Escala de Grises - Desayuno incluido
En opinión de Arendy Ávalos

Después de que las fotos de Andrés López Beltrán (Andy, como solicitó que no lo nombren) y Daniel Asaf en Japón se viralizaron, la opinión pública comenzó a señalar las incongruencias entre lo que predican en Morena y el estilo de vida que ostentan fuera de México.
El hijo de López Obrador, quien se desempeña como secretario de Organización de Morena, y la misma Claudia Sheinbaum han sido blanco de interminables preguntas, críticas y señalamientos. Al ser interrogada una vez más sobre el mismo tema, la presidenta optó por repetir la misma declaración que ha enunciado durante las últimas semanas: “el poder se debe ejercer con humildad y sencillez”, aseguró.
Con la intención de aclarar lo que realmente ocurrió con el viaje que tantos problemas le ha causado, el cinco de agosto, Andy publicó una carta dirigida a la opinión pública y a los militantes de Morena para informar que viajó a Japón con sus propios recursos para tomarse un descanso después de extenuantes jornadas de trabajo (sic.).
El hijo del expresidente argumentó que sus adversarios e “hipócritas conservadores” lo espiaron y acosaron para “emprender una campaña de linchamiento político, impregnada de odio, clasismo y calumnias”. Andrés aprovechó para negar los rumores de que viajó en un avión privado y pagó 50 mil pesos por noche en un hotel.
“Viajé en aerolíneas comerciales y pagué 7 mil 500 pesos diarios en un hotel, incluido el desayuno”, aseguró. Para finalizar —y no perder las buenas costumbres de su papá—, aprovechó para atacar al gremio periodístico e incluso lo comparó con “la perversidad de la mafia del poder económico y político”. Vamos por partes.
Para empezar, el hecho de utilizar el clasismo como un argumento pertinente, no aplica si lo que se está señalando es un lujo considerable. No existe el “clasismo inverso” y resulta absurdo pretender que esa sea la defensa de López Beltrán.
En términos discursivos, nos enfrentamos a una falacia de falsa analogía, con una comparación inválida que ignora una serie de diferencias significativas: el contexto de privilegio (aunque lo niegue) al que pertenece, el poder institucional de ser parte del partido hegemónico y los efectos sistémicos que sus decisiones tienen.
En segundo lugar, nos enfrentamos a la ¿defensa? de afirmar que viajó en un vuelo comercial, donde el precio va de los 28 a 35 mil pesos en clase turista (que, supongo, no fue la que ocupó, pero supongamos que sí). Tener la posibilidad de gastar 35 mil pesos en un viaje sin que esto represente un golpe significativo a tu economía, tu estabilidad y tu calidad de vida ya es una cuestión que sólo se puede permitir la clase alta del país, el porcentaje más bajo.
Lo mismo ocurre si nos ponemos a hacer las cuentas de lo que Andy se gastó en el hotel (aunque incluyera el desayuno), comidas, transporte, experiencias turísticas, compras y hasta souvenirs. Tan solo una (1) sola noche en el hotel donde se hospedó López Beltrán está cerca del salario mínimo mensual.
Estos datos bastan para darnos cuenta de que no hay conciencia de clase, política, social y de ningún tipo, aparentemente. Andy (y quien sea que lo esté asesorando) no tiene ni una remota idea de lo que representa la austeridad que tanto predican en las filas de Morena. No hay un gramo de congruencia y mucho menos de la “humildad” que presume.
En su carta, López Beltrán asegura que, desde niño, aprendió que “se debe vivir en la justa medianía, como lo recomendaba el Presidente Juárez”. Ya nos dimos cuenta de que no salió tan bueno para las clases, entonces. Lo mencionaba en una Escala anterior: el poder no sólo se ejerce, se representa.
Las acciones importan mucho más que cualquier carta que pretenda borrar lo sucedido bajo la bandera de la honestidad, cuando lo único que ondea es el cinismo constante y evidente de quienes deciden enseñar las manos mientras caminan para atrás.
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