Escala de Grises - Explícita violencia

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Explícita violencia

La noche del sábado 11 de junio, un grupo de personas se encontraba en una reunión en la alcaldía Iztacalco de la Ciudad de México. A este evento acudieron Fernanda Olivares, Fernanda Cuadra y Diego Helguera, quien consumió grandes cantidades de alcohol. De acuerdo con las primeras investigaciones, una vez que Diego comenzó con actitudes impertinentes, el resto de asistentes le solicitó que abandonara el lugar para que no causara ningún problema.

Él decidió subirse a su automóvil y, con dolo, dirigió el volante hacia el grupo de cinco personas que se reunían en un pequeño círculo para seguir conversando. Diego aceleró y, aunque la mayoría logró huir, Fernanda Olivares y Fernanda Cuadra fueron embestidas. El agresor no se detuvo en ningún momento y atropelló a ambas.

El video se viralizó en plataformas digitales y la información respecto a las mujeres involucradas y la identidad del agresor también comenzó a circular. Hasta el momento en el que se redactó esta columna, las dos víctimas eran atendidas en el Hospital General Xoco, también en la Ciudad de México. Las personas profesionales de la salud pertenecientes a esta institución reportaron a las jóvenes de 26 años como graves.

El caso ya se encuentra en manos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y la Fiscalía General de Justicia de la CDMX. Al respecto, una serie de figuras públicas e internautas comenzaron a posicionarse al respecto, incluso hubo quien se ofreció a dar una recompensa de 50 mil pesos a la persona que otorgara información que pudiera ayudar al caso.

En Instagram se compartió una publicación en la que, además de narrar lo sucedido, se solicitaba el apoyo de la población para localizar a Diego, quien permanece prófugo desde el sábado, y se le catalogaba como “potencial feminicida”. Según las personas que participaban en la reunión, Diego arremetió en contra de las dos mujeres porque no querían dejarlo conducir en tal estado de ebriedad, por lo que él se molestó y cometió el delito.

Si usted ha tenido la fortuna de no toparse con el video, la suplico que no lo busque y que, si se lo encuentra, no lo reproduzca ni lo comparta. Este tipo de violencia, además de poder provocar un trauma en las personas susceptibles a contenido delicado, también puede detonar una serie de problemas entre los que se encuentra la normalización ante hechos tan impactantes o la revictimización de las dos mujeres agredidas.

La violencia hacia las mujeres no es un espectáculo y tampoco debería formar parte del “entretenimiento”. La violencia de género es un problema estructural que arrebata la vida de 11 mujeres en el país todos los días y que afecta —desde diferentes ángulos— a todas las mujeres, incluso desde antes de nacer.

Esto, además de estar explícita en las agresiones, suele estar acompañada de otros problemas, como la corrupción, la negligencia por parte de las autoridades al momento de investigar, la impunidad en nuestro sistema de justicia y hasta el hecho de que, por instinto, gran parte de la población decida quitarle la responsabilidad a los mismos agresores y culpar[nos] a las mujeres por la violencia que experimentamos.

¿Por qué estaba en la calle a esas horas? ¿Qué hacía sola? ¿Por qué no se movió? ¿Por qué mantenía una relación con él si era violento? ¿Por qué no lo dejó? ¿Por qué no denunció? ¿Qué llevaba puesto? ¿Estaba borracha? Aunque usted no lo crea, todas estas preguntas no vienen al caso.

Todas las mujeres deberíamos tener la libertad de caminar por la calle solas, de usar el transporte público sin ningún problema y de habitar nuestros espacios cotidianos con la certeza de que regresaremos a casa y de que, incluso ahí, estaremos a salvo. Como le digo siempre, la culpa nunca es de la víctima. Y, si me permite agregar, ningún argumento será válido para tratar de justificar la violencia de género.

La policía no nos cuida

Beatriz Hernández Ruiz, después de asistir a las personas que resultaron heridas en un accidente de tránsito, fue detenida por parte de un grupo de policías en Progreso de Obregón, un municipio de Hidalgo. Tres policías obligaron a la médica a entrar a la patrulla y la trasladaron a la galera de la presidencia municipal.

Su padre acudió a visitarla y Beatriz le pidió que se quedara ahí, pues los policías la habían golpeado y violentado. El señor decidió salir un momento y cuando regresó, quince minutos después de su primera visita, Betty estaba tirada en el suelo y el personal intentaba resucitarla.

Al no tener éxito, argumentaron que ma médica se había suicidado con una servilleta, versión que fue secundada por el gobierno estatal. De acuerdo con las investigaciones póstumas realizadas por la Fiscalía, se encontraron huellas dactilares en el cuello de Beatriz. Al respecto, la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo ejecutó una orden de aprehensión en contra de siete agentes.

¿Cómo podemos confiar en un sistema de justicia que actúa de esta manera? Beatriz era una mujer que no había cometido ningún delito, que sólo había salido de su vehículo para tratar de ayudar a las personas que así lo necesitaran. El abuso de autoridad y las injusticias perpetradas por el personal que, se supone, debería protegernos y velar por nuestra seguridad, es una muestra clara de las fracturas profundas que tiene el Estado.

No fue suicidio, fue feminicidio:

arendy.avalos@gmail.com

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