Juego de Manos - Humo y vapor

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - Humo y vapor

El acto de fumar ha sido sujeto a distintos juicios, de acuerdo con el contexto, a partir de las cuales la imagen que se forma en la mente cambia, así como los juicios de valor asociados con esta actividad. En algún punto de la historia, el cigarro era un acompañante casi obligado de la vida diaria, hecho que se reflejaba y acentuaba en productos culturales como películas, libros y música. De igual manera, las leyes de la época permitían que se fumara en espacios públicos, abiertos y cerrados, sin restricciones notables; con lo que su uso frecuente era también institucionalmente aceptado.

La conjunción de la cotidianidad con el fumar se ha ido reduciendo conforme nos acercamos a nuestros días, mientras que las campañas de concientización y las restricciones de su uso —a partir del reconocimiento de su impacto negativo en la salud pública— crecen y se fortalecen. Podemos asegurar que, en cierta medida, ha disminuido la aceptación social del consumo excesivo de cigarros. No obstante, mientras que la aceptación del tabaco enrollado disminuye a pasos microscópicos, la popularidad de nuevas formas de inhalar nicotina o tabaco crece aceleradamente.

En los últimos años, la popularidad de los cigarros electrónicos ha ido en ascenso, a la par de que estos productos diversifican sus sabores, costos y métodos de uso. Su venta generalmente se realiza a través de tiendas especializadas, vendedoras y vendedores particulares en redes sociales y máquinas expendedoras en espacios públicos. De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (2017), alrededor de 160 mil adolescentes de entre 12 y 17 años utilizaban cigarrillos electrónicos. Podemos tener certeza de que el número ha crecido conforme se acerca nuestra fecha.

Existe el mito de que su uso es una alternativa más saludable que el cigarrillo tradicional, o que estos no son tan adictivos como otras formas de fumar más convencionales, lo cual es engañoso, ya que los daños a la salud ocasionados por estos dispositivos son tan reales como aquellos de los métodos tradicionales. Por esta razón, desde la federación se ha intentado controlar el creciente consumo de estos derivados del tabaco y la nicotina. Específicamente, la Secretaría de Salud y la Cofrepris han actuado para prohibir la importación y comercialización de cigarros electrónicos en el país.

A partir de lo anterior, la Suprema Corte de Justicia de la Nación desechó dicha restricción ya que, argumenta, la prohibición absoluta en México de los cigarros electrónicos y vapeadores es una medida desproporcionada e inconstitucional. El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, reprobó esta determinación al señalar que antepone el mercantilismo sobre la salud.

Ahora bien, existe una laguna legal en cuanto a la regulación del proceso de creación hasta el consumo de estos productos, lo que genera un área de oportunidad para quienes hacen negocio de su comercialización. Hoy en día su venta se realiza a través de tiendas especializadas, vendedores particulares en redes sociales y máquinas expendedoras en los espacios públicos. De igual manera, no existe información accesible acerca de los daños de estos dispositivos a la salud, contrario a lo que ocurre, por ejemplo, con los cigarrillos tradicionales.

Por otro lado, no debemos ignorar el grave impacto medioambiental que tienen estos dispositivos. Los materiales y contenidos de los cigarros electrónicos desechables (principalmente las baterías de litio, el plástico y la nicotina) son dañinos para el medio ambiente y, de nos ser desechados correctamente, representan una inminente amenaza medioambiental.

Debido a los impactos de estos dispositivos, así como los vacíos legales a su alrededor, queda claro que es urgente una regulación efectiva e integral de estos dispositivos. La finalidad no es prohibir su comercialización o su consumo, sino contar con información accesible y oportuna sobre sus daños a la salud, determinar quienes pueden hacer uso de ellos, así como regular su producción, promoción y venta. Como con cualquier droga legal, debe contar con las reglas necesarias para que su uso no represente una amenaza para la salud pública ni afecte a terceros.

 

Por cierto:

 

No podemos ignorar el papel que la tecnología y las redes sociales tienen en el desarrollo de las nuevas generaciones que, a diferencia de quienes nacimos durante o previo al boom del internet, están creciendo a la par del desarrollo tecnológico. En la actualidad, es imposible pensar en una separación entre ellos; pero tampoco debemos perder de vista las problemáticas que se derivan de ello.

La semana pasada se registró la muerte de un menor de edad de nueve años en Baja California. Este lamentable hecho se atribuyó a un reto viral denominado “blackout challenge” (desafío del desmayo, en inglés), que consiste en contener la respiración durante varios minutos. Las autoridades han alertado sobre este desafío y hace  un llamado para que padres y madres de familia presten atención a los contenidos a los que son expuestos sus hijos e hijas.

Por otro lado, la Fiscalía General del Estado de Oaxaca señaló que 3 menores de edad fueron secuestrados a través del videojuego Free Fire. Este caso fue retomado y profundizado en La Mañanera, donde se comunicó sobre la dinámica de un grupo criminal para secuestrar y reclutar a través de dicho videojuego.

Como respuesta a ello, el Gobierno de México compartió un decálogo dirigido a la familia, las y los maestros y personas responsables; con la finalidad de disminuir los riesgos de estas plataformas. Algunos de los puntos más relevantes son el no proporcionar datos personales, telefónicos o bancarios, no compartir ubicación, no utilizar cuentas de correo electrónico personal sino originar nuevas para jugar y, si se detectan estas conductas o algún tipo de acoso, violencia o amenazas en contra de las niñas o niños mientras juegan, reportar al 088.

Otra recomendación incluida en el documento, la de no jugar ni chatear con desconocidos, resulta más complicada de aplicar ya que la modalidad multijugador en línea es uno de los grandes atractivos de los videojuegos.

El reto en torno a la tecnología es mayúsculo, ya que evoluciona constantemente. Si se busca una respuesta institucional, está debe partir de un análisis a corto, mediano y largo plazo para que el resultado trascienda los cambios que no se detienen. De igual manera, hay que tener presente que, si bien existen herramientas en los dispositivos para establecer un bloqueo parental y restringir el acceso a ciertos contenidos, no hay mejor herramienta de prevención y atención a problemáticas de esta naturaleza que la atención de los padres, las madres y las personas tutoras. Hay que involucrarse.

 

¿Un LOL?:

 

diegopachecowil@gmail.com