Escala de Grises - Violencia letal

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Violencia letal

La organización México Unidos Contra la Delincuencia (MUCD), el pasado lunes 12 de diciembre, dio a conocer la cuarta edición de Atlas de Homicidios, un análisis cuantitativo que busca caracterizar el fenómeno de los homicidios. Con el objetivo principal de abonar a la generación de políticas públicas adaptadas a cada contexto, se consideran los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), mismos que revelan el asesinato de 34,173 personas en el país.

 

El informe más reciente contempla las cifras registradas a lo largo del 2021 y, aunque no contempla las causas políticas, económicas o sociales que podrían contribuir al incremento de la violencia, sí ofrece visualizaciones sobre la evolución temporal, distribución geográfica, entre otras características de las víctimas.

 

De acuerdo con las cifras del INEGI, se calcula que el promedio diario de homicidios dolosos fue de 94 personas. Del mismo modo, MUCD observó que existe una alta concentración geográfica de homicidios y una variación en los espacios físicos de agresión según los grupos poblacionales.

 

A pesar de una disminución del 7% (en comparación con el 2020) de los homicidios dolosos ocurridos, las cifras no dejan de ser alarmantes. En resumen, las cuatro entidades que han presentado un crecimiento en los registros son Chihuahua, el Estado de México, Guanajuato y Baja California; donde se concentraron el 45% de los homicidios.

 

Bajo esta línea, también se estableció que Baja California, Michoacán, Sonora, Zacatecas y Morelos fueron las cinco entidades que presentaron máximos históricos en número de asesinatos durante el año pasado. Como desde hace cuatro años, Guanajuato sigue siendo la entidad más violenta del país. En el otro extremo, Yucatán fue el estado con menos víctimas de homicidio.

 

Feminicidios

 

En lo que respecta a los asesinatos de mujeres, la ausencia de protocolos en los que se dé prioridad a la perspectiva de género no ha cambiado. Y es que las irregularidades en los documentos de defunción, como el no establecer la relación entre la víctima y el agresor, complican la posibilidad de acercarse al problema de forma objetiva.

 

Además de narrar la información no especificada en el 99% de los asesinatos a mujeres, la organización también concluyó que las agresiones dentro de las viviendas “siguen representando una proporción de casos dos veces mayor de lo que afecta a los hombres”. Frase que confirma (una vez más) lo que ya sabíamos: en México, algunas mujeres no están seguras ni siquiera en su propia casa.

 

A lo largo del 2021 fueron asesinadas 3 mil 820 mujeres, cifra con la que se mantiene el promedio de 10 feminicidios diarios en nuestro país. De ese total, casi el 13% está conformado por menores de edad. ¿Qué significa esto? Que 493 niñas y adolescentes fueron asesinadas.

Violencia letal

 

Según la organización, el objetivo del Atlas de Homicidios es entender las dinámicas de los distintos tipos de crímenes que se registran con el paso de los años y que ese sea “el primer paso para prevenir la pérdida de más vidas humanas y sus efectos para la sociedad”. Porque, ojo, el problema no solo se “reduce” a lo que ocurre en el círculo cercano de la víctima.

 

Aunque las familias de las personas asesinadas pueden enfrentarse a problemas que van desde la revictimización hasta cuestiones psicológicas o amenazas, las implicaciones que un solo homicidio tiene para la comunidad son bastante significativas. Tan solo por poner un ejemplo cotidiano, la percepción de seguridad modifica la rutina y el comportamiento de una sociedad por completo.

 

¿A qué hora es seguro regresar a casa? ¿Qué zonas no debo frecuentar? ¿Qué medidas debemos tomar para, de alguna manera, mantenernos a salvo? Esas son algunas de las interrogantes más básicas que podríamos tomar en cuenta para hablar respecto al punto anterior.

 

A pesar de la gravedad que la situación implica a nivel local y hasta nacional, parece que los tres niveles de gobierno, así como los cuerpos de seguridad y personal de las fiscalías, siguen haciendo caso omiso de cuestiones tan básicas como la ubicación geográfica de cada homicidio.

 

Empecemos con lo evidente: informes como el aquí citado deberían realizarse de forma obligatoria por parte de las autoridades responsables de procurar la paz. Preguntarnos bajo qué contexto nos encontramos, analizarlo e investigarlo podrían ser tres acciones para encontrar similitudes, ubicar los problemas estructurales en la superficie y, a partir de eso, empezar a generar estrategias efectivas para la prevención de más delitos similares.

 

La búsqueda de la verdad, la obtención de justicia, la reparación del daño y la garantía de no repetición no son solo conceptos que pueden utilizarse a conveniencia. ¿Qué ocurre en los cuatro estados donde se concentra la mayor parte de homicidios? ¿Qué está pasando en las cinco entidades que superaron los máximos históricos? ¿Qué se está haciendo al respecto?

 

La normalización e invisibilización de la violencia en nuestro país son una parte del problema. La impunidad en los crímenes, la corrupción, la criminalización de las víctimas y los obstáculos para garantizar justicia también aparecen en el mapa. Todo el país está atravesado por un fenómeno que no desciende y que se ha mantenido vigente durante las últimas décadas.

 

Es momento de bajar la mirada, de mirar con microscopio lo que ocurre y, a partir de eso, empezar a delinear una estrategia que procure la paz (preferentemente sin militarizar el territorio nacional).

 

Todas las víctimas importan:

arendy.avalos@gmail.com

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