Serpientes y escaleras - El poder y el desgaste

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El poder y el desgaste

Morena presume estar más fuerte que nunca, pero en Morelos son oposición.

 

El poder y el desgaste

La defensa que hace la presidenta Claudia Sheinbaum al movimiento de Cuarta Transformación es férrea, permanente y sin puntos medios: “el movimiento está más fuerte que nunca, vamos muy bien, las críticas vienen de una oposición que no acepta el cambio y de los grupos de poder que han perdido canonjías” insiste una y otra vez la mandataria. ¿De verdad la 4T está tan fuerte?

El crecimiento de Morena del 2018 a la fecha ha sido exponencial, catapultado por la imagen de Andrés Manuel López Obrador y nutrido por un enorme resentimiento social hacia los partidos y los políticos que abusaron del poder, lucraron con el pueblo, se enriquecieron de manera escandalosa y traicionaron la confianza de la gente.

De la elección presidencial de AMLO hasta hace unos meses todo había sido miel sobre hojuelas: Morena ganaban todo con cualquier persona, casi sin necesidad de hacer campaña, montados en la bandera obradorista y aprovechando una oposición desarticulada, impresentable, con candidatos despreciables que en muchos casos eran peores que los de la 4T. Y de repente llegó Veracruz y Durango.

El resultado en la contienda estatal de esos estados fue un duro golpe para Morena y un mensaje directo para Andrés Manuel López Beltrán, quien se presenta como el heredero político de Andrés Manuel López Obrador. Andy operó directamente en ambas entidades y presume el control absoluto del partido; en ambos casos la derrota es atribuible a él.

La narrativa presidencial sobre la fuerza del movimiento es insistente, pero la presidenta cada vez tiene que responder a más cuestionamientos de corrupción, de abusos, excesos y una vida de lujos que va en sentido opuesto de lo que pregona la 4T. Las respuestas de Claudia Sheinbaum siempre son las mismas, negando lo evidente y tratando de defender lo indefendible, pero cada vez con menos impacto en una sociedad que comienza a dudar que el cambio es verdadero.

El fenómeno se acentúa cuando en el escenario aparece Luisa María Alcalde, una dirigente sin liderazgo, sin congruencia y constantemente señalada por su doble moral y pésimo discurso. La joven no tiene el tamaño político para conducir al partido en un momento tan importante como el que se vive, carece de solidez en su discurso, pero sobre todo de credibilidad, porque cada vez que dice “no somos iguales”, surge un nuevo escándalo de corrupción o excesos que muestra que no le hacen caso en su partido o que es cómplice de quienes abusan del poder.

A pesar de ser obradorista y una figura cercana a Claudia Sheinbaum, en Morelos la gobernadora Margarita González Saravia no defiende con tanta ferocidad al movimiento, ni replica las maromas discursivas de quienes inútilmente tratan de justificar las faltas y contradicciones de algunos figurones morenistas.

La gobernadora mantiene el mensaje de combate a la corrupción, cero tolerancia a la impunidad y austeridad en el comportamiento, pero no se mete en camisa de once varas justificando las torpezas de algunos de sus correligionarios.

Localmente no han aparecido casos tan escandalosos como los de Noroña, Adán Augusto, Andy López, Mario Delgado, Alfonso Durazo, Rubén Rocha, María del Pilar Ávila, Layda Sansores, Manuel Bartlett, Américo Villarreal, Ricardo Monreal, Sergio Gutiérrez y Diana Karina Barrera, por mencionar solo a algunos, pero si hay casos como el de Josué Fernández o Mirna Zavala, que confirman que ni la militancia ni el género son garantía de honestidad.

Mientras en Morelos la narrativa nacional y estatal afectan la imagen de Morena, la dirigente estatal brilla por su ausencia, se esconde y deja un vacío que la oposición ya están ocupando. Aunque formalmente existe, en la tierra de Zapata Morena es un partido que carece de dirigencia, no tiene orden, rumbo, identidad o unidad.

En este contexto hay un punto sustantivo que vale la pena destacar: en Morelos Morena es oposición: aunque Margarita González Saravia ganó de manera contundente la gubernatura, en 30 de los 36 municipios el movimiento perdió. Hoy el 75 por ciento de los morelenses son gobernados por la oposición y ello advierte un escenario sumamente complejo para la elección del 2027.

Veamos: en los últimos procesos electorales de Veracruz y Durango Morena retrocedió, pero no necesariamente por la fuerza de sus adversarios, sino por los errores propios. La lección es clara: el desgaste que genera el ejercicio de poder, combinado con los errores de gobierno y la soberbia política, derivaron en un rechazo social que significó una llamada de atención al partido y a su dirigencia.

En Morelos el humor social se está tensando: la inseguridad, el cierre de Nissan, la falta de resultados y la corrupción que no se castiga, están minando la fuerza del gobierno estatal, el motor más importante que tiene la 4T en la entidad. Sin resultados contundentes, palpables por la gente, la defensa del movimiento se convierte en un ejercicio solitario o simplemente decorativo. Si no hay una inmediata corrección en el rumbo, tangible en los hechos, el proyecto que hoy gobierna el estado corre el riesgo de no llegar fuerte al 2027.

Revisémosla situación que enfrenta la 4T de forma que se entienda con claridad el reto que se les viene: Morena gobierna el estado, pero no la capital ni la zona metropolitana; y eso más que simbólico, es estratégico. La oposición gobierna al 75 por ciento de los morelenses.

Cuernavaca, Jiutepec, Temixco, Emiliano Zapata, Xochitepec, Tepoztlán y Cuautla concentran la mayor población y también manejan más recursos que los demás municipios; todos ellos son gobernados por partidos de oposición y lo más probable es que los alcaldes sean nuevamente candidatos en el 2027. Si Morena quiere sostener el proyecto de 4T en el 2027 necesita recuperar esa zona, sin ella no hay futuro político, ni narrativa de transformación que aguante.

Y ahí entra un segundo reto para la gobernadora como cabeza moral del partido: Margarita González Saravia necesita no solo que gane Morena, requiere que eso suceda con gente que sea políticamente afín, que entienda su idea de gobierno y su visión del estado, para que quienes lleguen no empiecen a cobrar facturas o a hacer campaña desde el poder, complicando con ello el segundo tramo del sexenio.

El reloj político está corriendo: quien no comience a construir el escenario electoral desde ahora, llegará tarde a la elección.

·         posdata

Más que reforzar la estructura local y animar a la militancia, la visita a Morelos de la dirigente nacional de Morena Luisa María Alcalde dejó la impresión de que se trataba de la gira del adiós.

La joven está muy lejos de ser la líder que el partido necesita, le falta preparación, sensibilidad, capacidad y humildad; trata fallidamente de emular algunas expresiones de Andrés Manuel López Obrador, pero lo hace sin su carisma, su liderazgo y sobre todo sin su influencia política.

Aunque sus dirigentes lo nieguen, Morena se encuentra en el ojo del huracán, sumido en una vorágine de escándalos que involucran a figuras de primer nivel y exponen que son iguales a quienes critican. Aunque digan que viajan en primera clase y se dan vidas lujosas con sus propios recursos, lo que se ve es la repetición de los excesos y abusos de poder de la clase gobernante. ¡Por supuesto que son iguales!

Lo que se debate a nivel nacional sobre casos de corrupción que involucran a empresas directamente ligadas a morenistas, vidas suntuosas y abusos de poder no es una campaña que intente dañar al movimiento, es una narrativa que ya está en todos lados, de la que hablan los ciudadanos y que se nutre de hechos tangibles y acciones criticables que involucran a quienes dicen no ser iguales.

Esta situación sin duda influye en lo local, porque se combina con un ambiente social tenso y un gobierno que aún no logra construir su propia narrativa.

Tengamos claro que el capital político de Morena en Morelos no se construyó en lo local, se sostuvo con el arrastre presidencial y ese arrastre, aunque todavía existe, ya no es suficiente para contener la decepción y el enojo que provoca la inseguridad, la falta de castigo a los corruptos y los escándalos dentro del gabinete estatal.

A eso se suma que la dirigencia estatal de Morena está ausente, prácticamente no existe porque no comunica, no defiende, ni articula políticamente; ese vacío se está llenando con el discurso de la oposición y la desconfianza ciudadana.

Ante una situación así Margarita González Saravia debe tomar decisiones claras y rápidas; cómo líder moral del movimiento necesita hacer una limpieza profunda no solo en lo administrativo, también en lo político. La expulsión de Mirna Zavala es una primera buena acción, pero se debe actuar de la misma manera en aquellos casos donde también se están cometiendo irregularidades y omisiones políticas.

La gobernadora tiene la calidad moral y la fuerza para hacerlo, nadie le puede echar en cara una mala acción, un acto fuera de la ley, una traición al proyecto, ni tampoco un escándalo personal. Si en Morelos nadie articula una buena defensa del movimiento, la gobernadora tiene que hacerlo desde su trinchera, cuidando no contravenir la ley, pero actuando a manera de que Morena no se fragmente.

El problema de la 4T en Morelos radica en que en ese partido asumen que tienen el escenario a su favor, piensan que la marca gana sola y que la oposición sigue sin existir. Cuando entiendan que en 30 de los 36 municipios son oposición y arrancarán con desventaja en la próxima elección, que el problema de inseguridad, desempleo y crisis económica será discurso opositor y que todos los escándalos nacionales y locales jugarán en su contra, sabrán que la estrategia debe cambiar.

Su reto es entenderlo antes de que sea tarde.

·         nota

Cuautla es un municipio controlado por la delincuencia. Quienes viven en aquella región del estado saben que la situación es mucho más grave de lo que se piensa en la capital y de lo que los propios medios de comunicación dan cuenta.

Las historias que comparten vecinos de aquel municipio son terribles, tienen que pagar piso a varios grupos al mismo tiempo y aún así son víctimas permanentes de violencia, sin que exista una autoridad que les pueda dar tranquilidad, ni confianza.

El gobierno municipal encabezado por Jesús Corona es una tragedia, pero no es la única desdicha que pega a los habitantes de la dos veces histórica ciudad de Cuautla; antes lo fue el gobierno de Jesús Arredondo y el de Raúl Tadeo Nava. Con ellos el gobierno municipal se pudrió y la delincuencia ganó terreno.

Desde hace unos días el gobierno estatal tomó el control de la policía a través de la SSP, pero esa acción tardará en dar resultados, porque se trata de una zona sumamente conflictiva, donde operan múltiples grupos criminales y por años ha habido complicidad con autoridades.

Antes de mejorar, las cosas en Cuautla van a empeorar. 

·         post it

Hablando de Cuautla: es una pésima decisión del gobierno estatal tener entre sus filas al exalcalde Rodrigo Arredondo, en cualquier momento le puede estallar un escándalo y eso mancharía la imagen de la nueva administración.

Como diría el poeta: qué necesidad.

·         redes sociales

El secretario de Gobierno Juan Salgado Brito asegura que en el gabinete todo marcha en unidad, armonía y colaboración. Nadie se pelea, nadie se estorba y por supuesto, nadie sabotea a nadie.

Quizá por eso cuando le preguntan sobre los jaloneos internos responde “No hay división en el gabinete estatal”, aunque quizá en su interior lo que quiso decir es “yo no hago rondanas con hojalateros”.

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