A Nivel Banqueta - El tabique y la traición
En opinión de Francisco Valverde Prado
Dice el viejo refrán que si deseas conocer a alguien, dale poder. En el estado de Morelos hemos visto transitar a muchos políticos que tras su llegada al cargo, enloquecen y nunca recuperan la cordura. Un buen número de ellos quizás no tuvieron fortuna (en el más amplio sentido) alguna ni mucho que celebrar antes de ocupar una curul o silla presidencial.
Nos han gobernado mecánicos, fieles seguidores de algún partido político y hasta hombres profundamente religiosos más no espirituales. Lo más deseable sería que cualquier hombre o mujer con el profundo deseo de participar en la vida pública tuviera la madurez necesaria para entender su encomienda y sobretodo, no enloquecer. Dicen por ahí que donde terminan las explicaciones políticas inician las psicológicas. En esencia, personas con un ego encarecido o primitivo, suelen no soportar el canto de la sirena o los deseos de comérselo todo. Hablar de integridad, de principios y reglas, es también hablar de agradecimiento a la oportunidad de legislar, gobernar o servir. Lo que hemos visto en Cuernavaca en los últimos años es una muestra de cómo un tabique marea a muchos y destruye la carrera política de quienes parecían tener alguna gracia y hasta una que otra cualidad.
¿Por qué nos sigue ocurriendo esto en Morelos? Por el nivel cultural de nuestra clase política. Para que tengamos servidores públicos aterrizados y sobretodo, más cercanos a la ciudadanía, se requiere apostarle a ciudadanos cuya trayectoria esté probada y resuelta. Hombres y mujeres honorables cuyo comportamiento sea reconocido y respetado por un buen número de ciudadanos que habiten en la ciudad o distrito que buscan representar.
Llevar muchos años dentro de un partido político no garantiza el liderazgo y mucho menos la calidad moral para ocupar un cargo. Hay quienes creen, que por dirigir un partido político o haber tenido la oportunidad de regresar al poder, son dueños de la ciudad y de la vida pública.
Si observamos con detenimiento, pareciera ser que el próximo Ayuntamiento de Cuernavaca estará lleno de servidores públicos de color azul más no necesariamente ciudadanos con una amplia penetración en nuestra comunidad. Es ahí donde la representación que los ciudadanos buscamos, se pierde y se destruye. Se pueden tener muchos méritos dentro de un partido político pero cero reconocimiento y logros dentro del espacio público. El futuro de Cuernavaca y del estado de Morelos difícilmente será distinto si personas con un verdadero arraigo y representación no llegan a la toma de decisiones.
Son muchas las expectativas puestas sobre la figura de José Luis Uriostegui y por ahora, parece ser que el próximo ayuntamiento tendrá muy poco color ciudadano y como resultado, la agenda de los ciudadanos no tendrá representación alguna. El cambio que nuestra ciudad necesita no será posible mientras las instituciones políticas no terminen por entender que llegar al poder no significa adueñarse de una ciudad o gobierno. Significa representar ciudadanos de carne y hueso.
Traicionar a los ciudadanos es también traicionar a la ciudad.
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