Juego de Manos - El ruido no debe callarse
En opinión de Diego Pacheco
Erick Francisco Robledo, de 46 años, apuñaló en el cuello a su pareja; Ingrid Escamilla, de 25, el domingo 9 de febrero. Después de asesinarla, Francisco retiró la piel del cuerpo de Ingrid, desde la cabeza hasta las rodillas, tiró algunos órganos por escusado y por el drenaje de la calle. Su hijo de 15 años fue testigo de la atrocidad. El asesino tenía antecedentes de violencia familiar en contra de su exesposa, Edith, quien levantó medidas de restricción en contra de Francisco.
Erick Francisco fue detenido y, luego de confesar el delito, se encuentra vinculado a proceso y en prisión preventiva en el Reclusorio Norte; por lo que debe presentarse al Centro Varonil de Rehabilitación Psicosocial (CEVAREPSI) para recibir tratamiento por su crimen.
El problema, lamentablemente no se quedó ahí. Las fotografías del feminicidio fueron filtradas por las autoridades, se viralizaron en redes sociales y fueron publicadas por algunos medios de comunicación. Lo que dio paso al morbo sobre la violencia en contra de la mujer asesinada. Y esto, evidentemente, no se quedó así.
En Twitter, etiquetas como #IngridEscamillaFotos o #Ingrid Escamilla fueron utilizadas para dar difusión a las imágenes (o para quienes las publicaron). Esto, además de alimentar una normalización de la violencia presente y nociva en el país, tuvo un impacto negativo para la salud emocional y el luto de los seres queridos de Ingrid.
Por ello, usuarios de la red social se dieron a la tarea de reemplazar los resultados de búsqueda y modificar el algoritmo intercambiando las fotografías del feminicidio con paisajes, flores, arte y demás. Utilizando las etiquetas #IngridEscamillaVargas, #IngridEscamillaChallenge, #IngridEscamillaCuerpo, #IngridFotos y #JusticiaParaIngrid; ciudadanos e integrantes de la esfera política del país, se sumaron al combate de la viralización de la violencia contra Ingrid. Nallely Amador, prima de Ingrid Salvador, agradeció la iniciativa y señaló que, hasta ahora, ha dado resultados.
Esta situación preocupa por más razones de las evidentes. Es gravísima la filtración de fotografías de una escena del crimen, no solo por el daño emocional que ocasiona a las personas cercanas a las víctimas, sino por el entorpecimiento que puede ocasionar en las investigaciones del ilícito; más aún cuando la difución fue realizada por elementos de seguridad. El lucro y el morbo en torno a la violencia no es nuevo, pero se ve potencializado por la normalización de la misma a nivel nacional (¿o, internacional?). Esto vuelve al punto anterior más peligroso. Además del simple hecho de que una mujer fue asesinada por el simple hecho de ser mujer y su cuerpo fue objeto de violecia inhumana. Esto, fue un crimen de odio. Y casos como este hay 10 cada día.
¿Cómo vamos entendiendo deste problema?
Consecuencia de lo expuesto en la primera parte de esta columna, cerca de media centena de mujeres se manifestaron por el feminicidio y el lucro con la violencia hacia el cuerpo de Ingrid Escamilla en las puertas de Palacio Nacional. “México feminicida”, “Ni una más” y “Justicia”; fueron algunos de los mensajes que utilizaron las protestantes.
Mientras tanto, en conferencia de prensa del presidente de la República, mujeres periodistas cuestionaban las acciones que está tomando el Gobierno de México para frenar la violencia de género que azota al país, siendo que las cifras no dejan de crecer. Los cuestionamientos no parecían ver fin, mientras que el mandatario protestaba que ya había manifestado su opinión al respecto; así como la postura en favor de que las mujeres continúen manifestándose.
Ante ello, Carlos Domínguez, periodista para Nación14, se mostró en contra de la reiteración del problema de violencia de género por parte de las mujeres ahí presentes y dijo que, desde su perspectiva, el presidente ya había hablado suficiente al respecto: “Creo que usted ya habló mucho del tema, entonces vamos a cambiar”. Y así, por deseo del reportero, o por la intención de salir de la línea de fuego, procedió a cambiar el tópico de la discusión.
Este desafortunado comentario fue suficiente para encender las redes y proyectarlas en contra del periodista por su falta de perspecrtiva de género, sensibilidad y empatía que, a su vez, llevaron al medio de comunicación y al reportero a expresar una disculpa pública, reconociendo el valor de los cuestionamientos de las periodistas y de los usuarios que corrijieron a Domínguez.
Estos cuestionamientos se han vuelto costumbre dentro de las conferencias matutinas del presidente. En parte, por el estado de alerta que viven las mexicanas y la falta de mecanismos para brindarles tranquilidad; pero, quizá, en mayor medida se deba a la minimización del problema por parte del mandatario quien, por falta de entendimiento o por intereses personales, percibe como más relevantes para la agenda temas como el avión presidencial.
Cerrar la boca no acaba con el problema. Lo que las mujeres exigen en las mañaneras no son posturas, no les interesa tener el permiso y aprobación del ejecutivo para ejercer su derecho de libre expresión y protesta. Lo que exigen, y lo que las mujeres en todo el país necesitan, son medidas de acción concretas para disminuir los feminicidios, el acoso sexual, la brecha salarial, la violencia física, psicológica y simbólica; y el sistema enraizado que permite que estos problemas se repitan y refuercen día con día. Si no se consideran la complejidad y las raices del problema, será imposible implementar mecanismos efectivos para enfrentarlo. Hace falta análisis, oídos y empatía.
Por cierto
¡Buenas noticias! Luego de meses de protestas, y de una lucha que continúa hasta la fecha, el Consejo Universitario de la UNAM aprobó, por unanimidad, diversos cambios a la legislación universitaria para que la violencia de género sea considerada y como una falta grave.
Esta es una victoria importante para todas las mujeres que, contra descalificaciones y desalientos de personas ajenas y pertenecientes a su círculo cercano, han pasado meses enteros alzando la voz y poniendo sus cuerpos en riesgo para señalar la violencia de género que todas las universitarias han vivido, y siguen viviendo dentro del campus universitario.
Y, además, sirve como ejemplo para demostrar los resultados —y, por ende, la importancia— de las protestas feministas en la Universidad de la Nación. El ruido no debe callarse. No hasta que el último alumno, profesor o directivo que haya cometido violencia de género haya sido castigado. Las ventanas, paredes y puertas jamás tendrán más valor que la vida, seguridad y tranquilidad de las estudiantes.
¡Alcemos la voz!:
diegopachecowil@gmail.com