que había vendido en los últimos años. Ya nadie le cree que el presidente “se la debe”

Con el equipo que lo acompaña, es muy difícil que el contador pueda recomponer su escenario.

  • post it

El presidente municipal de Cuernavaca José Luis Urióstegui dio a conocer que su gobierno ha invertido ocho millones de pesos en bacheo, aunque resalta que las condiciones climatológicas de los últimos días no permiten a las cuadrillas de bacheo realizar su tabajo de la mejor manera.

El problema de las vialidades en la capital es evidente, muchas calles están deterioradas y los hoyos aparecen por todos lados; por la razón que se quiera, pero hoy la ciudad se ve más descuidada que nunca. Lo que renació fue “cuernabaches”.

Al alcalde capitalino le está lloviendo sobre mojado (literal); a la falta de recursos con los cuales trabajar se añade una temporada de lluvias que está rompiendo el sistema de drenaje, erosiona las calles y rebasa la capacidad de respuesta del ayuntamiento.

Ocho millones de pesos en bacheo es mucho dinero. Lo malo es que no se notan.   

  • redes sociales

Lo peor que le puede ocurrir a una persona es perder el ánimo; en el caso de los gobernantes, perder las ganas de gobernar.

La administración pública es desgastante, implica problemas todos los días y muchas veces poco reconocimiento sobre el trabajo realizado; empero también conlleva una buena retribución social cuando las cosas se hacen bien.

José Luis Urióstegui es un hombre que por mucho tiempo buscó ser presidente municipal de Cuernavaca, fue hasta el tercer intento que ganó la elección y ahora como representante de la ciudad tiene una responsabilidad enorme que se proyecta por su buena reputación como individuo.

De un tiempo a la fecha el alcalde se nota triste, desmejorado y sin el brillo en los ojos que lo caracterizaba en la campaña. Sea cual sea la razón José Luis debe recuperar la alegría y recordar por qué fue que buscó ser presidente municipal.

Muchos de los problemas que enfrenta el edil son operativos y por deficiencias de su equipo; todos se pueden resolver con decisión. Su decisión.

Comentarios para una columna optimista: eolopacheco@elregional.com.mx

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