Escala de Grises - Y vivieron felices por siempre
En opinión de Arendy Ávalos
El pasado 4 de octubre, el Museo Nacional de Arte (ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México) atestiguó una celebración poco convencional, en comparación con los eventos que suelen realizarse en este espacio. Y es que, según el papeleo oficial, se realizó la conmemoración del 89º aniversario de las relaciones diplomáticas entre México y Rumanía.
Si andamos con ánimos de cuestionarnos por qué el MUNAL se convirtió en un espacio representativo de ambos países, podríamos argumentar que hay influencias artísticas o encontrar algún movimiento global en el que Rumanía fue de gran relevancia para el arte mexicano. Incluso podríamos investigar en los archivos si hubo alguna exposición temporal lo suficientemente impactante para conmemorar una relación de casi 90 años.
Sin embargo, no necesitamos una investigación tan profunda ni darle tantas vueltas al asunto. Gracias a la información que se difundió semanas después del evento, tenemos la respuesta. De acuerdo con la columna de Claudio Ochoa en El Universal, los directivos del museo aseguraron de que se trataba de un acto diplomático, pues esa era la información proporcionada por Alicia Bárcenas, quien encabezaba la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Las 70 personas invitadas, gran parte de ellas diplomáticas, pero sobre todo de confianza, se reunieron en la Capilla de los Ángeles para celebrar la unión matrimonial de Martín Borrego Llorente (quien fuera funcionario de la Semarnat hasta hace poco) con Inout Valcu, un diplomático perteneciente a la embajada de Rumanía.
Entonces, sí era una celebración (no de 89 años) por las relaciones (no necesariamente diplomáticas) entre los representantes de ambos países. [Mucha] mentira no era. A pesar de la verdad a medias, tras realizar las investigaciones correspondientes, el periodista Claudio Ochoa se dio cuenta de múltiples irregularidades.
Un evento presuntamente diplomático, pero financiado con recursos privados, autorizado por Alicia Bárcena, exsecretaria de Relaciones Exteriores, pero negado por la funcionaria (a pesar de que aparecía en las fotografías) que, para no hacer el cuento más largo, terminó con la renuncia de Borrego Llorente.
Aunque Martín Borrego aseguró en su carta de renuncia que no hubo “dolo ni quebranto alguno al erario”, reconoció que fue “impropio haber solicitado el espacio a través de un correo institucional”. Sin embargo, las dudas respecto al evento cultural y el cóctel celebrados en las instalaciones del Munal continúan y la indignación crece considerablemente.
¿Por qué una invitación a un evento diplomático incluiría datos de una mesa de regalos en una tienda departamental y una cuenta de banco en euros? ¿Cómo los funcionarios pueden hacer uso de sus influencias de tal modo que uno de los principales culturales del país se convirtió en un venue más?
¿Quiénes fueron las personas responsables de autorizar una boda dentro de un museo con las colecciones artísticas más importantes? ¿Cuáles serán las consecuencias para quienes participaron en un evento claramente en contra de todos los protocolos gubernamentales y, evidentemente, en contra de la filosofía cuatroteísta? ¿Lograrán lavarse las manos?
¿Las declaraciones de Bárcena (donde asegura que no estaba enterada de nada) bastarán para no tener ninguna repercusión en su carrera? Respecto al tema, la presidenta de México aseguró que los espacios públicos no pueden ni deben usarse para “ninguna conmemoración celebración o actividad”; especificación que debió llegar tarde dentro de su gabinete, aparentemente.
Dice el dicho que “quien no conoce su historia está condenado a repetirla” y parece que es la política más personal de la Cuarta Transformación: no aprender de los errores de administraciones pasadas. Basta con recordar el escándalo que alcanzó a AMLO en 2019, cuando el Palacio de Bellas Artes fue utilizado para celebrar un acto cultural que terminó siendo un cumpleaños.
Dejemos claro que deslindarse de lo ocurrido no basta para reparar los daños y una renuncia tampoco es suficiente para subsanar la corrupción y el nepotismo demostrados por un solo miembro del gabinete. ¿Será que es la excepción a la regla? ¿O qué más podemos esperar en los próximos años?
¡Qué vivan los novios!
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